jueves, 30 de agosto de 2007

PASEANDO POR CHACAO / show fotocelular


Los actores son : Leoncio, Pachencha, Maitena, Marianela, Irlanda, Tulio y Teo, el can de Tulio. La locación es Chacao, saliendo del Mesón de Andrés.

miércoles, 29 de agosto de 2007

LA PRIMERA VEZ DE TOBY / José Alvarado (Toby)

( Crónicas bohemias de Caracas, desde Miami ) Soy el menor de siete hermanos, tres hembras y cuatro varones de los cuales yo soy el maraco, o sea el más pequeño y el más distante generacionalmente hablando por la diferencia de edad que me separa, sobre todo, de mis hermanos mayores.

Mi primera relación con una barra en un bar caraqueño, fue cuando cumplí dieciocho años. Mis hermanos, quienes se habían estrenado en la sexualidad con las prostitutas de los años cincuenta, que según cuentan eran tan buenas que hasta se enamoraban, quisieron regalarme en mi emblemático cumpleaños una noche de farra en uno de esos botiquines de luz roja de Sabana Grande.

Con la delicadeza que correspondía a unos instructores curtidos en esos ambientes, me daban indicaciones sobre cómo detectar el momento en que el próximo trago te puede dejar noqueado en la barra y cómo jamás debes sentarte de espaldas a la puerta del bar, aderezadas con un “mírale el traserote que tiene esa mesonera”, cosa que me extrañaba mucho porque de todas las mesoneras que había, sólo querían llamar mi atención sobre aquella señora trajeada con un vestido muy escotado de satén rojo, quien cada vez que yo chequeaba la acotación de mis hermanos, me tiraba besos y me hacía ojitos.

Al cuarto whisky, desinhibido por tanta confianza y comunicación fraternal, les confesé a mis hermanos que yo fumaba mariguana desde los quince y que me encantaba hacer el amor con mis compañeras de clases bajo sus efectos mientras escuchábamos rocanrol, y que además había tenido varios encuentros sexuales durante las vacaciones familiares con algunas primas.

A mis hermanos, lo único que les quedó fue decirme, en un tono de reclamo: “¿tu no sabes que fumar esa vaina es ilegal?

Años después me confesaron haberse cortado todos por mi precocidad sexual y yo les dije que no era una virtud personal, sino de la década de los sesenta. De todas maneras el contrato de la señora de satén rojo no se perdió, al sexto trago la sensualidad de su voluptuosidad de vedette de cine mexicano, enmascarada en las tinieblas rojiazuladas, levantó la insaciable sed de mis dieciocho años.

Realmente me hice asiduo visitante de bares desde que me divorcié la segunda vez, agarré un barranco de año y medio bebiendo de lunes a viernes ron con aguaquina y escuchando al final de la pea salsa en el Maní o en el Tío Pepe, hasta que un buen amigo, de quien no recuerdo su rostro por la oscuridad del sitio y por mi estado lamentable, se me acercó y me consoló diciéndome que se había enterado de mi separación y que lamentaba mi tristeza, para después preguntarme ¿Y cuántos años tenían juntos? Yo, casi al borde de las lágrimas y con el mejor de mis lastimeros gestos, le dije “trece años”, lo cual acompañé con un movimiento negativo de mi cabeza que quería significar algo así como toda una vida.

El, reclamándome, me respondió: “pero bueno, es que tú también eres una vaina seria”. Yo lo miraba sorprendido y él termina diciéndome: “tú sabes lo que es tirar con el mismo guevón durante tanto tiempo…¡ponte en su lugar!,” al día siguiente ya no había dolor y aquella aclaratoria tan sólo me había costado el precio del whisky que le brindé.

Ahora los bares se me han convertido en parques de diversiones donde a veces nos provoca la montaña rusa y otras un inofensivo tiovivo, pero la más grande de sus atracciones es su variopinta fauna. (Continuará)


LA TROMPETA VOCAL DE DENISE REIS / Envió Irlanda Rincón

martes, 28 de agosto de 2007

DEBATES TABERNARIOS ( BEBAMOS Y DISCUTAMOS) / Gustavo Méndez

La única objeción que tengo contra esta «BARRA» es que es más virtual que real. Me desdigo y me explico: paradójicamente … pudiera ser demasiado real. Corresponde a cierta conducta acomodaticia que ronda por ahí, que nos invade, que no queremos percibir y que quizá sea “políticamente correcta”. Pero … en otro lado. Es justamente para eludir ese ambiente que nos refugiamos en las tabernas, para intentar escapar de los peligros de la calle, de la estolidez de la oficina o de la mediocridad del hogar y lo logramos … por instantes. Es suficiente como recargo de pilas, pues ya sabemos que la felicidad es un momento y no una permanencia.

La barra es una nata, exquisita aunque opaca, una penumbra, una atmósfera inatrapable, cuya necesaria media luz, en cuanto oscuridad, nos impide percibir algunos detalles, pero en cuanto claridad nos permite avistar la gruesa realidad … y ¡discutir sobre ella! Y de frente, no viéndola con el rabillo del ojo.

Es cierto que buena parte de los dueños de restaurantes a falta de un buen juego de fútbol o de béisbol en la TV, prefieren lanzarse por los animalitos de VIVE TV, saturarnos de los verdes escenarios donde se practica golf o los blancos y pardos donde mayoritariamente se juega tennis, en lugar de actuar resueltamente, por la calle del medio, y colocar GLOBOVISIÓN o el CANAL 8. Creen que así mantienen parroquianos y habitués de uno y otro sexo (pude decir bando), cuando en realidad corren a unos y a otros. Aunque de alguna manera escribamos sobre esos dueños en esta BARRA, no veo porque debamos imitarlos.

Que se inclinen esos dueños, en política, por la neutralidad, por la persecución de una ‘ilusión de armonía’. Ya sabemos, es la hipocresía de la vida pública propia del capitalismo (originario, neo, de Estado, salvaje, etc.). La tensión entre realidad y su representación simbólica, que siempre ofusca nuestra personalidad y nos lleva a trabajar sobre coordenadas ficticias.

Es una aberrada impostación de la realidad ‘barsiana’, incongruente con los fines y la práctica tabernaria tal como la conocemos … y amamos. Por mas esfuerzos que hago no me imagino a la pandilla de Antillano que en general conforma el Consejo de Redacción de esta BARRA, discutiendo en voz baja —sin intemperancias, incontinencias, provocaciones, liviandades o excesos—, en una taberna verdadera, temas como i) las hostias intoxicadas de Raúl Fuentes; ii) el Doppelgänger neoyorkino de Oscar Hernández; iii) Los encargos españoles de Andrés Aguilar; iv) los edulcorados cocteles de Méndez o sus fantasmales músicos y militares. Etc.

La taberna que me gusta es la que debe ser, la que es: la catedral del chisme, el templo de la murmuración, la basílica de la maledicencia, el stadium de la palabra altisonante. Sucede que en esta BARRA sólo hablamos de deserciones, ausencias, distancias y otras lejanías que, por inasibles, no nos son permitidas: Valera Mora, Hemingway, Saúl Alvarado, Caupolicán, Garmendia, Mary Ferrero, Nogales Méndez, González Vegas … Arenas margariteñas, bares europeos o neoyorkinos.

En fin, sostengo que una BARRA que se aprecie debe ser representación simbólica de las circunstancias y, por consecuencia, discutir sobre temas actuales: ‘Chávez es comunista/fascista’; ‘la reelección no es indefinida sino continua’ (o perpetua); ‘Rangel y Diosdado forman parte ‘del chavismo sin Chávez’; ‘Rosales y Borges son agentes del gobierno’; ‘Álvarez Paz y Ledesma también lo son’; ‘El Nacional se vendió a Barreto’, ‘la oposición no tiene ni líder ni plan’. Al no atreverse a escribir sobre esos temas ―hay otros, claro―, la BARRA se descafeina, resulta muy light. Puede morir por delgadez extrema.

Es como si esa cierta tendencia puritana que ha impuesto la abolición del cigarro (ablación del “útero de humo”, diría Roberto Echeto) en los restaurantes y tascas, prohibiese también el consumo de alcohol en las barras. Ya lo oí en la lengua de un mal hablado, en una taberna de verdad: ¡¡ESE CODIGO ES MAS FASTIDIOSO QUE UNA BARRA MUSULMANA!!

Gema1943@gmail.com

lunes, 27 de agosto de 2007

MI QUERIDA BRUJA DEL 38./ Andrés Aguilar, Papote


Aspiro que haya llegado de lo mejor y la esté pasando como los dioses, pues usted se lo merece y más. Desde ya le digo que estoy extrañando los almuerzos y a la comadre la rana. Todo va bien, pero con una lentitud que le tritura los huesos a cualquiera y se nos encallése el cerebro.

Me llamó tu hija -tiene una linda voz- para decirme que estabas bien y a punto de iniciar tus aventuras por las hermosas rutas españolas. Por esa razón quiero que tomes esta lista, para que me la traigas enredada entre tus cosas y corazones:

Una mirada moruna

Muchachas ibéricas bien formadas y cariñosas

Una piedra del Acueducto de Segovia

Una foto tuya en El Alcázar de Toledo haciendo la señal del peregrino

Un apretón de manos de El Greco

Chaquetas de cuero de Ante (5)

Lechoncillos de Las Cuevas de Luis Candela

Camisas de hilo (10)

Perfumes de Corinto y Siracusa que llegan a Albacete

Chorizo de jabalí de Jaén

Un paseo a caballo por Sevilla

Una petición de amor ante La Macarena

Un pliegue de Zurbarán

Pañuelos de Lisboa

Espumas del Guadalquivir

Picassos y Azúcares de Barcelona

Naranjas y limones de Málaga

Aceitunas de Gijón

Albahaca de Córdova

Una vara de negrillo de Palos de Moguer

Una guitarra gitana de Algeciras

Un toro bravo de Miura de Domecq

Un pase por alto de Domingo Ortega enredado en la brisa de Borox

Un cafecito al lado de Federico García Lorca en Granada

Agua del Mediterráneo desde Tunisia

Y, por último, tráeme el corazón de El Cid que dejé en manos Ximena cuando nos jugamos la suerte de España en El Sitio de Valencia del Rey.

Mujer, ojalá tus maletas sean amplias para que puedas con mis encargos. En todo caso, para que te ayude en los caminos que has de recorrer, recibe un beso mío en la punta de la nariz... y a volar. Vuela como Dios manda. ¡Abre entonces la ventana y vuela! Saludos para tus acompañantes. Un gran abrazo,

Andrés.

Nota: Si esas maravillas que son La Giralda, La Alhambra, La Catedral de Sevilla y el Peñón de Gibraltar (allí quedaban las Columnas de Hércules) caben en tus baúles, no dudes tráelas contigo. Otros besos

domingo, 26 de agosto de 2007

COMO CAMINA UNA MUJER/ Víctor Chino Valera Mora


Cómo camina una mujer que recién ha hecho el amor

En qué piensa una mujer que recién ha hecho el amor
Cómo ve el rostro de los demás y los demás cómo ven el rostro de ella
De qué color es la piel de una mujer que recién ha hecho el amor
De qué modo se sienta una mujer que recién ha hecho el amor
Saludará a sus amistades
Pensará que en otros países está nevando
Encenderá y consumirá un cigarrillo
Desnuda en el baño dará vuelta
a la llave del agua fría o del agua caliente
Dará vuelta a las dos a la vez
Cómo se arrodilla una mujer que recién ha hecho el amor
Soñará que la felicidad es un viaje por barco
Regresará a la niñez o más allá de la niñez
Cruzará ríos montañas y llanuras noches domésticas

Dormirá con el sol sobre los ojos
Amanecerá triste alegre vertiginosa
Bello cuerpo de mujer
que no fue dócil ni amable ni sabio









Autor:
Víctor Valera Mora
Tomado del libro: Amanecí de Bala, 1971

sábado, 25 de agosto de 2007

EL BAR ES IMAN O ZONA MISERABLE: Palíndromo de Darío Lancini

Palíndromos lingüísticos: Frases capicúas que se leen igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda.

  • De una palabra: Ana * Reconocer
  • De tres: Amigo, no gima (Julio Cotázar)
  • De cuatro: ¿Acaso hubo búhos acá? (Juan Filloy) * O renumero o remunero (Juan Berrio)
  • De seis: Son robos, no sólo son sobornos (Darío Lancini) * Oirá Sor Rosa a Sor Rosario (Fernando Sáenz) * Odio la luz azul, al oído (Gaby López)
  • De siete: Parar ese son no sé, será rap (M. Gavín) * Eva usaba rímel y le miraba suave (J. A. Millán) * Anula la luz azul a la luna (Anónimo) * Dábale arroz a la zorra el abad (Anónimo)
  • De doce: Somos nada, ya ve, o lodo o dolo, Eva y Adán somos (Julián Rios)
  • De diecinueve: A mamá, Roma le aviva el amor a papá, y a papá, Roma le aviva el amor a mamá (Anónimo)
  • ¡Y de 27 palabras!: Allí por la tropa portado, traído a ese paraje de maniobras, una tipa como capitán usar boina me dejará, pese a odiar toda tropa por tal ropilla (Luis Torrent)


EJERCICIO DE TAXONOMIA EN LA ALCABALA / Carlos E. Giménez


Nos encontrábamos, comenzando el mes de abril del año 2001, en la barra de la tasca La Alcabala de la Candelaria: Pablo Antillano, Alberto Centeno, el popular Héctor, hombre de confianza del ya fallecido Saúl Alvarado, “El personaje” como bien hemos coincido en llamarlo, los que le conocimos.

Saúl realmente era un personaje, muy inteligente, daba la sensación de agresividad, justamente enmascarando la vehemencia de sus convicciones, cuando planteaba cuestiones de interés general-Sus críticas eran ácidas, pero, no por ello carentes de objetividad. Sus gestos aparentemente violentos, era el ahorro que dosificaba para hablar menos, aún cuando era muy fluído y elocuente. Pero, Saúl tenía otra característica, era profundamente solidario. Apenas se percataba de la calamidad de un amigo y de inmediato consultaba la vieja agenda, aparentemente desordenada pero, que todo lo encontraba, casi con la rapidez de una agenda electrónica, y así informarse de que se trataba el inconveniente y, ponerse a disposición.

Pero, lo que pretendo ahora es hacer una referencia de algo distinto- se trata de una Pablada; que no es sino, la ocurrencia de Pablo Antillano para poner los nombres en latín de los que con frecuencia departían o tertuliaban en la Candelaria, tal como peñas de inquietas personas.

Pablo me encomendó que elaborara la lista de los personajes que concurran a La Alcabala y otras tascas, utilizando la nomenclatura de clasificación o taxonomía a lo mero Linneo , que el género Homo fuese acompañado de lo que llaman la especie y que ésta caracterizara de algún modo al personaje, basado en el nombre científico del humano que es Homo sapiens. También me recomendó que sacara del juego aquellas palabras que, al combinarse, pudiesen prestarse a confusiones tal como: sexualii.

Por otra parte, tuve también el privilegio de no incluirme en la lista de los Homos. De esa inquietud pablera, se originó una minuta que señalaba “Me siento comprometido en recordarte aquella iniciativa HOMO para bautizar la peña que agradablemente hemos compartido. A continuación y haciendo un esfuerzo de memoria, te envío lo que más o menos se definió en aquella oportunidad”:

Nombre Nombre Científico Características

Saúl Homo criticatus convenienceii A veces duro

Carlos Agudo Homo gorditus talibaneii resalta

Pepe Homo squalidae arrechedeii obvio

Joaquín Homo fihacioti vespertineii Comienza pm

Pablo Ant Homo intelectualii cuenteii Obvio

Alberto Centeno Homo deportitii humildae Pelotero

Gustavo Oliveros Homo internacionalii mascotei Mascotero

Julio Torrealba Homo sapiens erectus Buena gente

Emilio Reyes Homo electricus rinconei Observador

Carlos Parra Homo divergentii flaquitei Constante

Miguel Vazquez Homo pulpeii ruthtiseii Controversial

Eduardo Suarez Homo manitus rusticatus De cuidado

Eugenio Homo dolorecii cabezatus Buen caballo

Héctor Homo imitatus geriaticai Buen imitador

viernes, 24 de agosto de 2007

MOTOS: SÄLVESE QUIEN PUEDA / Gustavo Oliveros

Más de dos millones de motos inundan Caracas ante la mirada indefensa de los peatones. Aparecen como por arte de magia sobre las aceras, vienen en dirección contraria por calles, avenidas y autopistas. Se cuelan en medio de los vehículos dejando perplejo a los conductores cuyos nervios saltan ante la idea de tropezar con uno de ellos y aparezcan de la nada dos mil jinetes del Apocalipsis para vengar tal afrenta. Cargan parrilleros de todos los tipos y hasta sirven de transporte escolar. Un porcentaje imposible de cuantificar le mete al atraco, al hurto y al arrebatón. Otro se dedica al robo de automóviles aprovechando los semáforos cuando las avenidas están vacías del tráfico cotidiano. Los menos, imagino, son honestos trabajadores que se rebuscan unos cien mil bolos diarios trasladando gente apurada que juega dominó con la pelona. Los observo en cada esquina bajo una denominación cooperativista: “Moto taxis el proceso”, a la espera de un apurado y mitigando el calor con un par de laticas de cerveza. Masticando chiclets de menta para evitar que el aliento los delate frente a la clientela. Como miembro honorífico de las barras caraqueñas, me siento ofendido ante el tratamiento que le dan a la latica: oculta dentro de una bolsa de papel o envuelta en periódico. O la botellita ligeramente clandestina entre los riñones y las nalgas del conductor. Juego peligroso este para los expertos en bebidas alcohólicas que de sobra conocemos que manejando en cuatro ruedas, si no se está atento a todo lo que sucede a nuestro alrededor, las cosas pueden resultar fatales. Imaginen la vaina en un vehículo a dos ruedas, con una parrillera de ochenta kilos y un carajito de tres años jugando a la “libertad del aire sobre el rostro” . Peor aún imaginense saliendo de un bar con tres tragos encima y en plena acera uno de ellos te mande al otro mundo y luego te grite: fíjate por donde andas borracho del coño

CONSTANCIA Y SABIDURIA

Leopoldo Cadenas, José Valdés y Luis Bouquet,
protagonistas imprescindibles en las tardes del
Da Guido

DESPEDIDA/ envió Alberto Centeno

miércoles, 22 de agosto de 2007

EL SACRAMENTO DE PERICO DE LOS PALOTES/ Crónicas Barsianas de Raúl Fuentes

Noches atrás, en el bar de costumbre y cuando ya había ordenado lo de siempre, caí en cuenta de que había llegado muy temprano pues no reparé en ninguno de los borrachos habituales. Resignado a la soledad, repartí mi atención entre el trago y el espejo que duplicaba mi sumisión al aislamiento. En esas estaba cuando analgatizó a mi lado un extraño que a todas luces buscaba compañía y conversación. My kimgdom for a whisky, dijo en un registro los suficientemente alto para que sonara todo lo teatral que Shakespeare hubiese querido. Sonreí y lo miré de soslayo. Por su vestimenta parecía hombre de mar. Un pirata de la modernidad, pensé. El sujeto se presento. De la Calle, Faramundo de La Calle dijo con seriedad digna de un revólver. Conversamos y bebimos. Así me entere que su indumentaria era una impostura, aunque me dijo que su padre si había sido marino. Él apenas era pescador de orilla y agente viajero. Me echó un montón de cuentos y así supe que él mismo era un cuento. Bebía tragos dobles con urgencia y avidez. Hablaba como una cotorra y el perico era un tema recurrente en las historias que contaba. Por eso lo bauticé Perico de los Palotes. Y digo bauticé para estar a tono con el espíritu de la narración que transcribo. No he cambiado nada, pero si he suprimido algunas referencias que podría herir susceptibilidades.

Con el concurso de una muy numerosa parentela, Joaquín había logrado levantar un modesto pero rentable negocio de clientela fija y respetable. Lo que en principio iba a ser una panadería se convirtió en la única factoría de hostias de la ciudad: panificación en miniatura para abastecer con regularidad y prontitud a los siete templos mayores, a la catedral, a la basílica Metropolitana, a las iglesias parroquiales y las capillas vecinales, así como a las abadías, conventos, monasterios y casas profesas del extra radio. Tal vez, además de harina, los ácimos panecillos de Joaquín tenían más Dios que los de la competencia, entre otras cosas porque eran amasados con agua bendita y, en consecuencia, obraban mejor para la digestión espiritual. Por eso, su reputación y su fortuna personal ascendían en proporción directa a los arrebatos de fe, esperanza y caridad que una población desahuciada por la inflación y en permanente espera de la extremaunción asumía como sucedáneo de los tres golpes reglamentarios. En paz con el Señor y en guerra con sus aparatos digestivos, Los pobres, que siempre son mayoría y, lo que es peor, son cada vez más pobres, pobres pero tan pobres que un miligramo más de pobreza los haría desaparecer para tranquilidad y mayor gloria de los planificadores sociales, pasaban la noche en vela para recibir de manos sacerdotales la oblea que milagrosamente les quitaba el apetito por 24 horas, ¡cosas de Dios y de la Santísima Virgen!, decían agradecidos y en los huesos, pensando en la próxima ración de Altísimo para poder seguir disfrutando de los muchos circos en que había devenido los atrios, jardines y patios de las casas de Dios donde se suministraban a los indigentes las portentosas hostias de Joaquín.

La dieta eucarística afianzaba el compromiso y la dependencia, ahora mucho más que meramente espirituales, de la comunidad con sus pastores. El prestigio de las autoridades eclesiásticas alcanzó por aquellos días las más elevadas cotas de su, para entonces, ya larga historia. Era de rutina ver cómo los capitanes de la Santa Madre Iglesia se paseaban por el palacio de gobierno como Pedro por su casa y, si a ver vamos, tenían ciertos derechos sucesora les que le otorgaban ese privilegio. Joaquín, ni pendiente, comenzó a extender más allá de la capital, de modo que, al cabo de muy poco tiempo, no hubo un solo rincón nacional donde se echase de menos el régimen sacramental. Una vez satisfecha la demanda del mercado interno, José, yerno de Joaquín, hizo ver a su suegro que la oportunidad calva como era imponía imperiosamente la exportación, a fin de aprovechar la capacidad instalada del hostificio que, como resultado de sucesivas ampliaciones, modernizaciones actualizaciones y adquisiciones de sofisticados equipos , presagiaban una transnacionalización del negocio familiar. A tal efecto, Jesús, nieto de Joaquín, obtuvo del Arzobispo una carta de presentación para el Secretario de Comercio del Vaticano y viajó a Roma para entrevistarse con Su Eminencia el cardenal a cargo de los asuntos mundanos de la Santa Sede, quien le recibió por todo lo alto, tan alto que hasta le llevó a Cenar con Su mismísima Santidad, este sí con pleno derecho a pasarse por su casa siendo más Juan y Pablo que Pedro- Avalados por la curia romana, Joaquín y sus familiares, que ahora hablaban en términos de msrketing, se dispusieron a exportar y comercializar en gran escala las hostias Ecce Homo, que así bautizaron a la minúscula transubstanciación del rey de Reyes.

La aceptación del producto fue universal e instantánea. El regreso al redil romano, primero, de las diversas formas de disidencia que emanaron de las reformas, cismas y contrarreformas, y la conversión en masa de judíos, musulmanes, budistas e hindúes, después, aseguraban a Joaquín y a su familiares un palco preferencial en el cielo, a la diestra de Dios Padre, y, en la tierra, toda la indulgencia papal, amén de cuantiosos ingresos. Su nombradía, crédito y santidad se catapultaron al límite cuando, desde La Habana, un Fidel enardecido por un tema que se le escapaba de sus manos, y de los ojos, y de las barbas, ¡por las barbas del Profeta!, profirió, hacía de templetes, cartujas, cenobios y claustros centros de conspiración mística que convocaban, al son de timbales, congas y güiros, los entusiasmos de santeros y ñáñigos que danzaban fieramente al ritmo de la nueva eucaristía y proclamaban el fin del materialismo histórico, dialéctico y jurásico. Fidel, ¡cómo no!, sentenció: es el opio de los pueblos. Y se mandó una arenga que para qué te cuento, más larga que su ya legendariamente larga intervención e la Naciones Unidas, para machacar una y otra vez que se trataba de una conspiración imperialista, un refuerzo espiritual a la Ley Helm-Burton para santificar el bloqueo y el embargo a la isla. Por su parte, fundamentalistas e integristas islámicos recomendaban el corte de lengua para quienes diesen la espalda al Corán, a Alá y a Mahoma para comulgar con la fe cristiana. Y, a todas estas, los rabinos señalaban a extremistas palestinos como responsables de una perversión que atentaba directamente contra la esencia misma del alma judía. En el oriente extremo se hablaba de amarillismo católico y en la India se amenazaba a los conversos con vergonzosas reencarnaciones. Tales posturas, sin embargo, no pudieron frenar la irresistible atracción que ejercían las hostias Ecce Homo en las cuatro esquinas del globo.

Todo parecía marchar por los caminos del señor para los bienaventurados panaderos que alimentaban a los pobres de espíritu y panza, mas los designios de Dios, ya se sabe, son inescrutables. A las autoridades norteamericanas, a quienes les parecía perfecto que la fe moviese montañas humanas en el tercer mundo, pero sumamente sospechoso que movilizase a ciudadano wasp en pos de una comunión adictiva, les dio por hurgar en el asunto y, aunque se les acusase de profanar el cuerpo de Cristo, ordenaron una exhaustiva investigación al respecto, entre otras cosas, porque a juicio de los eruditos de Harvard, Stanford y Yale había comenzado un nuevo tipo de revolución que amenazaba seriamente la estabilidad política y económica de las naciones cuyas masas se rebelaban contra el agnosticismo de sus dirigentes. Sin embargo, la mediación papal, el forcejeo diplomático y la oportuna asociación estratégica de la Standard Oil con Ecce Homo Holy Host Inc. hicieron que se le diera largas a la cuestión e impidieron que, de momento, el Tío Sam se cagara en la hostia. Pero, cuando una sobredosis de Espíritu Santo, Hizo perder la compostura al cardenal Primado de Nueva York y lo impulsó a correr desnudo por las escalinatas de San Patricio, la prensa desató todo su poder y los socios americanos se retiraron del llamado negocio secular, lo que dio pie para que arreciaran los procedimientos de rigor.

Lo demás es historia conocida: Joaquín, su esposa, hijos y nietos (La Sagrada Familia, los llamó el Post) fueron extraditados a los Estados Unidos por solicitud de la Drug Enforcement Administration y esperan a ser sentenciados por el delito de distribuir sustancias psicotrópicas en forma masiva, aun cuando la defensa alega que el compuesto aislado en los laboratorios de la DEA, y que según especialistas de esa agencia, tendría efectos similares al los de la cocaína y los de las anfetaminas, no fue deliberadamente introducido en la masa de hacer las hostias, sino que se formó al calor de los hornos por una infeliz coincidencia de fenómenos físico-químicos que alteraron la composición del sagrado panecillo. El escándalo desatado provocó, como se sabe, motines a lo largo y ancho del planeta. Millares de iglesias fueron arrasadas y saqueadas por la ira de los fieles. Joaquín y su familia, además de presos, fueron excomulgados”.

Así me lo contó Faramundo.

EL ELVIS ROJO ROJITO / © Carlos M. Montenegro

Durante esta semana de conmemoraciones del aniversario de la muerte de Elvis Presley, me viene a la memoria otro cantante norteamericano que triunfó en medio mundo, el que había detrás de la cortina de hierro durante la guerra fría, el mundo socialista. Se llamaba Dean Reed y por esos lares lo bautizaron como “The Red Elvis”.

Este apuesto muchachón de más de 1,80 de estatura – con un extraordinario parecido al actor británico Roger Moore – había nacido en Denver, Colorado en 1938, desarrolló una fantástica carrera artística digna de ser llevada al cine, tanto que Tom Hanks tiene el proyecto de producirla, de muy joven aprendió a tocar la guitarra y a cantar, no lo hacía mal y cuando no había cumplido los 20, a instancias de sus amigos se presentó en Hollywood a bordo de un convertible de tercera mano y mochila con ropa de repuesto.

Contactó con un ejecutivo de Capitol Records, donde grabó su primer disco y gracias a su jovial sonrisa, atractivo físico y enormes ganas de triunfar, al poco ya formaba parte de la Escuela de Estrellas en los Estudios Warner Brothers. Hollywood no le gustó para nada y decía sin reservas que aquello era “una casa de putas”. Sus discos pasaban desapercibidos hasta que se enteró por su disquera que una canción suya – “My Summer Romance” – era n°1 en un lugar exótico llamado Chile; sin pensarlo mucho tomó un avión y se presentó solo en el país austral. Esa decisión cambiaría su vida.


A la mañana siguiente pasó algo para lo que no estaba preparado. Radio Minería, una
cadena nacional había divulgado una encuesta en la que había batido en popularidad nada menos que a Neil Sedaka y Elvis Presley, la prensa lo publicó y la noticia se regó como pólvora por el resto del continente que lo quería conocer, incluso vino al Show de Renny un par de veces. Así que las puertas del hotel la policía trataba de parar a centenares de jovencitas que querían entrar a ver a “su ídolo”.

A partir de ahí todo fue puro vértigo, grabó más discos, vivió en Chile donde hizo amistad con Victor Jara, Isabel Allende, su padre Salvador y Pablo Neruda de quienes adoptó su ideario. A la gente le gustaba ver a un gringo que firmaba manifiestos contra la guerra de Vietnam. Pasó a Argentina donde tuvo su propio show de televisión y protagonizó su primera película. Sus ideas se radicalizaron y cuando los militares llegaron a Chile y Argentina, Dean fue expulsado. Se fue a España y a Italia, desde allí fue a Helsinki, al Congreso Mundial de la Paz como miembro de la delegación de oposición argentina, donde protagonizó un rocambolesco incidente que terminó con Dean cantando y haciendo corear a los congresistas himnos de protesta contra el racismo yanqui. El delegado soviético Nikolai Pastoukov vio una oportunidad de oro y le invitó a Moscú. Reed no lo dudó.

Sus discos se vendieron por millones, hizo cientos de conciertos por 32 países, abarrotando stadiums coreando sus canciones. Protagonizó, produjo y hasta dirigió más de 20 películas. En 1986 murió en extrañas circunstancias en Berlín Oriental. Pero ese es otro tema. carlos.managerman@gmail.com

EL BAR CIRCUNSPECTO/Roberto Echeto ®

Bar (Del ingl. bar, barra).
1. m. Local en que se despachan bebidas que suelen tomarse de pie, ante el mostrador.
2. m. Cierto tipo de cervecerías.
DRAE


Nos gustan los bares; nos fascinan las botellas ordenadas detrás de la barra, la oscuridad casi sólida que se esparce por sus predios, la atmósfera fría y cómoda que conforma un útero de humo en el que se habla y se llora o se sufre y se ríe.

Hay bares siniestros, donde hasta el ron es de mentira. En cambio hay bares fascinantes con cómodas butacas, cuadros bonitos, paredes de madera y algo que no tiene precio: calma, tranquilidad, nada de Olga Tañón a todo volumen; silencio, aire acondicionado, ruido de copas lejanas y más silencio.

A nosotros nos regocijan los buenos bares, pero no nos gusta beber en exceso; nos fastidian los borrachos, sobre todo los que disertan, los que comienzan a darte palmadas en la espalda, los que lloran dementados o, peor aún, los que te invitan a navegar (otra vez) por las aguas siempre turbias del arroyo inmundo de la vida galante. Debe ser que se nos estamos poniendo viejos y que comenzamos a ver la belleza de los bares (y del mundo en general) con ojos tranquilos.

A diferencia de los bares, las tascas se caracterizan porque todo en ellas es exageración. Por lo general, sus barras tienen una especie de telón hecho de jamones que penden casi a la altura de las cabezas de quienes se sientan allí a beber cerveza y a comer tapas de distintos calibres, mientras en el fondo, y detrás del barman, siempre hay un televisor encendido que replica el mismo partido de fútbol o de béisbol que difunden los demás televisores esparcidos por todo el local. Otras veces, quien visita una tasca, pasa por debajo de una suerte de instalación también hecha de jamones serranos que, en esta oportunidad, cuelgan de todo el techo del establecimiento, haciéndonos creer que estamos debajo de una suerte de «Penetrable» de Jesús Soto, pero conformado por cientos de deliciosas patas de cerdo. Lo único que Roberto pide para creer en la bondad de tales instalaciones es que los jamones sean reales y no burdas réplicas de yeso diseñadas para imitar los jabugos y los patas negras de la vida real.

La tasca vista como restaurante es distinta a la tasca a la que sólo se va a beber y a intercambiar opiniones al compás de la música apocalíptica de un hombre-orquesta que canta por igual saetas y merengues. Esa tasca, la de la rumba, es heredera de aquel lugar al que las señoras de antes llamaban «botiquín», proponiendo con tal nombre una evidente relación entre el alcohol que sirven en el bar y el isopropílico que debe haber a borbotones en todo gabinete dispuesto para ofrecerle los primeros auxilios a quien los necesite. En los botiquines había rockolas llenas de boleros indecibles que ponían melancólicos a aquéllos que no bailaban con las ficheras y que se quedaban sentaditos, rumiando sus cuitas en medio de la colorida niebla de sus propios cigarros.

Pero a nosotros no nos gusta el manido patetismo de esos lugares. Nos fascinan los bares en los que no importa si pides un Campari con jugo de naranja o un bull shot porque hay infinitas botellas en la barra mostrando sus etiquetas y un barman que se sabe todas las claves para combinar sus respectivos contenidos.

Así como los niños van a la guardería, los adultos vamos al bar. Los infantes juegan con plastilina y los grandes nos divertimos dibujando sobre las servilletas y bebiendo cualquier maravilla líquida que nos ayude a salirnos del mundo real durante dos o tres horas.

Un bar, una pata momificada de jamón serrano, una cerveza, boquerones, tortilla, maní… La felicidad adquiere las formas más extrañas, pero está siempre a la vuelta de la esquina.

Salud.

domingo, 19 de agosto de 2007

BEBER EN LA ARENA / Pablo Antillano


Entre los artistas de Playa El Agua y Playa Parguito circulan unos cuantos tatuadores. Agarran el tobillo de la muchacha y le graban con tinta indeleble el vuelo congelado de una mariposa, las contorsiones de una serpiente o la ponzoña artillada de un escorpión. Algunos les ofrecen, también, anillos para los dedos de los pies, piercings en el ombligo o inquietantes esclavas que compiten con la luz.


Ella se entrega con los ojos entrecerrados, mientras él la sostiene por el sóleo. Ella cuenta una bandada de gaviotas. El afina levemente los dedos en el tendón de Aquiles. Ella cuenta los veleros que se alejan al oriente. El recorre con el pincel los nervios terminales de los gemelos. Ella inhala el perfume nítrico que vuela en el salitre mientras él ve, de reojo, cómo las pinceladas mas largas le soliviantan la tenue vellosidad de los muslos.

Pero entonces, a él le da por hablar. Emprende un soliloquio incandescente preñado de autobombo y autoconmiseración. El monólogo aviva la somnolencia de la muchacha pero en cambio dispara el dolor de cabeza del resto de los vacacionistas que, batiendo un escocés, comparte con ellos unos pocos y apretujados metros cuadrados de Playa Parguito.

MONOLOGO Y SEDUCCION

Ella imagina su cuerpo totalmente cubierto por ideogramas chinos. Él le cuenta que le clonaron la tarjeta de débito. Que fue a la agencia de Corbanca en Delicias Norte, allá en Maracaibo, que hizo una cola de dos horas, que lo atendió un gerente, que le hizo llenar una planillita. Que no le oyó bien el cuento, que le habían extraído 150.000 bolívares diarios de su cuenta de ahorro, que él nunca tocaba. Que le habían sacado dos millones. Que el gerente sugirió que había sido su hermano o uno de sus hijos. Que él le dijo que no tenía hijos y que su hermano vive en Miami. Que se quedó sin esperanzas y que por eso se vino a Margarita para hacer tatuajes.

Ella imagina su cuerpo tatuado de nenúfares, de corazones flechados, de los signos zodiacales de sus amantes. Él le cuenta que se le borró la tarjeta del celular, que era un super Motorola, que una chica de Movistar le dijo que el código de su equipo no aparece registrado, que se comunicara con asterisco no sé qué. Que el operador busca en la pantalla y le dice que todo está bien, que se dirija a uno de nuestros operadores autorizados. Que este otro operador le dice que el registro está bien pero el código no aparece, que se dirija a Motorola. Que en Motorola le dijeron que el chip de la tarjeta electrónica se borró, que si quiere lo deje para ver si aparece una tarjeta similar y que el costo por sustituir el chip o por reparárselo cuesta como uno nuevo...

Ella no escucha nada, ella siente el pincel y el aroma del mar, piensa en su cuerpo tostado, siente las gotas del sudor que bajan desde el cuello, sueña con su cuerpo totalmente cubierto de tatuajes marinos, velas de barcos, gaviotas, flores nocturnas y caricias. El le dice que a su madre le apareció un cáncer en los ovarios, que la empresa de seguros médicos no quiere reconocer nada porque la enfermedad apareció a los quince meses de haberse firmado la póliza. Que dicen que es muy poco tiempo. Que ella sabía. Que no pagarán nada..

Las sillas de extensión que rodeaban al tatuador y su víctima fueron abandonadas progresivamente. El sol abrasador del mediodía se apoderó del área, protegió a la muchacha con su arte de sopor y somnolencia, y se la llevó a los jardines invulnerables del ensueño.

miércoles, 15 de agosto de 2007

FINAL FELIZ (click aquí)

QUE BUEN RATO PASO EN ESTA BARRA / Claudia (Dacha) Nazoa


Queridos amigos:

Primero una confesiòn vergonzosa: soy casi abstemia. El “casi” me salva. Dos Old Parr con agua, dos copas de vino, dos cuba libre son mi lìmite. Misteriosamente aguanto màs con el tequila y los aguardientes fuertes, como el eau de viè de los franceses o el tzuica de los rumanos o la grappa italiana, que en el fondo son la misma caña blanca en diferentes lenguas. Como lese consta, prefiero el yoga, un gimnasio o una montaña a un sitio cerrado.


Se preguntaràn que hago entonces sentàndome religiosamente en vuestra barra virtual, ya que en las reales casi no me siento desde la època gloriosa cuando los generosos poetas de TABLA REDONDA dejaban que una carricita, insoportable y quinceañera, se codeara con ellos y hasta me publicaron en su revista...còmo eran de nobles Sanoja, y Guedez y Acosta Bello, para comenzar con los ya idos, y el enorme Rafel Cadenas, que nos dure muchos años, y Darìo Lancini, entre otros. Yo tambièn me lo preguntè y la respuesta es que me siento en esta barra y la disfruto porque soy una cuasi abstemia que ama a sus bebedores, eso me permitiò ser amiga de por vida de borracho tan insignes como el Negro Carlucho Gonzàlez Vegas, me deja ser hermana de La Bicha Berenice y me mantiene a los pies de Super Marisela Berti, quien ademàs de guapìsima es el ser màs divertido de la galaxia con un trago en la mano. Soy una no-bebedora que odia a los talibanes abstemios, en realidad alos talibanes de cualquier cosa, signo y color, Y tengo bar en la casa para mis borrachos, asi como soy una no fumadora que tiene ceniceros a montòn para sus amigos fumones.


Tal vez esa tolerancia me viene de mi encuentro cercano y temprano con el gran Carlucho, a quien conocì teniendo yo 11 , primer año de bachillerato y muchas ganas de hacer teatro , junto con otro carricito llamado Levy Russell, mi compañero en primero A del Liceo de Aplicaciòn. Carlucho era de los "viejos" de 5to. y ya era, orgullosa y declaradamente, borracho. Se escapaba de clases a caerse a palos con el profesor de Biologìa y con el de Educaciòn Artìstica, en un bar con torre de piedra que todavìa existe en la Avenida Pàez del Paraìso. Y era, siguiò siendolo en la vida y hasta la muerte, un excelente actor de comedia negra.


El me quiso y fue mi amigo a pesar de mi "abstemismo", aunque a veces me odiara por eso y me acusara de fastidiosa, sobre todo cuando trabajamos junto a otra bebedora insigne, Pilar Romero, mi maestra y guìa en el mundo de la teleculebra. Yo lo quise con su eterno trago en la mano de "laq divina perdiz", su lengua viperina, su inteligencia muriàtica y la sensibilidad vulnerada que escondìa detràs de ese apèndice bìfido.


Todos esos recuerdos, presididos por la inefable voz de vieja del gran Carlucho gritando "la vejez es fea, mi reina" o "el borracho es manso, el borracho es inocente, por què tienen que agredir a los borrachos" me llegan desde los còdigos de tu barra. Si un bar virtual puede darse el lujo de tener su fantasma, como los viejos pub ingleses, entonces
el fantasma de planta de esa barra tuya, tan divertida y bellamente escrita, es alto, negro, viperino y con voz de vieja de comiquita.


Exito, feliz aniversario y ....

SIGAN BRINDADO, VIDA O VIDA, BEBEREMOS ¡!!!!!

DACHA

PD: OTRA COSA QUE ME SALVA, MI AMOR DESMESURADO POR LAS CANTINAS RASCAS DEL DF MEXICANO. CONOZCO LAS MÀS DE LAS MÀS, MIS AMIGOS ME LLEVAN, PIDO DOS TEQUILAS Y DESPUÈS CAMPANEO POR HORAS UNA COCA O CON LIMÒN. ELLOS NO SE ESPANTAN, SON BORRACHOS NO-TALIBANES.

(Nota del editor: las fotograf;ias de los amigos de Dacha Nazoa aquí publicadas corresponden al poeta Arnaldo Acosta Bello, al periodista y poeta Jesús Sanoja Hernández, al cineasta Jesús Enrique Guedez, al poeta Rafael Cadenas y a la muy bella Marisela Berti, en el papel de Zarina en una de sus telenovelas. TRataremos de encontrar de Carlos González Vegas , de Darío Lancini y los otros que se pusieron difíciles)

LA TERTULIA UN VIERNES / Julio Bolívar


Salvador Caupolicán y Mary Ferrero

Al parecer las barras de las tasca caraqueñas recuperan su viejo brillo. O al menos es la ilusión que nos crea Código de Barra. Siempre habían sido el lugar para recalar los viernes y el lugar en donde contábamos nuestras historias privadas, que se hacían públicas no más nombrarlas en esa conversación sin fin. Lugar de mucho ruido y muchas nueces. Lugar de amores y desamores. Nunca tercer lugar para la conversación serena, más bien para la fabla agitada en donde parte de las palabras eran inventadas o imaginadas. Lugar para recordar de donde venimos y hacia donde vamos. Lugar de sabores variados e irrepetibles en nuestra cocina privada. Lugar, donde el whisky sabe distinto. Abrevadero de nuestra eterna sed. Lugar por donde deambulan las ánimas de Caupolicán Ovalles, Salvador Garmendia. Y Mary Ferrero.

II

Tres días atrás, el viernes al mediodía, estaba con Amelia Hernández y Aura Marina Boadas en la Tertulia. De pronto un sociólogo vestido de Tulio Hernández me pregunto por Pablo Antillano. Debe estar en alguna barra, le contesté. Impaciente Tulín subió a la parte alta de la vieja tasca, bajó con el celular en la oreja y se fue, creo que se encerró en La Cita, sospecho. A dos mesas de nosotros estaba un señor que hablaba alto de las cosas que se hacen en la revolución. Era uno de esos cineastas de una sola película en sus obras completas, que creen de verdad que están en una revolución. Era en verdad estridente. Lo bueno es que su verdad la repetía como si el mismo dudara de lo que afirmaba y quería convencernos de algo crítico que sucede en el gobierno, o va a suceder y él era el adalid de esa verdad y de la honestidad. En verdad lo crítico es que suceda un gobierno como este. Las tascas dan para esta diversidad y esta tolerancia. Casi al final de mi tarde lo vi abrazar a una formidable oponente. Sentí que por encima de todo se querían y estaban dispuestos a tolerase para siempre. Ojalá.

10 de agosto de 2007

martes, 14 de agosto de 2007

LA PRIMERA VEZ DE TATY / Petruvska Simne


La primera vez que entré a un bar tenía doce años, -me comentó Tati- y sonreía al recordarlo. Taty es mi amiga desde cuando yo vivía en la avenida Victoria, hace unos cuantos años, y todavía hoy nos visitamos para hablar de nuestras vidas. Destapamos el vino que trajo y continuó hablando de la primera vez que entró a la penumbra de un bar.

-Mi padre trabajaba en el Registro Subalterno como escribiente y llegaba a las cuatro y media todas las tardes. Se cambiaba de ropa y se iba al bar de las Tres Esquinas hasta la hora de cenar, que en mi casa se oficiaba a las siete. Digo oficiaba porque la cena era un acto casi litúrgico, pues se seguían las mismas normas todos los días del año y era en realidad el único momento de nuestras vidas que realizábamos una actividad juntos: al sentarnos, por ejemplo, nos persignábamos, dábamos gracias al Creador, y en seguida mamá comenzaba a pasar las bandejas de comida, aunque nadie hablaba nada nos comunicábamos con gestos y miradas y sólo papá hablaba para alabar la sazón de mamá, y para comentar lo que le había costado ganarse el dinero que servía para alimentarnos diariamente. Pero ese día no llegó a la casa a cambiarse y mi mamá conociéndolo como lo conocía me dijo: Tatiana del Carmen, vaya al bar de las Tres Esquinas y dígale a su papá que la cena está lista y la mesa puesta, y esa orden fue como la revelación de que el apocalipsis estaba a la vuelta de la esquina. Me dio como un susto grande y pesado entrar al lugar en cuestión. Traté de hacerlo rápidamente, aunque el apuro no logró evitar mi decepción, pues había imaginado un sitio brillante, reluciente, oloroso a trajes costosos, lleno de hombres y mujeres enfrascados en amena conversación: en cambio vi una larga, oscura y triste barra, llena de borrachitos tambaleantes, hablando a gritos. Y en la mesa del rincón, dándole una bullanguera nalgada a la negra Caridad, estaba mi papá, celebrando que había ganado la partida de dominó.

lunes, 13 de agosto de 2007

AQUÌ VA MI HISTORIA EN UNA BARRA DEL DF EN MÈXICO./ Carlos Zerpa

¿Cuánto le debo cantinero?...
Son cien pesos joven...
¡¡Ja!!! Me encanta que me digan joven... bueno son cien pesos, pero al menos me llevo una buena historia para escribir en mi cuarto de hotel. Estoy en el bar “Isabel La Católica”, en pleno centro histórico y a pocas cuadras del Zócalo, en este bar de mala muerte y de muerte lenta, tomándome una chéla fría, una Victoria acompañada de un Tequila Sauza Hornitos, a la manera Tex Mex.

Este lugar está lleno de vaqueros, parece que estuviera en la frontera con Texas, en Tijuana o en Tecate, pero estoy en el mero DF... la barra del bar es de fórmica verde imitando mármol, las paredes atiborradas de fotos de artistas Mexicanos, fotos de: Jorge Negrete, Cuco Sánchez, Pedro Infante, Tin Tan y Agustín Lara, este bar, lleno de hombres con sombreros ala ancha y botas de piel de serpiente cascabel, todos serios y con bigote, todos con la vista fija en la televisión mirando el fútbol. Para mi tan solo son un equipo con uniforme azul y otro con uniforme amarillo, pero para sobrevivir en este sitio, me mimetizo, me fijo que todos van a los de camisa amarilla y yo... pues también... ¡métele un gol changuito, pendejo de mi vida, amor de mi vida, pendejo de mi amor!!!!

Me tomo mi Tequila con mi cerveza fría, que llega con cacahuates y papas fritas, bebo la cerveza directo de la botella sin usar el vaso, así directo del casco cuate, de la punta, del pico, como nos las tomamos todos en la barra... el de al lado no toma chelas, ese toma cubas, ya anda muy cuete tomando coca cola con ron Jamaiquino y ya no puede ni beber... ¡chiiiiin!!!

Casi un gol, pero el arquero de amarillo la desvía y la saca fuera del arco, todos brindan y yo también, aquí todos se conocen, toman Tequila, ron blanco, cervezas o cubas, llegan unos mariachis y cantan: “Que bonitos ojos tienes, debajo de esas dos cejas, debajo de esas dos cejas, que bonitos ojos tienes...” llega mi segunda Tequila Hornitos 100% agave y mi segunda Victoria bien fría, todos brindan y yo también, llega una pareja de Alemanes con su diccionario y se sientan en una mesita a tomar cerveza, yo ando solo, me llamo Mr. Solo, ¿pero donde están mis amigos Mexicanos? ¿Dónde está el Luis Motta, el Joe Rocker, la Olga Margarita, el Santiago, la Milena, la Julen, el Jorge Lesc, la Maris, Victor Muñoz, Xavier Bermudez, la Ruiz....donde coño están?

Solo hay tres mujeres en este bar, las tres usan suéteres grises con un zipper hasta el cuello, toman también cerveza directo de la botella, se besan con algunos y se abrazan con otros, me doy cuenta que las tres usan pantalones gruesos de algodón color azul marino, que usan botas negras, altas de cuero y trenzadas, me doy cuenta que las tres son policías.

En la pared y al lado del televisor hay una imagen de la Virgen de Guadalupe, en brillantina, lentejuelas y con luz de neón, los Mariachis cantan “El Rey”... “Una piedra en el camino, me enseñó que mi destino, era rodar y rodar, rodar y rodar, rodar y rodar...” yo pago la cuenta, me siento como una piedra rodante, like a rolling stone, ¡coño cien pesos!!!!! Salgo a la calle y me voy al hotel, la noche está fresca, en verdad hace frío, me gusta el frío, me protege mi black lether jacket, ¿dónde chingao está mi cuate Jorge Lescale? De seguro vestido como el Zorro, con su capa y su espada, cabalgando la noche, ¿por qué chingao tengo que escuchar a esos Mariachis y no a Frank Zappa? Justo hoy que me he comprado el doble CD “Guitar”... y no tengo en mi cuarto donde escucharlo, en la pared justo antes de entrar al hotel veo un dibujo de un conejito blanco que sentado lee un libro titulado “Toñito”.

Llego al cuarto, me doy un baño de agua tibia, me dispongo a escribir esta historia, me tiro en la cama a escribir esta historia... mañana será otro día… puta madre tengo pronto que cómprame una lap top y un CD player portátil…Carlos ZZ Zerpa

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