jueves, 26 de febrero de 2009

lunes, 23 de febrero de 2009

DIA UNIVERSAL DE LA SALSA/ Carlos M. Montenegro



http://www.ucla.edu.ve/publicaciones/notasmusicales/Numero3/paginas/biografia.html

Hoy ha pasado por mis manos – no sé cómo, ni de parte de quién – el dato de que en estos días fue, en algún sitio, día nacional de la salsa; pero perdí el dato y he indagado donde hoy se busca todo: en Internet, con la sorpresa de que “El día de la Salsa” no existe, lo cual me parece un desafuero y quiero exigir, desde ahora mismo, que nos “aboquemos entre todas las personas humanas” que sea posible reunir, a determinar qué día va a ser el “Día de la Salsa”. Hay uno en Puerto Rico, otro en Cuba, hasta los españoles y los franceses tienen su día nacional de la salsa. Claro que con los latinos no hay remedio: ni con la salsa nos ponemos de acuerdo.

No creo que sea mucho pedir, pues hay “Días Universales” de un montón de boberías. Además debiéramos aprovechar que en estos días no se vislumbra ningún nuevo referéndum, con lo que, en este paréntesis de carnaval, serían unas estupendas jornadas de reflexión para ver cómo ponemos de acuerdo a la humanidad. Y si no se puede, pues tratemos de hablar (ya saben ustedes con quién) y que nos monte un referéndum cuanto antes, para tan laudable cuestión, pero eso sí, que no termine este año sin que tengamos el “Día Universal de la Salsa”. Puede que en Venezuela ya exista pero no sé; yo por si acaso, respetuosamente, propongo algo que he tomado del escrito de un señor llamado Carlos José Varela: que sea el 5 de Octubre.


Aunque se acepta que la música afrocaribeña nació en
Cuba, que se desarrolló muchísimo en Puerto Rico, que se vinculó con el Jazz en Nueva York, y que cada país, especialmente de esta área, le ha ido aportando condimentos. El señor Varela tiene un punto, a mi entender, indiscutible. Y es que el 5 de Octubre de 1933 nació en Caracas, nada menos, que el señor Phidias Danilo Escalona, el locutor que bautizó como “salsa” a ese género que da carácter y unidad cultural a un montón de naciones del Caribe y desde sus programas de radio, todos los días le echaba su poquito de sazón al asunto, y con su particular voz barnizaba con “bembé” cada canción que comentaba y ponía a sonar.

Yo apoyo esa moción del señor
Varela a quien, por cierto, no tengo el placer de conocer, no hay que dudar ni un ápice de su congruencia y tino, pues puedo dar fe de que lo que señala fue absolutamente cierto, ya que conocí y traté a Phidias durante los años sesenta del siglo pasado, creo que nunca pretendió bautizar nada. Lo que ocurría es que él era pura salsa y bembé de verdad; sabía un montón de esa música. Era un “fenómeno nacido de la radio”, pues pocos profesionales podían presumir de haber pasado desde niño por todas sus áreas.


A mediados de los años sesenta, desde su programa “La Hora de la Salsa y el Sabor”, transmitía en vivo cada mediodía, desde un pequeño auditorio en Radiodifusora Venezuela, con la orquesta de Pedro J. Belisario y Víctor Piñero. Su vínculo con la salsa y los salseros es historia; pero aquel profesional bohemio, bonachón y amigo generoso, desde aquel mismo estudio, presentaba también a diario grupos de pop y rock, porque conocía y gustaba de todos los géneros. De ello pueden dar testimonio grupos como Los Claners y Los Impala, entre otros, a quienes ayudó a proyectar eficazmente en sus inicios. No sólo la salsa, el pop rock de Venezuela también es deudor de Phidias.

http://elblogdelbolero.wordpress.com/2008/06/16/victor-pinero-el-rey-del-merecumbe/


jueves, 19 de febrero de 2009

EN BUSCA DE LA REALIDAD PERDIDA/ Pablo Antillano

“ En Las páginas que siguen cuento la historia de mi amigo, el camarada y correligionario Franz Tunda.

Sigo en parte sus notas, y en parte sus relatos.

No he inventado nada, no he compuesto nada. No se trata ya de “poetizar”. Lo más importante es lo observado.”

JOSEPH ROTH

Paris, marzo de 1927

(Prólogo a su novela “Fuga sin Fin”*)

Desde hace tiempo nos hemos acostumbrado a celebrar al periodista que, finalmente, logra escribir una novela o un libro de cuentos, o a aquellos cuya prosa cotidiana es iluminada por metáforas o giros ingeniosos que se atribuyen al mundo de “lo literario”. En cambio, es mucho menos frecuente escuchar los elogios de una gran novela o de un cuento por su condición periodística.

A nadie se le ocurriría decir, por ejemplo, que la novela “India” de V.S. Naipaul o los “Hijos de la Media Noche” de Salman Rushdie podrían tener tanto o más valor que una hemeroteca completa, o que un centro de información documental, para informarnos con lujo de detalles sobre la India contemporánea. Sólo la experiencia de atravesar ese subcontinente, de Mumbai a Chennai, de Agra a Kerala, con ese par de novelas bajo el brazo nos puede ilustrar acerca de la formidable dimensión de su vigor informativo y periodístico, más allá de sus valores históricos, de los poéticos y de sus estrategias de ensoñación narrativa.

O que la novela de Roth, a la que se refiere el epígrafe, es imprescindible para conocer y sentir los avatares de una revolución en sus comienzos. Esta breve novela cuenta la historia de un soldado austriaco que intenta volver a su país tras la derrota astro-húngara en la I Guerra Mundial y que se ve envuelto en la revolución rusa. Nos permite mirar de cerca el amor moralista y combativo de las Natashas, la confusión de las ideas, la refinación e hipercrecimiento de aparato administrativo de los bolcheviques, el espacio de la ambición personal, el lugar del idealismo, la vigilancia permanente, el sentirse observado y no saber quien es el que te observa. Un relato que, para saber lo que pasa, vale más que los ensayos de Preobrazensky o del mismo Lenin, y penetra la realidad con más vigor que el Pravda o el Iszvestia.

“Una revolución sin guillotina –escribe Roth – era tan imposible como sin bandera roja, ...recorría tambaleante las calles de Moscú con las vestimentas rotas y poco formales del ejército rojo, no encontrando otra expresión para su emoción que el texto modificado de La Internacional. Hay momentos en la vida de los pueblos, de las clases, de los hombres, en los que la vulgaridad de un himno pierde importancia frente a la solemnidad con la que se canta. No siquiera los escritores profesionales estaban a la altura del triunfo de la revolución rusa. Todos utilizaban recursos fáciles y escribían palabras gastadas. Tunda no tenía idea de la banalidad de esas palabras, le parecían tan grandiosas como el tiempo en que vivía, como el triunfo que había alcanzado.

A Natasha solo la veía por la noche.

Tenían una cama en una habitación en la que vivían tres familias, y guisaban en un infiernillo de alcohol que alimentaban con petróleo. Una cortina hecha....”

Muchos pueden pensar igualmente, siguiendo este razonamiento, que la mejor información sobre la conmoción política e institucional que sacude hoy a Venezuela no se encontrará más tarde en los ensayos o en los periódicos, sino que se preferirán los relatos, los poemas y las novelas, especialmente aquellas novelas en las que la auto-conciencia de los personajes es atenuada, en las que las ideas jueguen un papel más modesto y en las que se permite el milagro de la trasmutación entre el cuerpo de la realidad y el de su expresión con menos interferencia.

Los secretos de este encuentro entre la realidad y su expresión se muestran como desafíos apasionantes para nuestro Rafael Cadenas cuando lee para nosotros la carta de Keats a Richard Woodhouse (1848):

Keats se acercó a eso – dice Rafael Cadenas—con una inocencia que está en el campo mismo al que nos conducen sus palabras, allí donde la realidad brilla recuperada, con la fuerza que le es propia, pues no está mediatizada por ninguna identidad, y sus relieves se sienten incrementados, como en el niño para quien el mundo tiene un esplendor intenso que después desaparecerá, y los colores arden y los sonidos traspasan y las texturas hablan, pues no hay barreras que produzcan opacidad y es como si unos cuerpos penetraran en otros y ya no hubiera cuerpos sino un puro sentir, o como si los cuerpos, ya sin sus defensas, entraran en otro tipo de comunicación en que todo se compenetra.”[1]

Entonces –concluye -- la realidad ha de mostrarse tal como es, con su peso propio, su fuerza, su misterio, libre de la cortina de ideas que impide sentirla.

* Roth, Joseph. Fuga sin Fin. Acantilado, Barcelona, España, 2003

Fotos de Joseph Roth y de José Stalin: una revolución sin guillotina era tan imposible como sin banderas rojas...



[1] Cadenas, Rafael. Realidad y Literatura. Universidad Simón Bolívar. Editorial Equinoccio

ARMANDO CLOSE-UP EN LA BARRA / Tulio Monsalve

La novela de Armando Coll se inicia con nota sobre una barra de Le Club. El novelista habla de asuntos de la noche y sus complicidades y de habitantes que hacen espacio en botiquines pedantes. Locales de moda para escaladores y desplazados de las notas de las paginas de los sociales.

Descubre parte del problema del alcohol bastamente consumido pero mal administrado. Me refiero cuando no hace efecto enervante e impulsa los ingenios y la gracia, sino que marca caminos a la angustia y reduce el raciocinio y crea mucha desesperación. Ingesta que se hace dramática en cierta clase media que sigue sin entender lo que está pasando en el país. Que todavía no acepta que esto cambió, que nuestra sociedad tiene otros valores y otras reglas y sobre todo otros actores. Entre estos actores que muy mal ejecutan su papel por que no comprenden el escenario, se mueve el novelista Coll. Con buen arte y excelente oficio hace crónica con estos desvencijados seres y los desmenuza y luego crea sus personajes.

Su narración se abre desde los espacios de un lugar de “siempre” que reinauguran, Le Club. Pieza del esparcimiento que fue construida con el desecho de los chismes de la farándula y sirve de alojamiento a los duendes del ocio y vaguedad de una desfallecida clase que no sabe y menos comprende en que país se encuentra. Allí inicia su disección de ese sub mundo, cuando alguien en el ambiente del besamanos, saluda tendida y efusivamente a Gloria. Quién la acompaña, le pregunta ¿Quién es él? . Responde que no sabe: N-p-i. Se descubre el lance de quienes quieren figurar que estos lugares de moda y saludan a los periodistas queriendo ser objeto de alguna línea de la crónica que en algo mengue su anonimato. El juego del “Verse y dejarse ver”. Vanidad, jactancia, son el slogan de este no lugar, caraqueño.

En medio de un trago y mientras piensan en el próximo. Desde esa barra miran y delatan ese muestrario de retazos e hilachas sin sentido cuya ausencia destruiría esa entumecida e inculta clase media. Ella, Gloria y el Augusto Márquez, saben que sin esta materia humana que los rodea y contamina perderían el sentido de sus vidas. Ella relacionista publica y él periodista de farándula, este dúo, esta compañía, esta compleja sociedad, difícil de imaginar y complejo de mantener, constituye la dupla que Armando Coll crea para contar su ultima novela, Close up. Alfaguara 2008

Resalto que mientras algunos escritores y periodistas en su desespero no encuentran sino el recurso del abatimiento y la dolorosa crónica morbosa como expresión, Armando Coll escribe. Su novela sin duda tiene que ver con la forma como cierta desamparada clase social evita el tema de la realidad y la evade refugiándose en lugares adonde la noche de los privilegiados tiene asiento.

Armando Coll trabaja ese espacio de la comunidad y ahí, escarba. Analiza y describe: los cuidados músculos de la gente, sus liposucciones, botox o su look u otros productos que brinda el “fitnes” que le da apoyo a quienes sufren la angustia del anonimato o por que escasean sus “levantes”. Tal como dice en la Pág. 53 “ La envidia, ese terrible padecimiento de las muchachas pasadas de kilos y atacadas por el acné”. Esa es parte de la materia prima de su cuento. Pero Coll no se entumece sino vitalmente ocupa y agita y muestra una parte del problema social de esta eternamente dividida República.

Evita lo que otros, que se dedican a desfigurar los nuevos modos de la antropología en proceso de creación. No comulga con las manifestaciones preferidas de los quejosos, que se dedican de forma bastante ingrata a exaltar hasta el paroxismo y el lloro su visión negativa de la vigente realidad política del país. Lloran por las colas. Gimen por una inseguridad que nunca los toca. Hacen pucheros por que falta el aceite y el papel sanitario. Gimotean por la basura del centro pero no por la de Chacao. Sollozan por la “tacita dorada” que es Bogotá, no por sus crímenes y ejecuciones nocturnas. Suspiran por el clima de Miami. Suspiran por todo y sufren por todo.

Plañidera que se ha hecho tan corriente que llegan hasta los editoriales de la falazmente denominada “gran prensa nacional”. El autor de la novela obvia este esqueleto de la amargura, por improductiva y como literato sigue dando fe de la buena potencia y salud de nuestros productos del intelecto.

Rescato, por acertado, lo que presenta su novela en la, Pág. 142, para aquellos que no lo saben, presenta ciertos lugares clásicos de la ciudad y escoge, entre otros, para hacer vivir la memoria el Restaurante Le Coq D´Or y reconozca aun sin proponérselo el papel que tuvieron en esa época ese trío de respetables restauradores, Antonio Martínez, Bartolomé Pol, el chef Eugenio y el barman Alfredo, que con tesón construyeron un lugar adonde había respeto por el buen comer y se trataba con rigor y cuidado a los fogones y a los clientes. Me refiero al período de Ave. Solano y luego de Sabana Grande (Ave. Los Mangos), por que al trasladarlo y empotrarlo en Las Mercedes no han logrado sino atraer a su barra a yuppies o banqueros con deudas insalvables con la justicia, para que entre todos degüellen el buen comer y conviertan el lugar en un clásico, escandaloso e insoportable bebedero. Triste, muy triste final. A pesar del desastre mi paladar aún celebra sus “sesos en mantequilla negra”.

Los personajes de Coll son piezas que viven del sentimentalismo y la nostalgia. No quieren entender que esta Venezuela cambió, esto ya es otra cosa, parece decirles: no sigan soñando ni mirando para atrás porque van a quedar petrificados como la mujer de Lot.

Sean dignos, eviten la tragedia, parecería ser la conseja que nos hace Armando Coll. Finalmente recomiendo la lectura de este autor que seguro no va a ser reseñado por las “paginas culturales”, ese otro club de selectos escogidos y manejados por paquidermos de la política, que ahora se centran en la mediática, pero que son ajenos a las masas, ….. ojala me equivoque.

miércoles, 11 de febrero de 2009

NO SE PUEDE VIVIR CON TANTO VENENO/ Shakira




O
http://www.youtube.com/watch?v=K1F8MHNroeE

NO / Raúl Azuaje

GÉNERO Y CERVEZA/ Click en las fotos


lunes, 9 de febrero de 2009

NO / Armando Manzanero

No, porque tus errores me tienen cansado
porque en nuestra vida ya todo ha pasado
porque no me has dado ni un poco de ti

No, porque con tus besos no encuentro dulzura
porque tus reproches me dan amargura
porque no sentimos lo mismo que ayer

No, porque ya no extraño como antes tu ausencia
porque ya disfruto aun sin tu presencia
ya no queda esencia, del amor de ayer

No, aunque me juraras que mucho has cambiado
para mi lo nuestro ya esta terminado
no me pidas nunca, que vuelva jamás

LA TESIS DE MANOLO/Oscar Hernandez Bernalette


Manolo es uno de los barsianos guardianes” de La Candelaria en Caracas. Por cierto, no guardian en el sentido policial sino en el del alma. Su vida transcurre entre su trabajo como distribuidor de alimentos del mar y el disfrute de las mismas tabernas muchas de las cuales el mismo provee. Las visita y disfruta. Esto me lo cuenta Pablo su amigo. Su tesis con relación a como debe ser el trato entre quien te atiende en un bar o restaurante es bastante distinta a la que por lo general muchos de nosotros practicamos. Su propuesta es confrontacional y de lucha por los derechos del consumidor de las tabernas de esta parte del mundo.

Manolo, con su vozarrón gallego, su presencia imponente y con actitud de que todos los que están en esta mesa son mis amigotes, ( y ahi en la foto lo vemos con Nabor Zambrano en el Guernica) nos reclamó, por el simple hecho de dar las gracias a un mesonero, ¡qué es eso de dar las gracias a ese, pues ese su trabajo y ustedes son los pagan!...oportunidad para desarrollar lo que hemos llamado la Tesis de Manolo. Afirma: ¡ustedes los venezolanos no saben tratar a esta gente de los bares! Si los tratan mal se quedan callados, si no les gusta la comida dicen que esta mas o menos, cuando ven la exagerada cuenta se hacen los que tiene más plata de la que ganan, en fin, en una barra se va para que nos atienda, ellos están en esa obligación de atendernos bien, darnos una comida como corresponde, porque al fin nosotros pagamos y ellos nos prestan un servicio, exclamó . Entonces Manolo nos repitió incesantemente esta, su tesis, de a rato se la aplaudimos, otra lo ignorábamos, especialmente cuando subía el tono y la agresión era parta de su verbo. Eso sí, jugarreta entre amigos y de allí no pasó. Sin embargo, me quedó la duda y coincido de que en el fondo somos malos “habitúes” en los restaurantes, por lo general no exigimos, somos conformistas y como al fin y al cabo lo que queremos es pasarla bien ¿ para qué pelear con los mesoneros o los dueños del lugar por no corresponder con la "boloña" de dinero que tenemos que pagar a la final de la jornada? . Excepciones existen, entre ellas un asiduo escritor de estas páginas.

Lamentablemente en este país estamos presos ante cualquiera que no brinde un servicio. No hay un lugar en donde uno le toque estar del lado de afuera para que quien nos debe servicio nos trate con desprecio. Sea en el banco en donde tenemos nuestro dinero, sea ante el burócrata de cualquier signo. Manolo, con su simpleza y las manos tan grandes como sus advertencias, nos dijo unas cuantas verdades que bien las conocen los guardianes de la Candelaria, comer y disfrutar por esos lares no solo es caro sino poco gentil para quienes no somos “habitues”. Por cierto, ¿ alguna organización nacional o internacional ha logrado descifrar a quien se le ocurrió el diseño del baño de Caballeros del famoso Guernica?. Una vez más la generosidad del Caraqueño omite esas pequeñas aberraciones del respeto al usuario. Cómo que tiene razón Manolo. Terminamos siempre dando las gracias por que nos den a medias lo que nos corresponde.

domingo, 8 de febrero de 2009

MARCHA OPORTUNA


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