Mostrando entradas con la etiqueta IBSEN MARTÍNEZ. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta IBSEN MARTÍNEZ. Mostrar todas las entradas

sábado, 14 de junio de 2008

ORFEO, LO QUE DE ÉL QUEDA/ Ibsen Martínez

(EN TORNO A UN POEMA DE EUGENIO MONTEJO/Ibsen Martínez)

1.-


El mito de Orfeo, tan frecuentado y enigmático, le sugirió una vez a Montejo un poema que yo, en lugar de asociarlo con Rilke o con el sesudo y bien averiguado ensayo de Ivan Linforth, tan caro a los junguianos, invariablemente asocio con Thelonius Monk y con Dinu Lipati y con Bud Powell y –les juro que no es una "boutade" de aficionado al jazz latino–, también con "Chano" Pozo.

La cosa funciona en los dos sentidos: puedo estar escuchando, por ejemplo, " Pannonica" de Monk, o "Celia" de Bud Powell, o la "Partita #1 " de Bach por Lipati, u "Only Child" de Bill Evans o las "suites francesas" de Bach por Glenn Gould y me da – whisky y neuroreceptores mediante- por trastear con la "Antología de la Poesía Hispanoamericana Moderna", compuesta por Guillermo Sucre, hasta dar con el poema de Montejo. O bien voy del poema al estante de los discos compactos.

El único de esos mis intérpretes favoritos, muertos todos en plena juventud, pero que siguen haciendo música –igual que la cabeza de Orfeo, aun cercenada por las Tracias, siguió cantando mientras flotaba a la deriva en el Hebro hasta encallar con todo y lira en la isla de Lesbos–, y que no fue pianista es "Chano" Pozo. Tratar de explicar esa excepción me derrota por completo.

La cosa se manifiesta tal como se las cuento: me tomo un par de tragos al final de la jornada y me da por escuchar, pongamos por caso, temas y temas de Bill Evans. Siempre llega un momento, en que al borde del "bueno, ya estuvo suave: ¡ a dormir!", me da por pensar en mi hermano muerto prematuramente –también él pianista–y en el poema de Montejo del que, sin ayuda de la Antología, sólo puedo recordar el primer verso :

" Orfeo, lo que de él queda ( si queda)."

Lo comparto enseguida:


2.-


ORFEO

Orfeo, lo que de él queda (si queda),
lo que aún puede cantar en la tierra,
¿a qué piedra, a cuál ánima enternece?
Orfeo en la noche, en esta noche
(su lira, su grabador, su cassette),
¿para quién mira, ausculta las estrellas?
Orfeo, lo que en él sueña (si sueña),
la palabra de tanto destino,
¿quién la recibe ahora de rodillas?

Solo, son su perfil en mármol, pasa
por entre siglos tronchado y derruido
bajo la estatua rota de la fábula.
Viene a cantar (si canta) a nuestra puerta,
a todas las puertas. Aquí se queda,
aquí planta su casa y paga su condena
porque nosotros somos el Infierno.

Muerte y memoria, 1972

3.-


El extraordinario ensayista que fue también Montejo resplandece en su discurso de aceptación del VII "Premio Internacional Octavio Paz".

Hacia el final del mismo, Montejo interroga la idea que cada quien se hace del poeta en los tiempos actuales y de "cuál misión se le supone tácitamente encomendada."

El poeta ofrece algunas respuestas, como la del brasileño Casiano Ricardo, por ejemplo. O la de Mallarmé que, a más de un siglo, no han logrado todavía reducir a tópico. Al cabo, Montejo llama la atencion sobre una que, en sus propias palabras, "cuenta con el prestigio de provenir de la era prehispánica, ya que se debe a los náhuatl. Para ellos, que veneraban las formas de expresión noble y cuidadosa, según afirma Miguel León Portilla, el poeta o narrador, el Tlaquesqui, era aquel que al hablar hace ponerse de pie a las cosas."

No sé si a usted, pero a mí me parece que esa definición náhuatl, le calza cabalmente al poeta que los venezolanos hemos perdido y que pudo escribir, en "Trópico Absoluto", cosas como : "Prefiere tu silencio y déjate rodar, / la teoría de la piedra es la más práctica."

Caracas, junio de 2008

jueves, 14 de febrero de 2008

"SIDE CAR" EL COCKTAIL MAS CARO DEL MUNDO/ Gustavo Méndez



“The most essential gift for a good writer is a
built-in, shock-proof shit detector”.


ERNEST ‘PAPÁ’ HEMINGWAY, entre otras muchíiiiiiisimas cosas, fue cazador de grandes mamíferos, pescador de barracudas y peces velas, borracho, soldado, apostador, corresponsal de guerra, boxeador, amante o discípulo de grandes damas de la escena y de la literatura (DIETRICH, STEIN, p.ej.) y, no obstante, quizás no haya sido otra cosa que un escritor. Sólo que su existencia formó parte de su obra literaria en medida tan inusitada que llevó a alguien a sostener la imposibilidad de saber si hacía esas cosas por diversión, por necesidad vital o, simplemente para escribir sobre los contiguos temas del amor y de la muerte. Es verdaderamente sintomático que su relación con EZRA POUND haya consistido en intercambiar lecciones de boxeo por trucos literarios. Su acelerada relación con la vida y con la muerte la mantuvo hasta el acto final, cuando accionó la escopeta Remington sobre su cabeza, en 1961. “El mundo mata a quienes no se doblegan” había dicho, desesperanzadamente, en Adiós a las Armas.

Para lo que nos interesa en esta BARRA, les relato otro episodio de semejante intensidad, aunque sea en otro tono: el 25 de agosto de 1944 se produjo la más fantástica entrada que bebedor alguno haya realizado en una taberna. Ese día se produjo la liberación de París de la ocupación nazi. Como HEMINGWAY no sabía vivir a la orilla de la vida, acompañado de varios individuos convenientemente armados ‘liberó’ la bodega del HOTEL RITZ (15, Place Vendôme) en el propio centro de París que, hasta entonces, había sido sede de alguna agrupación alemana —se dice que la Gestapo funcionaba allí—. Como lo dijo GARCÍA MÁRQUEZ: Hemingway no fue nada más, pero tampoco nada menos, de lo que quiso ser: un hombre que estuvo completamente vivo en cada acto de su vida”

Los acompañantes del momento formaban parte de una especie de comando que el escritor había ido formando desde su desembarco en junio en las playas de Normandía, al inicio como corresponsal de guerra, para luego cambiar la cámara de fotografía por algún arma ligera. El combo era entreverado entre españoles escapados de su guerra civil, partisanos franceses y miembros de la Legión Extrajera, todos con amplia experiencia en el combate contra el fascismo … y, seguramente, en el trasiego de nuevos y viejos vinos. Imaginamos a HEMINGWAY, soltando la metralleta y descorchando botellas de antiguos caldos allí almacenados, brindando con sus camaradas por la liberación.

Pero quizás no sea cierto que la celebración se hizo con vino, pues aun cuando existen varias versiones sobre el festejo, me inclino a creer en la suministrada en formato best seller que, como se sabe, suele tener gran fidelidad en la composición de lugares y circunstancias, aunque no sea mucha su calidad literaria. En ¿ARDE PARÍS?, el francés DOMINIQUE LAPIERRE y el gringo LARRY COLLINS, describen la situación afirmando que PAPÁ entró a la bodega e inmediatamente exigió la preparación de ¡71 martinis!, uno por cada uno de los integrantes de la brigada. También dicen que —aunque en París está prohibido tocarlas— ese día sonaron las campanas de todas las iglesias. Aunque el ‘doblar’ no sea un toque festivo, seguramente PAPÁ afirmó, a la altura de su tercer martini (dry, very dry) que en ese instante, las campanas doblaban por la vida.

A los lectores jóvenes les relaciono el HOTEL RITZ con celebridades contemporáneas: su propietario actual es el millonario egipcio que, en su momento fue el suegro de LADY DI, Mohamed Al Fayed. Fue del BAR HEMINGWAY, que allí funciona, de donde salió LADY DI, acompañada de su novio DODI, a encontrarse con la muerte … seguramente luego de tomar el cocktail más caro del mundo: por apenas 400 euros el visitante puede ingerir el «SIDE CAR», allí inventado y que es una mezcla de champagne, cointreau, gotas de limón y un cognac de 1865.

Años después de aquellos hechos, el escritor español JAVIER CERCAS (“SOLDADOS DE SALAMINA”), para hablar de críticos y gustos literarios, parafraseando la frase del epígrafe, describió a HEMINGWAY, por su vida y por su obra, como un ‘detector de idiotas’ en tanto que ‘a ningún idiota le gusta Hemingway’.

¡Que me perdonen los preceptores de la Escuela de Letras de nuestra UCV!

Las fotos:

Con la Dietrich, en el Normandie, con Mr Charles Ritz, entrada al principal bar del Hotel Ritz en Paris.

COMENTARIO DE IBSEN;

Dos raras fotografías de Papa Hem

La primera, en algún lugar camino a Guadarrama: el coche está en panne

La dama que le acompaña en la otra ( en una foto poco conocida) es Martha Gellhorn, su tercera esposa, una de las primeras mujeres corresponsales de guerra, inglesa de origen, cruzó el canal el 6 de junio de 1944 con un destacamento anglo canadiense, pocos días antes que Hem.

Carlos Baker dice que el brillo profesional de la Gellhorn entabló competencia con el de su laureado marido. La unión conyugal no sobrevivió a la posguerra

Ibsen Martínez




Click aquí