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viernes, 9 de julio de 2010

LA FURIA Y LA PULPOMANÍA


EL PULPO PAÚL Y EL PERIODISMO GILIPOLLAS

http://blogs.elcorreo.com/magonia/2010/7/9/el-pulpo-paul-y-periodismo-gilipollas


martes, 8 de julio de 2008

LA ESPAÑA DE LA IDEA Y DE LA FUERZA/Gustavo Méndez

‘PEPE’ es casi un ser abstracto. Un barman cuya completa identificación no haré. Sienta sus reales en una pequeña tasca de Candelaria que tiene todos los argumentos para ser un pequeño-gran sitio: cálida penumbra; sólida y estrecha barra que nos aproxima a su conductor y a los parroquianos; cerveza de sifón, vino de la casa, jamones colgantes, embutidos, entremeses, tapas, banderillas, ‘tentenpiés’, PEPE es tan discreto cuan generoso en las copas que escancia y tan de pocas palabras que asombra que sea un barman. Aventado de su natal Soria por vaya Dios a saber cuál razón, ejerce su oficio en su pequeña cueva, en medio del mayor mutismo. No se deja alterar por razón alguna, salvo en alguna tarde dominical, en las que rompe el silencio al recibir a un pequeño grupo de hombres de más que mediana edad, personificación de los celtas de la península.

Esas tardes dominicales, los visitantes (y PEPE) se enzarzan en interminables y discusiones acerca de temas como: la existencia de la Atlántida y su posible (o segura) ubicación y desarrollo entre España y África, antes del hundimiento; el Gran Diluvio, arquetipal en todo texto fundamental de cualquier religión, europea, americana, asiática; Caballeros Templarios; la búsqueda del Santo Grial; anticipaciones herméticas; heresiarcas, mártires y otros venerados, como aquel Obispo gallego que pretendió fundir en los cánones cristianos todos los anteriores ritos paganos o gnósticos … y casi lo logró: Prisciliano era llamado. Heresiarcas, iluminados, razas misteriosas y marginales, canteros prehistóricos (verdaderos constructores del Camino de Santiago). Estos gestos, estos ademanes, estos tonos de voz en la semipenumbra, sobrados de mitos y de símbolos, pretenden reconvocar a la imaginación y a la poesía como instrumentos de investigación de la historia. “Aquí existe todavía la España antigua ….

Dicen estos asombrosos amigos de PEPE, que en la Reconquista no se ventilaba un problema racial o religioso sino que era una disputa ganadera por los pastos invernales de Andalucía (poseídos por los moros) y por las pajas norteñas y veraniegas tenidas por los cristianos. Es así. El toro y sus astas siempre aparecen en la historia española junto con otros saberes de salvación. “¿Porqué demorarse en hechos cuando una memoria más profunda y convincente nos suministra mitos?”, se pregunta Fernando Sánchez Dragó en ese pasmoso batiburrillo de maravillas con que ganó el Premio Nacional de Literatura hace casi 30 años: Gárgoris y Habidis: Una historia mágica de España.

Pero no fue para oírlos que me instalé temprano el domingo en el sitio, apenas abierta la tasca, sino para escapar de las ruidosas tribunas en que se convierten las barras de la ciudad cada vez que hay un partido importante, plenas de neoentrenadores y comentaristas de nuevo cuño, que opinan como jugadores retirados y gritan como adolescent(as).

En cambio, los enigmáticos amigos de PEPE vieron el partido final con displicencia, casi de reojo, sin mayores comentarios … hasta que el pitazo final anunció la indiscutible supremacía del equipo español: ¡!Si … si … si … la Copa ya está aquí!! Los viejos sorianos y los aficionados al fútbol que allí estábamos pensamos que, nuevamente se trataba de la España de la rabia y de la idea. ¡De la España antigua, de la España profunda!

Hace más de siglo y medio LARRA se suicidó agobiado por los males de su tierra: Aquí yace media España … murió de la otra media dicen que dijo.

Pero ahora está la vieja Iberia celebrando los nuevos tiempos y los nuevos éxitos. Sólo la mirada penetrante de los viejos contertulios pudo advertir que la reina griega, la casada con el borbón, mientras animaba al equipo y luego festejaba, lucía en su frente, tenuemente pintada, la bandera, que es la que misma que llevaba Manolo el del Bombo’, sobreviviente de tantos malos y pasados momentos del fútbol español; o, también luego, en la Plaza de Colón, los chamos catalanes Xavi, Puyol, Capdevila, Iniesta, o los andaluces Marchena, Güiza, Sergio Ramos. O el vasco Alonso, capitaneados por el madrileño Casillas, muchos de ellos con la rojigualda como capa o como saya. Otro de estos viejos ¿astures, celtas, atlantes? dijo, con sabiduría anticipatoria y con aires de plena certeza: “El próximo domingo nos encontramos de nuevo, para ver ganar a RAFA NADAL en el torneo de tennis de Wimbledon”. Allí estuvimos.

jueves, 3 de julio de 2008

ESPAÑA SE FUE DE COPA(S)/ Carlos M. Montenegro

Confieso que no soy un fanático del fútbol, y siempre he pensado que no merece la pena serlo de casi nada; los fanáticos auténticos sufren muchísimo y las alegrías tardan en llegar, si llegan. Por muy bueno que sea el equipo en que se milita, el fanático no acepta fácilmente que haya otros equipos tan buenos e incluso mejores que el suyo, y que a fin de cuentas los campeonatos sólo los puede ganar uno; sin contar que la suerte es un factor importante en cualquier juego y el fútbol al final también es un juego. Hay equipos que juegan muy bien y pierden y otros que juegan fatal y terminan ganando. Para el fanático su equipo juega siempre bien y si pierde es porque le abandonó la suerte. Otra gran parte de la culpa también se la llevan los árbitros, que como muy bien saben los fanáticos, cuando su equipo pierde es porque casi siempre han sido comprados; cierto es que malos arbitrajes han llegado a destrozar partidos favoreciendo a contrarios sin ningún mérito, pero ese es otro cantar.

Lo cierto es que los fanáticos aguantan mucho y los de la selección española más, pues llevaban 44 años sufriendo, que ya es sufrir; habría que estudiar bien en qué punto comienza a ser masoquismo, o si ambas cosas van parejas o son sinónimas. El caso es que el domingo pasado tuve el privilegio de ver cómo la selección española liquidaba casi medio siglo de bilis, amarguras y arrecheras de un país casi entero de fanáticos y hasta exaltados por el fútbol. Como nacido en España debo reconocer que me alegré del merecido triunfo de la selección española sobre la alemana, pero sobre todo sentí gran alivio por tantos compatriotas y amigos sufridores de tan larga sequía de éxitos. Al fin se rompió el maleficio, resumido en esa frase tan socorrida de: “jugamos como nunca y perdimos como siempre”, con que los fanáticos del fútbol español se consolaban.

La fiesta en España ha sido monumental, todo el país se lanzó a la calle y hoy lunes 30, todavía sigue el bonche. Lo sorprendente es que a una nación tan compleja y difícil de entender en lo territorial y político – con sus nacionalismos, separatismos, y banderas “nacionales” – el hecho de que un equipo de profesionales del fútbol, todos ellos millonarios y un sabio entrenador brillante y millonario también, al ganar un torneo deportivo – por demás merecido – haya logrado hacer vibrar a casi cincuenta millones de españoles bajo una misma bandera, tan a menudo mezquinamente vilipendiada. Los políticos de oficio llevan décadas intentándolo obteniendo casi siempre el efecto contrario.

Aunque vi a un jerifalte del Partido Nacionalista Vasco al ser preguntado sobre el juego España-Rusia, declarar a la televisión española que como la selección de su país (la del País Vasco) no podía competir, esperaba que ganara Rusia, y a otro político nacionalista catalán declarar algo similar prefiriendo a Alemania en la final, lo cierto es que semejantes estupideces no han tenido mucho eco ni entre los suyos. España entera se fue a la calle con su bandera, la de siempre. La selección les llevó una Copa, y después seguro que la gente se fue “de copas” a celebrar. Siempre pensé que tanto furor de fútbol era excesivo pero ¡Milagro, el fútbol los ha vuelto de nuevo españoles!

carlos.managerman@gmail.com


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