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martes, 1 de junio de 2010

lunes, 14 de enero de 2008

LA DEL ESTRIBO/ Raúl Fuentes



24 horas antes de que Pablo Antillano me informara telefónicamente de la muerte de Adriano, había compartido con éste y con Gustavo Méndez un mesa en el Amazonia. Lo acaba de entrevistar el otro Gustavo, Oliveros, para Código de Barra. La entrevista estuvo centrada, me dijeron, en la República del Este. Estaba, pues abonado el terreno (o la mesa) para la evocación. Hablamos de un montón de cosas, menos de Chávez, lo cual ya es bastante. A instancias de Gustavo Méndez nos explicó su particular acepción de la palabra tramojo. Y contamos h nostálgicas historias basadas en bares neoyorkinos. Divagamos sobre el impacto de las nuevas tecnologías en la literatura y hasta especulamos sobre cómo habría impactado internet a Jorge Luis Borges. En esas estábamos cuando se acercó un mesonero y procedió a encender una corneta colocado justo encima de nuestra mesa, mientras entre disculpas explicaba que había llegado el turno de los músicos. ¡Qué buena vaina!, dijo Adriano y nos retiramos de la mesa hacia la barra. Del aire acondicionado lo afectaba de manera visible. Ordenamos una última copa mientras recordaba fiestas de los años 60 y 70 en las cuales era usual la aparición de los hermanos Todd o los hermanos Reyna, quienes a punta de guitarras imponían silencio para que el anfitrión rogara a los asistentes que no interrumpieran a los artistas, ruego al que Adriano se enfrentaba con este argumento: son ellos (los artistas) quienes nos interrumpen a nosotros. Con este recuerdo ordenamos una última copa. Lejos estaba de imaginar que, para Adriano, era verdaderamente la del estribo.

martes, 6 de noviembre de 2007

UN HADA EN LA BARRA/Gustavo Oliveros


Según mi amigo Pablito Antillano, sólo los perros pueden gozar del privilegio de ver a las hadas. Por alguna razón esta visión, según una leyenda celta está negada para nosotros los mortales comunes, pero como la excepción siempre va en contra de la regla, en algunos momentos, cuando ladramos internamente, es posible ver un hada, algo que ocurre en fracciones de microsegundos y que según Antillano, se le denomina glamour: seducción, fascinación ante algo, tal cual lo describe el diccionario de la RAE. Por supuesto que Pablo ya había realizado la consulta en un libro más especializado que cuenta grandes leyendas sobre las cuales el hombre ha construído su mundo mitológico; “Enciclopedia de las cosas que nunca existieron”. Lo cierto es que esa misma tarde, un par de horas luego de esta conversa, sentados frente a una mesa nos quedamos sorprendidos ente la aparición de un hada que sin pensarlo dos veces se apostó en la barra de La Cita. Nadie más advirtió su presencia, sólo nosotros: cuatro perros y una perra amiga que quedamos seducidos ante tamaña aparición. Por si las moscas, no se tratase de una burundanga dentro de los tragos, cosa que esta de moda para robarte si es posible hasta un riñón mientras uno ilusiona con pajaritos preñados, Pablito se apresto a dejar la imagen para la historia y cámara en mano, lanzó flashes a diestra y siniestra. Pidió tarjetas y obsequió revistas. El hada siguió ahí lanzando miradas de embrujo hacia nuestra mesa, mientras todos nosotros tratabamos de descifrar el contenido de la tarjeta: “The Word Shop”. Una dirección cercana y un nombre místico, por supuesto de hada: Hege Pedersen

sábado, 1 de septiembre de 2007

ACCESORIOS Y OTRAS MENUDENCIAS/ Cuentos Bar-rocos de Gustavo Oliveros



Los accesorios se han vuelto imprescindibles en la vida de los seres humanos. Es más, todo en nosotros debería ser del tipo accesorio. Imaginemos nuestros dientes parejitos y blancos sin manchas de vino o nicotina, sin caries de ningún tipo, sin el temor de un dolor de muelas, claro, son accesorios. Así como loslentes, los ojos deberían igualmente ser accesorios, !epa! ¿cuánto cuestan esas pupilas verdes?, así podría uno dirigirse a un buhonero que las tiene de todos los colores y al precio de 2X1.

Hay cosas innecesarias en el ser humano. Las uñas, por ejemplo, que apenas sirven para rascarse las picadas de zancudos. El cabello que con el tiempo nos muestra su cara fea: la de la calvicie o aquella de las canas. Las amígdalas y el apéndice. Ojalá uno pudiera comprarse un corazón en una carnicería y colocárselo inmediatamente cuando el nuestro comience con sus fallas características.

Imaginen que cuando el hígado se sature de tanta caña,

uno pueda adquirir otro a módicos precios y si es posible en cuotas

y mandar el dañado al traste; sería genial. Ni hablar de los

genitales: Oye tu dame dos bolas nuevas que éstas ya se herniaron.

Y así paremos de contar. Nadie debería perder su tiempo en

ir al baño, si los instestinos fuesen desechables. Dame tres

metros más del grueso que éstos ya están saturados. Igualmente

con los riñones. Si se es obeso, pues nos compramos un estómago

de una talla más pequeña y listo, debe caber en éste menos

butifarras. El ser humano no se complicaría tanto la vida:

Glucosamine con Chondroitin cada mañana para mitigar los

dolores de coyunturas, !ja! dame cuatro articulaciones más que

éstas se trabaron y listo. Nada de fitina para recordar lo que nos

ocurrió ayer y se nos olvidó hoy. ¿Para qué el pastillero? si con

llegar a la bodega y pedir un paquete de neuronas nuevas el problema

ya queda resuelto. Nadie debería asistir al martirio de las

escuelas y a las graduaciones universitarias a no ser por hobby o

por jodedera: Las universidades venderían neuronas titulares con

la salvedad de que para adquirir las de post grado, antes debes

haber comprado las del pregrado. En serio, no hay nada mejor

que los accesorios. Se me olvidaba la parte del sexo. Cualquier

incorforme podría llegar a “Kamasutra” y pedir en vez de pantaleticas

de papel con sabor a fresas, un buen accesorio para satisfacer

a las exigentes en esta materia. En fin, el mundo y la ciencia

deberían ser sensibles a este petitorio y pensar que no sólo de

pan vive el hombre, también de accesorios.

viernes, 24 de agosto de 2007

MOTOS: SÄLVESE QUIEN PUEDA / Gustavo Oliveros

Más de dos millones de motos inundan Caracas ante la mirada indefensa de los peatones. Aparecen como por arte de magia sobre las aceras, vienen en dirección contraria por calles, avenidas y autopistas. Se cuelan en medio de los vehículos dejando perplejo a los conductores cuyos nervios saltan ante la idea de tropezar con uno de ellos y aparezcan de la nada dos mil jinetes del Apocalipsis para vengar tal afrenta. Cargan parrilleros de todos los tipos y hasta sirven de transporte escolar. Un porcentaje imposible de cuantificar le mete al atraco, al hurto y al arrebatón. Otro se dedica al robo de automóviles aprovechando los semáforos cuando las avenidas están vacías del tráfico cotidiano. Los menos, imagino, son honestos trabajadores que se rebuscan unos cien mil bolos diarios trasladando gente apurada que juega dominó con la pelona. Los observo en cada esquina bajo una denominación cooperativista: “Moto taxis el proceso”, a la espera de un apurado y mitigando el calor con un par de laticas de cerveza. Masticando chiclets de menta para evitar que el aliento los delate frente a la clientela. Como miembro honorífico de las barras caraqueñas, me siento ofendido ante el tratamiento que le dan a la latica: oculta dentro de una bolsa de papel o envuelta en periódico. O la botellita ligeramente clandestina entre los riñones y las nalgas del conductor. Juego peligroso este para los expertos en bebidas alcohólicas que de sobra conocemos que manejando en cuatro ruedas, si no se está atento a todo lo que sucede a nuestro alrededor, las cosas pueden resultar fatales. Imaginen la vaina en un vehículo a dos ruedas, con una parrillera de ochenta kilos y un carajito de tres años jugando a la “libertad del aire sobre el rostro” . Peor aún imaginense saliendo de un bar con tres tragos encima y en plena acera uno de ellos te mande al otro mundo y luego te grite: fíjate por donde andas borracho del coño

jueves, 9 de agosto de 2007

TU RON /Tomás de la Barra


Su ubicua presencia en bares de discotecas y restaurantes de tierra firme puede llamar a equívocos contemporáneos. No lo subestime: El ron es uno de los licores más nobles y antiguos del mundo. Su origen, netamente americano, se remonta hasta el siglo XVII. Piratas y otra suerte de aventureros marinos, apabullados por la frondosa presencia de la caña de azúcar por doquier del Caribe, supieron difundir su buena nueva nativa, bendito aquél que hirvió la caña, hacia disfrutes continentales. Sus posibilidades oscilan desde una presencia incolora, inodora, ligera, hasta el más opaco castaño oscuro, el aroma floral y robusta densidad corporal. He ahí su virtud multifacética, idónea para el feliz matrimonio con otros ingredientes que la coctelería supone. Para los entendidos, el método de destilación es crucial. La pulpa de la caña de azúcar contiene un 90% de néctar dulce, del cual un 18% es azúcar. En complicada química cuya explicación podría devenir en apabullante, almidones, bacterias y ácidos son sabiamente privilegiados unos sobre otros a fin de llegar a la variedad de ron que se persigue. Una fermentación lenta deviene en un bouquet más intenso, por ejemplo, tan sólo uno de los tantos axiomas preponderantes. Saltando algunas reglas, hay quienes le agregan ingredientes como canela, vainilla o pasas para modificar el aroma hacia un registro personal. El oficio del destilador consiste en controlar tiempos, temperaturas, procesos, de manera tal que se llegue al punto de miel que honra al ron. Y llegado ahí, recién empieza el clímax final: el añejamiento. El color dependerá del material en que se añeje el producto destilado. Tanques de acero inoxidable logran el ron transparente, casi metálico con los que los barmen suelen hacer prodigios. La madera le da ese color almendra que tan bien combina con la puesta de sol a pocos metros del mar. Rones puertoriqueños (ligeros), jamaiquinos (densos), venezolanos (saborosos), tienen un sólido prestigio masivamente avalado por los más sensibles paladares. Pero es Cuba, isla que es mitad rumba, mitad caña, quien más se ha privilegiado con la bendición del licor de caña. Méritos propios tiene y le sobran. No en vano la más grande destilería de ron del mundo está en la isla y es de Havana Club. Pero acaso a quien más le deba su prestigio el ron cubano sea a Ernest Hemingway. Su dictum: El mojito en La Bodeguita, el daiquirí en El Floridita, focalizan el preciso punto de encuentro con dos de los más notables cócteles que incluyen ron en su naturaleza. Si desea comprobarlo, acérquese por la Calle del Obispo Nº 557 en La Habana Vieja. Sentado a la barra de El Floridita pida un Hemingway Especial: Doble ración de daiquiri servida en copa con cumbre de nieve tipo Kilimanjaro. El resto es literatura".


DEL VIÑEDO A LA MESA/ Bodegas Pomar

Elaboración del vino blanco en Venezuela.


Bodegas Pomar posee los viñedos más grandes del país con una extensión de 90 hectáreas, ubicadas en Altagracia, estado Lara. Allí se elaboran vinos de alta calidad a través de técnicas en donde se conjuga lo moderno y lo tradicional. Son varios los factores que se toman en cuenta a la hora de la fabricación del vino, a saber: Las condiciones climáticas, el aspecto sanitario en cuanto a la materia prima y los tipos de vinos a elaborar. En lo que al vino blanco se refiere lo primero en cuanto a su elaboración, tiene que ver con el transporte del fruto que va desde los viñedos hasta la bodega. El mismo llega a la bodega en cestas plásticas para respetar la integridad de los granos y asegurar así una mayor calidad del producto. Al ser descargadas sobre la cinta transportadora se realiza una selección manual de las uvas antes de ser conducidas a la prensa.

Durante el proceso del prensado, el mosto obtenido se va almacenando dentro de unos tanques llamados buffer, previo enfriamiento mediante el intercambiador de calor. Luego dicho mosto es clarificado por medios físicos antes de ser colocado en fermentación, la cual se realiza utilizando levaduras secas, deshidratadas y seleccionadas, importadas de Francia, específicas para el tipo de vino a elaborar; Reserva Blanco y los varietales, los Espumosos, el Viña Altagracia Blanco o el Frizzante y de Consagrar. Estas levaduras son reactivadas y posteriormente inoculadas al mosto a fermentar, proceso que se lleva a cabo a una temperatura cercana a los 16 grados centígrados y presenta una duración de aproximadamente una semana. Luego de finalizada la fermentación alcohólica, el vino recién elaborado es clarificado por trasiegos y centrifugación y enviado a tanques para su posterior tratamiento y filtraciones.

Tratamiento de vinos

recién elaborados

Estos en caso de ser necesario se realizan principalmente a base de colas orgánicas, las cuales son en su mayoría proteínas tales como gelatina y caseína, que sirven para eliminar ciertas impurezas presentes en los vinos nuevos. Luego de tratados, estos vinos son trasegados para eliminar lías, es decir, las impurezas formadas por levaduras en estado de vida latente, tártaros y materias residuales de la vendimia que se depositan en el fondo de las barricas, para finalmente ser filtrados.

Filtración

Este proceso se lleva a cabo utilizando tierra de diatomea que se asemeja a pequeños corales microscópicos. Así se realizan dos clases de filtraciones, la media y la fina. La primera se lleva a cabo sobre vinos recién encolados luego de haber sido trasegados. La segunda, es decir, la fina, ocurre después de la estabilización en frío y justo antes de pasar a la sala de embotellado. Este proceso de estabilización en frío consiste en someter a los vinos recién elaborados a baja temperatura en forma gradual, para de esta manera precipitar la fracción de ácido tartárico inestable y asegurar la limpidez futura del vino.

Embotellado

Luego de que el vino ha pasado por todos los procesos descritos es enviado por intermedio del panel de distribución hacia la sala de embotellamiento. Posteriormente a la limpieza, desinfección y esterilización de la línea de llenado, se procede a prefiltrar el vino sobre placas semiesterilizantes, para luego hacerlo pasar a través de un filtro de membranas de 0,45 micras, lo que equivale a la milésima parte de un milímetro, con lo cual se asegura la ausencia total de microorganismos dentro del producto. Es después de este proceso que el vino pasa a la llenadora. Para este momento, las botellas ya han sido previamente esterilizadas. Finalmente las mismas son encorchadas, encapsuladas, etiquetadas, colocada en sus cajas y enviadas a reposo en el almacén por un lapso comprendido entre uno y dos meses.

miércoles, 1 de agosto de 2007

DE COMO MANTENERSE JOVEN SIN MORIR EN EL INTENTO/ Gustavo Oliveros


Domingo es especialista en cirugía estética. Hace tetas como si vendiera CD quemados al por mayor. Remoza los párpados y elimina verrugas a fuerza de cautín. Estira el pellejo del cuello y lo arremanga por la nuca, donde las greñas del paciente prestan una contribución impagable. Tiene una clientela enorme y algunas veces no se da abasto para su recreación personal. Si alguien no quiere pelos en las axilas, ahí aparece el galeno con su fórmula depiladora que los hará desaparecer de un brochazo. Si su trasero no le agrada ante el espejo, en un tris el cirujano lo acomoda a su gusto. Un bultito aquí, otro más allá y a exhibir con orgullo aquello que le hizo expresar a un transeúnte en pleno centro y en alta voz: “Si así es el infierno, que me lleve el diablo”. Cosas de mujeres que bastante derecho tienen a ser felices mostrando sus dotes aunque no sean naturales. Cosas de hombres que exigen a diario figurones a los cuales dirigirle miradas pecaminosas, algo obscenas y colmadas de lujuria. Cosas del mercado de trabajo y de la oferta y la demanda. Si, ahí precisamente está el meollo del asunto Vainas del capitalismo salvaje. “Se solicitan jóvenes de buena presencia, del sexo femenino que sepan alternar con el público. Favor abstenerse quienes sientan cierta repulsioncita al verse ante el espejo. Posdata: si está como Dios manda, no importa si es muda”. Así, las feas no tienen chance, las desaliñadas tampoco, ni la enanas, ni las gordas. Olvídense las sin culos. Lo más asombroso aún es que cuando estas candidatas llegan currículo en mano al establecimiento se encuentran que quienes las evalúan también son mujeres: “A ver, cuánto es dos más dos”. Dónde se hace usted las uñas, cuál es su peluquera. Bienvenida al mundo de las anfitrionas. Las mujeres suelen verse ellas mismas, odiarse entre ellas y criticarse las arrugas, la celulitis y hasta los lunares. Eso dicen los expertos. Por ello el mercado femenino es abundante en frivolidades. Cosas de mujeres. Bájese de la mula en cómodas cuotas y vamos arrancando pellejos, cambiándolos de lugar, planchándolos, abultándolos. Todo en un tronar de dedos cual misión milagro. Para más información, preguntar por el susodicho en el restaurant Guernica en horas de reposo.


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