Pablo: esa foto la tomé el año pasado en Nantes, Francia, donde vive una de las hijas.
martes, 24 de agosto de 2010
SE CONTAGIAN / Manel Martínez
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domingo, 15 de agosto de 2010
OYENDO A MANEL / Desde la Umbria, Italia
Pablo, hermano. Te mando ese mini discurso de José Mujica, el presidente de Uruguay. Ya se que, después de todo, es un político pero, coño, cuando yo sea mayor quiero tener un presidente que, por lo menos, hable así.
Te veo, cada vez mas asombrado y envidioso, en tu código de barras. Tu cara divertida, de diablo perverso y travieso, aparece en los bares y lugares mas insólitos. Ni siquiera parece que ese régimen afecte tu fisiología. ¿Has conseguido un hígado de repuesto?. Será chino, me imagino. Ese lugar, los esteits, al que creo que fuiste por primera vez conmigo, se te ha convertido, a modo de venganza patriótica, en una especie de patio trasero. Un patio lleno de bares con gente que te abraza y brinda contigo. No puedo evitar sentir que me estoy perdiendo algo muy gordo en ese cerro en el que vivo encaramao. Pienso, mientras aporreo el bombo en una banda de un pueblito cercano, con estandarte por delante y Madonna por detrás, que tu posiblemente estás en ese momento "compartiendo" con algún clón de Hemingway en algún bar exótico que proximamente será rebautizado Heminllano o Antiway. ¿Que hago con ese sentimiento bajo y rastrero, hermano Pablo? Menos mal que luego me llegan de no se donde efluvios de consolación. Pienso entonces que a mi posiblemente me fallaría la motivación para una vida tan "codificada" y que, en realidad, ese cerro en el que estoy es hermoso. Y que tocar el bombo es catártico y no digamos el bombardino, al que también le doy un poco, y que hace huir despavoridas a mis nieticas medio gabachas. Además, el mundo mundano me llega de vez en cuando en forma de visita y yo, muy raramente, hago incursiones breves a la civilización. Y por último, esa "explosión universal del conocimiento" de la que habla Mujica, es una maravilla que trasciende las barras, las buenas y las malas.
Un abrazo. Es posible que caiga por allí en Enero.
Manel
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viernes, 25 de julio de 2008
MERIDIANA SIN PENAS NI OLVIDO/ Manel Martínez desde Umbria
Hola Pablo, sigo gozando fielmente de tu código, mucho menos vendido que el de Vinci pero mucho mas interesante. En uno de los youtube me tropecé con Aquiles Báez y, siguiéndole el rastro, vi a su madre, Ana María, que conocí en tiempos remotos. Me impresinaron las cosas que dice con gran naturalidad y pensé que me gustaría escribirle. ¿Tu tienes su dirección?
Aquí sigo de "contadino" umbro inventando vainas premeditadamente inutiles como ese reloj de sol que aparece en la foto. Hicimos hace poco la inauguración oficial de esa "meridiana" como se la llama en italiano. Convencí a unos cuantos vecinos de que participaran en el evento en un acto mezcla de fiesta de fin de curso en una escuela del interior y tragedia griega (supermenor)dedicada al dios sol. Traté además en un breve discurso en mi italiano patriótico (hay que hablar las lenguas extranjeras patrióticamente mal) de transmitirle a los presentes mi fascinación por los relojes de sol. Una sombrita que resume esa maravilla que gira alrededor de nosotros, esa expresión del tiempo, casi nada... Comenté, finalmente, la razón del "motto", esa leyenda que acompaña inexorablemente a los relojes de sol y que tiende por lo general a la pavosería. La mia dice "no habrá mas penas ni olvido", no solo por influencia de la costilla plantense sino porque expresa de maravilla el sentir de los que han dejado su ciudad y, después de muchos años, vuelven a ella. Las ciudades cambian y uno también pero al volver lo que uno lleva dentro de esa ciudad no ha cambiado, no hay olvido. Este año hace cincuenta años que salí de Barcelona y veintiuno que partí de Caracas. Yo tengo penas de ambas y ningun olvido de lo que viví en ellas. Soy un privilegiado.
Un gran abrazo.
Manel
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viernes, 14 de diciembre de 2007
UN COÑAZO NOSTÁLGICO DESDE LA UMBRIA/ Manel Martínez
Fue un verdadero coñazo Pablo, un encontronazo, penetrar en tu código de barras. Me vi metido de verdad en el tunel del tiempo. Ese Raúl Fuentes, lejano del casi marginal que yo conocí, con esa pinta de dueño del local y primer candidato a prenderle fuego con todos los amigos-parroquianos dentro. Ese Carlos Gimenez, colega y "contraparte" en jerga de la FAO. Muy entendedor y aprovechador de las reglas del juego, de pura buena intuición pero yo siempre le sospeché un lado sano, una almita. Y míralo aquí tan contento, tan en su lugar.
Paseándome luego por todas esas fotos me he topado con todos mis "yos", allí bebiendito, con la diferencia de que ellos se quedaron y yo me fui. Quizás por eso es que se ven un poco mas inchaitos, con tanta barras, pero, por lo demás, la misma vaina. Seguro que si pudiera hablar con ellos terminariamos encontrando recuerdos comunes.
Cuando estuvimos en Caracas el año pasado, y no te vimos, estuvimos de acuerdo con Marimé que las barras de Caracas son lugares mágicos. Afuera está ese soberano peo, esa humanidad que hasta ahora no sabíamos donde estaba y que ahora llena las calles e impregna el asfalto de humanidad. Está también eso que llaman el modernismo mezclado con el miedo y la crispación. Adentro cambia la temperatura, la luz, los sonidos y ahí estás en un especie de oasis extraño y naturalmente imperfecto. Es curioso porque cuando yo llegué a Caracas en el 58 las únicas barras que existian eran las de la Candelaria, réplicas de las que dejaron atras los españoles en su península. Luego la cosa cogió cuerpo y se pintó de Caribe. Durante muchos años pasó para mi de lo folklórico al campo de batalla del amor. Detenidas casi en el tiempo, esas barras me acogieron el año pasado con el mismo sabor tradicional que hace veinte años.
Ya se que suena a pura nostalgia, casi a ñoñería, pero debo decir en mi defensa que yo siempre demostré mi total admiración por esos lugares. Quiza la "alternativa" en lenguaje taurino, me la dieron en mi período margariteño. Tu sabes como era mi vida allí. Una mezcla de absoluta irreflexión y gozadera no irrefrenada, porque aquello de que soy catalán, pero...bien. Iba con frecuencia, después del trabajo, desde Boca de Rio a Porlamar, a jugar pelota vasca en un colegio de curas que nos prestaba el frontón. Después nos ibamos a una barra de neta orientación española. Solo un angel de la guarda de excepción impidió que me escoñetara en uno de esos regresos a Macanao. Ya en la barra (el mentidero) comenzaba la conversadera. Yo, casi profano en ese ejercicio, trataba inocentemente de ponerle racionalidad al asunto. Un dia me di cuenta de que me llamaban, de vacilón, profe, doctor y todo eso y tuve la revelación, "el insight" de que allí se podía hablar de la madre, la patria, la amistad y las mujeres pero no regían las reglas de "afuera", no es que fuera irracional, es que era otro tipo de racionalidad. Por eso cada vez que oigo a un político o a un filósofo desmenuzar sesudamente una idea y tratar de demostrar su punto, me acuerdo de las barras y las admiro mucho mas.
Te podría decir mucho mas sobre el tema pero no quiero que esto pase a la categoría de rollo. Podría hablar por ejemplo de las nobarras de Roma o la Umbria , de indudable influencia vaticana y comentar un poco esas sabrosas declaraciones de algunas señoras de esas barras. En fin, que me ha encantado tu código de barras. !Bravo Pablo!
Un abrazo.
Manel
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