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jueves, 4 de septiembre de 2008

ESTRATEGIAS EN LA BARRA

LOS HIELITOS TRISTES
DE ALFONSO MONTILLA
( en la foto con Soledad Mendoza)
Alfonso Montilla era el juglar de la República del Este.
Todos querían escucharlo. A Alfonso le encantaba el
trago pero no tenía recursos, por eso se aprovechaba
de sus cuentos para beber.
Un día, Elías Vallés, el de la Funeraria, a quien algunos
llamaban «Mecenas» pero otros preferían llamar
«Mebebes», le pidió a Alfonso que contara un cuento
que a él le gustaba mucho. Alfonso dijo:
- Lo que pasa es que estos hielitos están muy tristes.
Estaba sin trago. Entonces Vallés ordenó inmediatamente
al mesonero que le pusiera otro trago al poeta.
Era la fórmula infalible de Alfonso para beber gratis.


PICHIRRE
Un día están Adriano González León, Mary, su esposa,
Salvador Garmendia y Rodolfo Izaguirre, tomando
unos tragos en un bar de Sabana Grande.
A la hora de pagar, que eran como 15 bolívares, todos
pusieron algo de dinero menos Adriano a quien se le
engatilló el dedo en el bolsillito pequeño del pantalón.
Mary, al ver que Adriano se está haciendo «el policía
de Valera», para no poner dinero, le dice en valerano:
- Sacá, Adriano, sacá.

EL POETA MONTES DE OCA
Al poeta Ramón Montes de Oca le gustaba ir a Trujillo
porque allí los poetas le celebraban sus versos. Cuando
Adriano González León, Alfonso Montilla y Oswaldo Barreto se enteraban de que el poeta Montes de Oca
los iba a visitar, se ponían felices porque sabían que
por unos días iban a descansar del micho andino
porque el poeta lo que bebía era whisky.
Montes de Oca tenía un verso que repetía siempre:
- Yo soy un satán que hiere las rosas
Los poetas aprovechaban para aplaudir a rabiar.
- Qué verso, poeta, qué verso- decían todos al unísono.
Entonces el poeta se entusiasmaba y pedía una botella.
Cuando Alfonso Montilla veía que la botella se estaba
terminando pedía a Montes de Oca que por favor
volviera a decir el verso. Los poetas aplaudían de nuevo
la perfección del endecasílabo, y entonces el poeta
Montes de Oca llamaba al mesonero y ordenaba
otra botella.

Fragmentos tomados del libro Ebriedades de Gonzalo Fragui , (en la foto) Cooperativa Librería Ifigenia, Mérida, Venezuela 2008

viernes, 8 de agosto de 2008

BEBEDORES OCEÁNICOS/ Gonzalo Fragui

Durante un tiempo los integrantes de El Techo de la Ballena, Hesnor Rivera, Hugo Batista, Adriano González León, Alfonso Montilla y Edmundo Aray, entre otros, bebieron asiduamente en un bar que quedaba en San Bernardino, llamado «El Pacífico», pero que, como a las 12 de la noche, los echaban a la calle, Adriano decía siempre:

- Camaradas, no nos queda otra alternativa que pasar el Canal de Panamá.

Todos comprendían que debían irse a otro bar que quedaba como a cuatro cuadras de allí llamado «El Atlántico».

Por eso se hacían llamar «Bebedores oceánicos»

Del libro Ebriedades de Gonzalo Fragui, Cooperativa Librería Ifigenia, Mérida, Venezuela 2008

domingo, 27 de julio de 2008

ACADEMIA DEL RATÓN

El ratón es el único instrumento científico que nos permite comprobar la ley de las compensaciones.

Todas las osadías, todas los atrevimientos, todas las fierezas, de la noche anterior se compensan con todos los miedos, todos los arrepentimientos y todas las culpas, de la mañana siguiente. (Gonzalo Fragui )


SEGÚN ADRIANO GONZÁLEZ LEÓN

"La sociología del ratón registra ciertos problemas de carácter comunicacional y de rango. En los baños turcos hay una clara división de clases que el calor de la sauna y los vapores no pueden ocultar. De un lado los gimnastas, los deportistas en general, que miran con infinito desprecio a los enratonados quejosos y adoloridos, pidiendo a gritos una frescolita con limón."

SEGÚN MARCELINO MADRID
"Según mi experiencia, el bebedor siempre se despierta antes que el ratón. Exactamente le lleva
de ventaja cuarenta y cinco minutos. En ese breve lapso hay que aprovechar para yugularlo. El Jobo Pimentel decía: “No hay ratón que aguante dos rones”. Una vez que hemos ganado esa ventaja nos dedicamos a consentirlo, manejarlo y convertirlo en el camino de la caña nueva.”


SEGÚN ORLANDO ARAUJO

“Señor, si con mi licor te ofendo,

Con el ratón tu me quedas debiendo”

AA.

“La vida es fea y huraña ,

Pero es más fea sin caña”

Platón

"El ratón metafísico es un domingo a media noche cuando el tiempo del lunes, comenzando en la alta madrugada, nos sorprende despiertos. Se le viene a uno encima el cuento de la vida, del poema no escrito, del dolor que causamos, del amor que asesinamos, del viaje que no hicimos y de la gota lenta, irreversible, indetenible, filtrando el agua que nos queda. Y uno se va acurrucando debajo de la sábana y no se mueve uno, reducido a sustraendo, a un feto que busca su lugar de origen, cargando con todos los pecados del mundo, culpable de un crimen desconocido, íngrimo y solo hasta que canta un gallo."

Fragmentos tomados del magnífico libro Ebriedades de Gonzalo Fragui, Cooperativa Librería Ifigenia, Mérida, Venezuela 2008

domingo, 8 de junio de 2008

ESSEIS BARRAL/ Jason Galarraga



De los bellisímos y bien recordados años de Sabana Grande,allá por 1985 inventamos una exposición que se llamo en principio SEIS BARRAL, el título viene a colación porque no era la famosa casa editora sino que eramos seis pintores que deambulabamos por las barras de Sabana Grande: Rafael Franchesqui, Felipillo Rodríguez, Víctor Antonioni, Pancho Burne, el Chivo Acosta, y qien suscribe esta nota, Jason Galarraga. Exactamente los que asistíamos al no menos famoso Callejón de La Puñalada; el lugar escogido para la exposición era la TASCA GIBUS en pleno callejón y que a la epoca era regentada por unos jóvenes Gallegos, morochos, dicho sea de paso, Jossé y Pablo Dobarro, personajes que además de ser los dueños eran los bartenders, quienes se turnaban la barra día y noche porsupesto, su parecido confundía a los habitués que de por sí estaban confusos etílicamente,ya para este momento solo quedabamos tres pintores para la muestra.El curador de la exposición,fué nuestro recordado amigo Saúl Alvarado Guzmán, y el texto del catalogo estuvo a cargo del tambien muy querido Adriano González León, quien cuando el curador (Saul Alvarado), le comunica que debe escribir el texto del catálogo de exposición le contesta- bueno ¿ y que voy a escribir Yo, que ni siquiera he visto un cuadro de la exposición? (los cuales no existían y creo que no existieron jamás). A la pregunta, Saúl le contesta a Adriano,-pero bueno tu no conoces los payasos y las figures de Franchesqui, que se parecen a las de Picasso, las caritas de Antonioni,como las de Modigliani, las rayas de Jason como las de Hartung, los personajes y las barras de Felipillo como Gauguin, - y así le describe el resto de los Pintores - ¡! allí tienes el tema…!!

Así, Adriano escribió el texto, el cual se editó en un tríptico que quien les cuenta esta nota lo diseño y aparece como ilustración de este articulo, que es un dibujo a tres manos donde aparece el circuito de barras de Sabana Grande. Para ese momento sólo quedábamos para la exposición tres pintores, por eso Adriano cambio el título del texto que en principio fue SEIS BARRAL, por “Paisaje con Tres Pintores y Lluvia”

ANTONIONI, JASON Y FRANCESQUI

Son tres caballeros de la noche que

deambulan por las transversales de Sabana

Grande. Siempre llevan a la espalda

lienzos, cartulinas y carpetas. En el pecho,

por supuesto, un corazón propio para las

locuras del mundo. Y entre pecho y

espalda algunos vinos que ayudan a la

imaginación.En cierta barra pintan.

En otra cantan. En una tercera hacen las

necesarias exploraciones del sueño.

Al final de la travesía, Antonioni tiene

reunidas varia figuras mágicas, un

resplandor, un tenue juego de sombras y

secretos que insinúa en ajustadas

composiciones atmosféricas, como si

hubiera llovido y los pájaros se hubiesen

escondido entre las telas.

Jason ha depurado sus manchas, finos

Contactos, evanescentes presencias de la

Línea y el trazo, todo como sin querer

Queriéndolo, en una suerte de alquimia

Celeste que mezcla el reposo de los

Ángeles con restos dorados y grises de la

Lluvia que dejó de caer.

Franceschi debe haber concluido sus

payasos, sus pájaros orientales y sus figuras

enredadas en una especie de red maritima

y trepadora de jardín antiguo. Hay trazos

donde el grafismo nervioso es suavizado

por una concepción poética de hilos

entretejidos, maravillosa textura simulada

para el ojo del espectador y tela de araña

que después de la lluvia,apresa el

encanto de flores extraviadas.

No se si todo esto es lo que exiben

hoy. Saúl Alvarado Guzmán me habló

desde lejos de esta aventura.Si mis palabras

no coinciden con la muestra, no importa.Se

las dejo como programa.Y ya nos

encontraremos los cinco por esas transversales

de Sabana Grande, para celebrar los resultados.

A la espalda, otros papeles y otros lienzos.

En el pecho, el mismo corazón. Y entre pecho

y espalda, todos los vinos del mudo que

pregonan la amistad.

Adriano González León.

Ahora lo simpático de este cuento es el comentario de Adriano, cada vez que nos encotrábamos años después por los predios de Las Mercedes, siempre referia aquella exposición que nunca se hizo, además que esta exposición que no existió era un hito en las exposiciones de pintura en Venezuela, porque uno siempre se quejaba al ver la exposición que “nunca estaba listo el catálogo” aquí sucedió lo contrario el catálogo existió como tal, pero la exposición nunca pasó..

Jason galarraga.

jasongalarraga@gmail.com

viernes, 23 de mayo de 2008

DON JUAN TENORIO EN CLAVE DE TEATRO PARA BEBER (TPB)/Tulio Monsalve

Se iniciaba un mes de octubre hace ya casi cuarenta años. Sin causa aparente se convino una reunión en la casa de María Lucia y Aníbal Nazoa, Adriano González León con sus misterios de siempre me convidó, pero ocultó el motivo del encuentro, pregunté, sus disuasivas, me convencieron que lo mejor era desentenderme y gozar la incógnita.

Llegamos al lugar de la cita estaba allí Montillita y Argimiro. Mal síntoma me dije. Se inició el cotorreo y por fin supe, por acercarse Noviembre y según el rito este es el mes de Don Juan Tenorio. Se convino de inmediato, bajo orden sacramental que en el asunto para nada tenía que el burlador de Tirso de Molina, sino el de Zorrilla. Las fiestas de animas y difuntos e interfectos llenan de lagrimas y monserga no solo iglesias y cementerios sino que también proveen condumio a los actores de teatro y munición a los empresarios.

Mientras discutíamos descubrí que Don Juan anima una fiesta adonde se puede mezclar lo piadoso con la mas cruda acción blasfematoria, amen que al mirarlo bien Don Juan posee un cierto carácter, diríamos semita que al fondo demuestra un incontestable desprecio de la mujer en tanto que respetable y amada media mitad de nuestra especie. En eso del tratamiento de asuntos del género debemos decirlo era poco cuidadoso el tal Tenorio. Pero no era ese el tono dominante de este burlador de Sevilla que comenzaban a inventar el dúo de Adriano y Aníbal, pues en esta versión lo que se buscaban era crear de un teatro para jodedores actuado por los ídem.

No se trataba de presentar el asunto en términos de la posible causa cristiana en sus actos de arrepentimiento sino sencillamente verlo como un superlativo atropellador de pantaletas y un clásico mentiroso que necesita inflar sus trapacerías sexuales para poder lucirlas como chismes de cantina. Con esta precisión ya se sabia que se pretendía con el personaje mostrarlo como era, un bandido que asolaba la ciudad después del toque de queda y sin el concurso del viagra vivía para rendir culto a príapo y cumplir con todas las exigencias como dios rustico que sin mediar cuentos dispuesto está a aplicarle la operación colchón hasta una indefensa y enclaustrada Doña Inés.

Mediante documento jurídico de las abogadas María Lucia y Chela Briceño se pasó a Notaría la constitución de la Sociedad Anónima pro tempore que daría lugar a la creación de la empresa TPB ósea Teatro Para Beber, quedando la dicha compañía como única tenedora del capital y acciones de la recién creada organización del intelecto y el espectáculos. No fue fácil, pero el consenso llevó a dar por aceptado que el rol de Don Juan lo tendría Alfonso Montilla, el papel de Doña Ana recayó en la responsabilidad de Mariana Otero, Mary Ferrero haría la Monja que cuidaba la enclaustrada Ana, Rodolfo Izaguirre tenía que representar de Don Luís Mejía y el escultor León Levy sería Don Gonzalo de Ulloa, vestuarista Chela Briceño y musicalización de Tulio Monsalve.

El estreno mundial fue el en anfiteatro y salones adyacentes de la mansión de Aníbal y María Lucia. La entrada se daría por trueque de una botella de buen ron del caribe, si “pecho cuadrado”, pues mas mejor.

En la Hostería de Cristófano Buttarelli se produce el primer acto, allí vimos a Montillita que entre angustiado e insegura gatea, allí lo encuentra Don Luís que le pregunta en tono muy sevillano: “¿ y quej es lo que buscaj tu?, el Don le responde: “puéjs, …. mi carta del diners club”.

Al final don Juan, ya ha escrito su carta para Ana, futura victima y le comenta a Butarrelli su inconfesable acción, insinuada en una carta amoroso-lasciva que debe hacer llegar a Doña Ana.

Don Juan: “Esta carta que aquí veis / enviarla a mano deseo / no la mando en el correo / pues tardará mas de un mes”. Me acuerdo que en el segundo acto a la pícara monja Brígida (Mary Ferrero), con rostro que ilumina la lubricidad entrega a la victima el secreto mensaje de Tenorio:

-“No mas cara de velorio / deja ese rostro contrito / que aquí te manda Tenorio / conmigo este papelito”. No logro recordar la respuesta de la joven objeto de la infamante aberración del sexópata, pero a esta hora ya su destino está cantado, de ese vergajazo difícilmente podrá salvarse.

En el acto final vemos a la casa de Don Juan, están los convidados, es de noche y la ceguera limita los sentidos del burlador, siente la cercanía del aparecido, ya espectro Don Gonzalo y ante sus temores lanza:

-¿Qué me pasa quej-ques-quejs / será el fantasmas de Inés / o la Metropolitana / o es que yo tengo una nota / de mafafa colombiana?. La muerte lo cerca.

Sin duda que la actuación de las figuras escogidas no pudo ser mas certera, y las fiestas y pitanzas que se armaban fueron inolvidables, sin olvidar que la idea, concepción, desarrollo, creación y montaje, de esa mágica linterna de sueños risas y caña creada por Aníbal Nazoa y Adriano González León, aun ya los cuarenta años de su montaje hacen cabriolas en nuestros sueños e imaginación

martes, 15 de abril de 2008

EL GATO SIN NOMBRE/ Raúl Fuentes

Entre los numerosos establecimientos frecuentados por la bohemia caraqueña en los años 60 y principios de los 70 del siglo pasado destaca, tanto por el aspecto físico de los locales que le sirvieron de asiento como por la personalidad del patrón, el Gato Pescador. Conocí tres ubicaciones distintas de este restaurante y bar que servía generosos tragos y copiosas porciones de comida aparentemente húngara. La primera de esas ubicaciones nos sitúa donde hoy se levanta el edificio La Previsora; la segunda, un centenar de metros bajando hacia el sur por la avenida Las Acacias, y la tercera, que pienso fue la última, detrás de la Gran Avenida, en la calle Habana, la misma donde quedaban el Páprika y el Tic Tac, también muy cerca, pero hacia el oeste, de su primer emplazamiento. Los tres locales tenía en común, además del nombre, un anuncio de latón en el que podía verse la figura de un gato aferrado a una caña de pescar y la leyenda Halászó Macska debajo; y, lo que más llamaba la atención, por lo menos a mí, la incoherente, disparatada y ecléctica decoración: no hubo nunca una mesa cuyas mesas fuesen todas iguales y, en algunos casos, ni siquiera tenía altura similares, una anarquía que se hacía sentir incluso en mantelería, platos, copas, vasos, cubiertos y ceniceros,. Tal vez por ello el negocio gustaba y uno caí en las trampas del pícaro dueño al que algunos llamaban Halászó y otros apodaban Gato. Solía éste preparar, además de los infaltables pimentones rellenos, una buena cantidad de un estofado de carne de segunda que ofrecía con distintos nombres para que creyésemos que su menú era muy amplio: carne guisada, muy buena; goulash, excelente; carne, con papas, estupenda, strogonoff, superior, carbonada flamenca, increíble…”. Era interminable la lista de variaciones sobre el tema del estofado, que con su peculiar acento húngaro, recitaba el hombre a quien unos llamábamos Halászó y otros llamaban simplemente Gato, porque Halászó les parecía impronunciable. Él, Halászó o Gato, pensaba que uno no se daba cuenta del camelo, pero ello formaba parte del juego que la concurrencia mantenía con la administración.

Halászó a veces desaparecía por algún tiempo y dejaba la taguara al cuidado de un pariente que reputábamos hijo, sobrino, ahijado o cómplice de quién sabe qué fechoría. Fue este personaje quien hizo pública la pasión de su padre, tío, padrino o compinche por las carreras de galgos. Sus desapariciones correspondían a los viajes que cada cierto tiempo hacía a Miami para apostar en los galgódromos de Florida. Ello explicaba el cierre, mudanza y reapertura de sus restaurantes que siempre se llamaron Gato Pescador, nombre que parecía apropiado para una ciudad que había albergado un burdel llamado El Pez que Fuma, pero que a mí siempre me intrigó. No el nombre en sí, sino su procedencia.

Hay un félido originario de Asia, Prionailuturus Viverrinus, a la que se denomina comúnmente como gato pescador, del que no sólo se dice es buen nadador, sino que además se le atribuyen facultades para la captura de peces, pero dudo que el restaurador magyar tuvieses noticias de este espécimen.

La Rue du Chat qui Péche (calle del gato que pesca sería la traducción literal al castellano) es acreditada como la más corta de París: hay apenas un metro con ochenta centímetros entre las fachadas de esta callejuelo cuya longitud no alcanza los 30 metros ( la Rue Degrés, en el 2ª arrondissement con 5, 75 mts. es tenida como la más corta de la capital francesa). Comunica al Quai Saint Michell con la Rue de la Huchette, en el distrito V, en la Rive Gauche de la ciudad luz. El curioso nombre de tan estrecha vía está asociado a una leyenda cuyos orígenes se remontan al siglo XV. Según ésta, el canónico Dom Perlet, que al parecer se dedicaba a la alquimia en la vecina iglesia de Saint Severin, tenía por compañero a un gato negro que podía, de un zarpazo, sacar un pez del Sena. Esta habilidad que ayudaba a mantener bien alimentado al clérigo, contribuyó también a alimentar rumores y se decía que monje y minino eran una sola entidad diabólica. Tales rumorees se acrecentaron cuando unos estudiantes, o unos gamberros – que a veces son lo mismo – mataron al gato y lo arrojaron al agua.

Muerto el felino, el religioso brilló por su ausencia. Sin embargo, meses después, Dom Perlet, que no estaba de parranda sino de viaje, regresó a sus prácticas de alquimia al mismo tiempo que alguna gente juraba haber visto al gato negro pescando en las orillas del río. Una resurrección que nadie pudo explicar y a partir de la cual la calle de Neuve des Lavandiers pasó a llamarse Rue du Chat qui Peche. A esta calle vino a parar, después de la Gran Guerra, que aún no era primera, aunque si mundial, la escritora húngara Jolán Földes. Una escritora que gozó del favor del público de entre guerras y hasta obtuvo un prestigioso premio otorgado por la crítica inglesa.

Halászó macska utcája es el nombre de la novela con la cual Yolanda, que así podemos nominarla en español, obtuvo el primer premio de un concurso internacional de novela celebrado en Londres en 1936. En inglés se llamó Street of the Fishing Cat, es decir: la calle del gato pescador. De aquí debe haber sacado el nombre para su bebedero y comedero el hombre al que llamábamos Gato o Halászó. Quienes lo llamaban Halászó suponían que su nombre completo era Halászó Macska. Entre ello figuraba Adriano González León.

Un buen día nos enteramos del fallecimiento en misteriosas circunstancias del afable patrón del Gato Pescador, un húngaro pícaro y ludópata que sabía agradar a los poetas y, a través de gestos obscenos, hacía saber a las parejas de su disposición a rentarles un espacio para que se refocilasen. Adriano, en un hermosa y magistralmente bien escrita nota dio cuenta del deceso en la página de arte de El Nacional. La nota se titulaba Halászó Macska y reseñaba la relación del personaje así nombrado con el entorno bohemio de Sabana Grande y la naciente República del Este.

Poco tiempo después de morir el hombre a quien unos llamaban Halászó y otros Gato, me topé con una gran amiga de origen húngaro, Eva Ivanyi, cuyo padre, por afinidades étnicas y tratando de encontrar los sabores perdidos de su Budapest natal, solía invitarla al Gato Pescador. Fue ella la primera persona en advertirnos que el muerto no ha podido llamarse Halászó Macska, pues estas palabras significaban Gato Pescador. Y es más, puntualizó que quienes le decían Halászó no sabían que, en realidad, lo llamaban pescador porque el gato era Macska.

sábado, 1 de marzo de 2008

¿USTED ESCUPE?/ Gustavo Méndez

Supongo que los venezolanos somos —de por estos contornos— unos de los pueblos más avispados. Los aficionados al baseball conocemos la inventiva de nuestros peloteros en la búsqueda de nuevas formas de enfrentar dificultades ofensivas o defensivas. Por obra del gran ANTONIO ARMAS la técnica de ‘cordón de zapato’ ya no se usa para atrapar un batazo destinado a caer hacia el frente del jardinero o el foul fly dirigido a caer muy cerca de las vallas que separan el campo de juego de las tribunas. Antonio inventó deslizarse sobre su dorso y tomar la bola ‘de medio lado’, con la mano enguantada en paralelo, con lo que evitaba lesiones por el choque contra la pared o las que se producían con la caída, luego de inclinarse hacia el piso en medio de una rápida carrera para tomar la bola.

Pero no era de baseball que el hombre a mi lado, en la barra del BAR RISTER, quería hablar. La introducción deportiva sólo era una excusa para llevar la conversación hacia el vicio, bajo la justificación de hablar de las habilidades y mañas venezolanas. Tal como lo hizo EL UNIFORMADO de Miraflores con esos ‘precursores’ de la cocaína que EVO le envía (hojas, pasta de coca), con los que se cepilla los dientes al amanecer para luego desayunar con ellos, mi interlocutor pasó a hablarme del consumo del chimó en los bares de New York, muy lejos de las tierras merideñas y trujillanas donde se inició su producción y consumo. Consideró necesario explicarme que así como la pasta de cacao es un ‘precursor’ del chocolate y las hojas y pasta de coca son ‘precursores’ de la cocaína, en tan igual grado lo es el tabaco del chimó. “Unos y otros productos tienen semejanzas —me dijo—, sobre todo en lo que corresponde a su historia. La de la coca ya nos la contó HUGO, relacionada con atavismos y costumbres precolombinas del Altiplano”.

La del chimó es parecida. Este menjurje se obtenía: 1) Hirviendo la planta del tabaco durante mucho tiempo; 2) A la pasta que se lograba, llamada moo, se le agregaba el material que se encontraba al fondo de la Laguna de Urao (Lagunillas, Mérida), una especie de carbonato de soda. 3) Luego se “aliñaba” mediante la incorporación de diversos productos, al gusto del fabricante ‘chimoero’: raspadura de papelón o panela, alguna harina y aromatizantes al gusto. Tiempo después empezó a añadírsele alcohol, bajo la forma de anís o de cocuy. Nuestros campesinos de Centro Occidente consumen el chimó en búsqueda de los mismos efectos que se obtienen con la hoja de coca: contra la fatiga, contra el hambre, para la embriaguez. Pero en contrario a lo que el lenguaje común nos indica, el chimó ni se ‘come’ ni se ‘masca’. Este es el procedimiento: nuestros campesinos se colocan una pequeña ‘pella’ detrás de los incisivos y dejan que se diluya debajo de la lengua. El jugo obtenido no se traga sino que, por el contrario, se arroja. Es por eso que en los Llanos Occidentales los ‘comedores’ de chimó se identifican preguntándose: “¿Usted escupe?”.

La leyenda de la Laguna de Urao pareciera creada por Adriano González, porque en la tradición de los indígenas que ocupaban la zona en un principio, se dice que aquella se formó con las lágrimas de las vírgenes que lloraban en lo alto la pérdida de su tierra y de su libertad a manos de invasores. ¿Españoles? —pregunté— “No, eso ocurrió después”. Se trataba —como en muchos otros casos en nuestra América—de colonialismo endógeno: la raza invadiendo a la raza: chibchas, indígenas del país de al lado. Cada siguiente invasión produjo una nueva mudanza de la Laguna, como cuenta don Tulio Febres Cordero: Es una laguna portátil … como el país de Adriano.

“No veo donde aparece la viveza venezolana en esa historia” —le espeté a mi compañero ocasional de barra; a lo que respondió—. “Tiene razón y perdóneme por distraerme, ahora se lo digo. Resulta que los avispados muchachos venezolanos que han sido aventados a otros países por la de Tascón, la de Russián y otras listas, encontraron la manera de eludir la prohibición de fumar en sitios públicos, y acceden a la nicotina en forma discreta y a costos muy bajos, al tiempo que se entusiasman con los efectos embriagantes del chimó. En las discotecas de New York se consume ahora tanto chimó como en Ospino o Barinitas y los chamos han agregado otro rubro a nuestro comercio de exportación”.

¡NO ME EXPLICÓ EL CONTERTULIO COMO HACEN EN LAS DISCOTECAS PARA ESCUPIR EL RESIDUO!

APARTHEID Y C de B /Gustavo Méndez

En la edición del diario TAL CUAL del miércoles 27 de febrero aparece un artículo firmado por FREDDY NÚÑEZ ―a quien creo no conocer― que alude, sin duda alguna, a los que solemos escribir en esta BARRA, especialmente a quienes hemos celebrado la vida de ADRIANO GONZÁLEZ LEÓN y llorado su muerte.

Este régimen ―escribe― inauguró con la lista Tascón, una práctica propia de las dictaduras de izquierda y de derecha. Se diseñó una metodología para la persecución política en la administración pública, y en general para impedir a cualquier ciudadano de oposición el disfrute de sus derechos frente al Estado. Un verdadero apartheid político …”

En lo que nos atañe personalmente, continúa: “… El mundo de la cultura aporta lo suyo. Es el caso de un personaje que sacó buen provecho de sus relaciones con oligarcas de la economía y la política durante la IV, y que ha sido señalado de haber elaborado otra lista tan maldita como la de Tascón. La elaboró cuando estuvo en un instituto del Estado. Cientos de trabajadores, incluyendo obreros, secretarias y profesionales, fueron echados a la calle luego de que este deleznable personaje se dedicara a clasificarlos como “opositores” al régimen …”

Luego de señalar que el ‘personaje’ ocupa hoy un cargo en un organismo “cultural”, afirma en obvia referencia a este blog que aparece impunemente en una página web dedicada a informar sobre cierta bohemia peculiar, escribiendo sobre Adriano González León y posando de intelectual. A veces me pregunto quien es más miserable, quien comete la vileza o quien finge ignorar el asunto para beneficiarse”.

Porque creo que la libertad de expresión incluye la de nuestros enemigos, no finjo ignorancia ni imposto desconocimiento, pero como me siento concernido, por escribir en esta página, sugiero al autor del artículo identificar al objeto de su diatriba, de manera de satisfacer directamente su espíritu vengador y justiciero y, por rebote equitativo, liberar a otros de cualquier sospecha. La precisión siempre va hermanada con la eficacia.

No defiendo a nadie, salvo a mi mismo, en este caso. Por tanto digo ― ‘por si las moscas’ como hablaban los abuelos― que ni nunca he trabajado en la administración pública, ni ocupo cargo en un ‘organismo cultural’ ni tengo posibilidad alguna de ‘beneficiarme ignorando vilezas’.

“Dígalo ahí”, amigo Núñez.

jueves, 21 de febrero de 2008

CARTA/ Phecda Márquez desde Valencia, España

Hola Pablo tuve el placer de compartir con Adriano en mi corta estadia en Venezuela, me lo encontré, como era de esperarse, en una barra de Altamira; fue una tarde deliciosa en la que conversamos de lo humano y lo divino acompañados de una buena botella de vino.

Habia leido este articulo de Juan Cruz que publicó el periódico EL PAIS, hace exactamente un mes, lo había recortado para enviartelo, pero entre una cosa y otra no lo hice, sin embargo cuando hoy leí en el código de barra " A un mes de Adriano " me animé y aquí te lo adjunto.

No se pueden imaginar los escritores del Código de Barra lo felices que nos hacen a aquellos que estamos en la afueras de nuestro querida y amada Venezuela

En verdad felicitaciones, en especial a ti por tanta creatividad ademas de poder reunir a tanta gente tan maravillosa

cariños

Phecda

PARA LEER EL TEXTO HAGA CLICK SOBRE EL RECORTE


domingo, 17 de febrero de 2008

A UN MES DE ADRIANO/ Tulio Monsalve

Es sólo un mes. Debo decirte que en este mínimo lapso que también incluye distancia, mucho se ha dicho y escrito sobre tu persona y obra. No te tengo ni tendré como ausente, sólo como escapado del diario hacer de esta complicada realidad. Desde siempre te escuché hablar y analizar lo que amigos comunes, Edmundo Aray, llamaba los delirios del Capitán Ahab persiguiendo una ballena blanca, bella y terrible asesina de la cual, sospechamos siempre, estuvo enamorado. Empresa que inexorablemente agotó su vida, quizás, hasta llevarlo a la muerte. Así de terribles son las quimeras.

Como en toda utopía el capitán no estaba solo, lo seguía una tripulación, algunos, quizás esperando cobrar la moneda de oro que había martillado en el palo mayor para quien primero avistara la ballena. ¿Avaricia?. Otros tripulantes, por saberse cómplices del momento de inmensa felicidad que alcanzaría el viejo Ahab si mataba a quien le había robado su pierna. ¿Felonía?. Otros quizás lo seguían para saber que pasaría luego de la muerte de la fiera, vaticinaban que ello sería también el fin de la vida del Capitán. ¿Utopia?.

¿ Cual era el Techo de la Ballena?, sencillamente un lugar de sueños, océano de cosas remotas que solo estaban en el corazón de cada uno de los aplaudimos las infinitas arbitrariedades que allí se les ocurría, a Contramaestre, Montillita, Caupolicán, Edmundo, Adriano y Daniel, que hacían política con alma de poetas.

Lugar de aventura y vida, ideas, sueños y muchas cervezas, regueros de cerveza e ingenio que comenzó en el Bar Iruña, en el centro de Caracas, fue a una calle cerca de Cuchilleros en Madrid, volvió para vivir en El Viñedo y fijar residencia en un garage de Sabana Grande y allí alojar a todos los oficiantes de la imaginación y el vuelo nocturno que fue el mundo ballenero.

Pero en los años sesenta, en Venezuela, cualquier viaje a la fantasía por mundos nuevos era peligroso, al realizarlo, solo logramos conocer algo de nosotros mismos y del mundo que vivíamos. Estuvimos como peregrinos medioevales convencidos de que el viaje al Santiago de la democracia no lo lograríamos, pues este era un buque fantasma manejado por espectros que escondían fines poco confesables. La vida parece que nos dio la razón.

Nuestra ceguera consciente, nuestra ballena, nos advertía de los peligros de ese poder sin responsabilidad social que enfrentábamos, asi vimos como abundaba el trastoque de los fines verdaderos por otros falsos. Como se sacrificaba el bien tenido por colectivo en aras de la libertad abstracta de las necesidades del comercio y la trácala; y que este, sería el patrón de vida de los gobiernos que luego vimos desfilar en comparsa, carnaval tras carnaval.

La realidad de que llega, llega, y de que golpea duro y en la cara ni que decirlo, eso le pasó a Adriano, cuando fue detenido por ejercer su natural oficio de escritor. Por cumplir lo que el compromiso del destino y la gravedad de sus sueños impuso: escribir. Por hacer bien lo que su ingenio le disponía y sus artes narrativas le imponían, narrar, sentir y expresar a través de los textos, en fin, comprometerse con lo que un buen ballenero debía hacer, desmontar la tramoya de la política “democrática” de Rómulo Betancourt.

Mañana del 1 de mayo de 1962, una vez mas –con espíritu militante- fuimos al eterno y ya repetido y fastidioso desfile y volvimos a ser repelidos por los mismos cabilleros adécos de siempre dirigidos por el Negro Herrera, que no aceptaban la presencia de la izquierda, menos mal que ese día tendría lugar otro evento cuyas repercusiones tienen vigencia 48 años después. Caupolican Ovalles iba a presentar su poemario “Duerme usted, señor Presidente”. Después de este libro la democracia betancurista se hizo palpable, en sus verdaderos métodos, Caupolican, tuvo que huir violentamente en Colombia y Adriano fue detenido en la Digepol. Sin duda que el poema era una provocación y la respuesta fue violenta. Según dice Adriano: “Caupolicán tuvo que irse al exilio porque lo querían matar y a mí me agarraron preso”. A Adriano, lo agarran en el aeropuerto, y fue a parar a Los Chaguaramos, urbanización donde se encontraba la sede de aquella siniestra policía del régimen adeco.

Síntesis: Adriano fue encarcelado por esa singular democracia adeco copeyana acusado del gravísimo delito de haber escrito el prólogo del libro ¿Duerme usted, señor presidente?.

En los días siguientes tenía que ir la Digepol, de visita, para entregarle un remedio a un amigo detenido, cerca del lugar me topé con Gonzalo Castellanos, el arquitecto, quien me pidió que, si se podía, le preguntara a Adriano por un escrito sobre Cuba que él le había entregado. Quería recuperarlo pues lo estimaba algo peligroso. Pude entrar y entregar el remedio, convine con el amigo que tratara de que Adriano estuviera cerca de las rejas y que disimulara para poder preguntarle algo que me interesaba. En eso estaba, cuando fui sorprendido por el guarda presos, que se adelantaba para evitar que continuara preguntando. El policía -- hay que considerar que allí solo habían o políticos o intelectuales presos, y por lo tanto, se suponía, él debía hablar de forma tal que correspondiera con el nivel de los encarcelados -- así, con firmeza y palabra cuyo tono pretendía culto o refinado, dijo grandilocuente mientras se acercaba …. rolo en mano: “mucho conversándome con cuyo detenido”.

Entre desenmascarado y temeroso decidí dar por terminada la gestión, evitando por razones evidentes, llegar a reírme como era obvio.

Hoy no te veo, pero igual estás presente entre todos los que siempre peleamos contigo y mucho te admiramos. Si por allí te topas con el Capitán Ahab pregúntale quien se quedó por fin con su moneda de oro.

Tomado del Prólogo que le causó el carcelazo de Adriano Gonzalez León:

“Se trata de una poesía que se da como una necesidad cotidiana.

Sobre todo, se trata de un rechazo definitivo de lo encadenante poético, mientras se afirma, ya que no un derecho a decir, sí una posibilidad de maldecir. ¡MALDECIR! “

EL PAIS PORTÁTIL DE ADRIANO/ Carlos Reyes Lima

Adriano González León y su país portátil. “Hoy eres Girondo y mañana Walter y tu nombre verdadero se pierde en el universo, quieres acabar con los mezquinos sueños de supervivencia de los escritores, quieres inscribirte con tus lectores en un mismo horizonte anónimo donde establecerías por fin con la muerte una relación de libertad” P. 297. Enrique Vila-Matas. El Mal de Montano

El 12 de enero del 2008, con un montón de literatura en la memoria, con el periódico extendido sobre una mesa de un bar, leyendo el ayer, lo encontró un infarto. Lo descubrió entre un titular y un artículo de opinión. Él era su memoria. Y allí lo encontró, un sábado, un día no propicio de muerte; “las defunciones no saben de días festivos y laborables, no tiene consciencia del tiempo”, decía aquella escritora de esquelas. Y solo Cesar, Cesar Vallejo la predijo “moriré un jueves y con lluvia”. Y Adriano González León, igual que vivió, la muerte lo encontró en una barra de un bar, con algún libro salvavidas en su bolsillo y una noticia abierta.

Desde un lugar lejano me llega la noticia en forma de correo electrónico, es Ana que me dice, es Rodolfo que me comenta, es Yhajaira que afirma, es Juan que me alerta. Son todos los lectores de las imágenes, que Adriano González León, daba vida, en su espacio televisivo “Contratema”, en un soporte tan pasajero, tan inmediato como la televisión, solo 45 minutos para hablar de literatura, para contener tanto libro. Adriano, nos daba la vuelta al mundo de lo literario, con su voz ronca de ginebra. Con imágenes, con entrevistas, con comentarios, con lecturas: la literatura que se transformaban en imagen, en cotidianidad. Y entonces, en la pantalla chica, una cosa diferente sucedía, los culebrones dejaban de respirar en algunas casas, en muy pocas, era una alternativa: Un espacio para aprender a leer y romper las barreras de lo cultural como elite.

Y allí estaba la tradición de escritores hablantes, de escritores que jugaban (al 5 y 6) las carreras de caballos, con combinaciones poéticas, en sus nombres literables. Siempre artistas con tarjetas de créditos golpeadas de hambre y tragos, y el pago de la cuenta en el bar, para otro día, en la que el “Dios Baco apueste también por nuestros caballos”. Más que envites, era un acto poético: retar al destino, con los animales bautizados desde los libros. Las carreras se transformaban en un corretear de nombres que al final encontraban su llegada en los últimos puestos; “a una cabeza de la meta final”, pero el arte y la literatura tenían que seguir compitiendo por alcanzar, algún día, la voz ganadora, así sea en la narración de los locutores hípicos.

Apostar y perder. Crear y perder. Ganar un trocito de vida. La literatura corre con la existencia, lo que triunfa, al final, es el lector de País Portátil, de Las Hogueras Más Altas, de Solosolo, de Viejo, de Crónica del Rayo y la lluvia, de Huesos de mis huesos; de su libro Damas en edición de bolsillo, no más grande que la palma de la mano, que podía ser secuestrado con el puño, oloroso a perfume derramado sobre sus hojas. Letra y olores, imágenes y sabores en esa sucesión de damas, que en el libro, son todas las mujeres y una.

Y así por mucho tiempo, Contratema fue la vitrina de muchos escritores, del mismo Adriano en su pasión por Andre Bretón, en sus discusiones sobre realismo mágico, por allí deben de estar los programas, la literatura oral y la crónica de un tiempo de escritores, de políticos, de cineastas. Con su cabecera con la música de la película “País portátil” su novela, y la película de Iván Feo y Antonio Llerandi. En algún lugar oscuro, en un depósito húmedo, la memoria debe estar muriendo, así como los programas de Aquiles Nazoa, Arturo Uslar Pietri, y ahora Adriano, escondido en el naufragio de la imagen que se borra con el paso del tiempo.

Su libro País Portátil (recibió en 1968 el premio Biblioteca Breve de Seix Barral), al igual que Andrés Barazarte (su personaje), Adriano González León rescato la historia con la bomba que llevaba Andrés, actor con ficción, encerrado en su juego de azares improvisados, dispersos, que como la historia de Venezuela, puede explotar en el autobús, en el viaje que somos. Adriano lleno su “vida portátil” de todas las ilusiones y todo el pasado que un venezolano pretende sentir, ayer y hoy. Y en País Portátil, más que un análisis de la violencia de los años 60, esta el escondite de lo que somos, de ese pasado portátil, álbum de fotos que guarda nuestros recuerdos, sitio imaginado, refundado cada día. Las maletas siempre se extravían, siempre, y ahora más que nunca, llevamos un país portátil en nuestro hablar, en nuestros recuerdos. El Andrés de Adriano, nos dio la conciencia de que no hay presente sin pasado. Nos construyo en nuestros miedos y laberintos. Para morir y ser un cuerpo portátil, y llegar hasta un lugar donde los dioses apuestan por las sombras de los caballos ganadores.

Adriano era Escuque, su pueblo de fantasmas y ruinas en el páramo. Nunca dejo de estar en él. En el sabor del picante con leche, del miche callejonero, en las tías, en los tíos. En emigrar a Caracas para conquistar el mundo. En la pensión triste de hombres tristes que se asomaban a las ventanas para ver pasar el tiempo. Y Sardio, y el Techo de La Ballena, subversivo y nunca panfletario. Buscando lectores y escuchas. Y, después la ginebra con zumo de naranja y hielo golpeado. Y las republicas fundadas en bares, en dibujos, en gabinetes de utopías y rones. Las embajadas como respiración. Nunca cambio, las entrevistas de antes y ahora nos hablan de ese Adriano que no dejo nunca la literatura, que como Montano, en el libro de Vilas- Mata: “esta enfermo de literatura”. Adriano, como Montano, vivió de citas y de lecturas, de los “otros para hacerse él porque todos los libros son un solo libro, y todos los escritores un solo escritor.

Y ahora que las cartas no hacen falta, que estar lejos, por razones de geografía, no es la excusa, ahora que la justificación es que tú estas en algún lugar donde el alma se hace portátil y solo guardamos lo que escribiste, cito este trozo de texto: “Acá, en las islas, orillas de las orillas, probablemente han llegado más botellas de náufragos que a otra parte del mundo. Estación postal del desconsuelo, está en la encrucijada de tres continentes. Es probable que los mensajes no recibidos por tanto abandonado, hayan chocado en las rocas, luego devueltas por la resaca mar adentro, hasta encontrar su trabazón en el camposanto de las historias” (1)

Y así, amigo Adriano, en un lugar donde “Se llega y ya uno se siente instalado en orillas que no buscan el mar porque todo es mar” (2) Guardo mi país portátil, desojado y perdido entre el macuto que me acompaña.

1. 2. Crónicas del Rayo y La lluvia. Itinerario de las Islas.

Carlos Reyes Lima carlosreyeslima@yahoo.es 0034-626232368.

viernes, 18 de enero de 2008

EL PENÚLTIMO BARAZARTE/ Gustavo Méndez


“Ese cambio de cortesías quebrantó las ordenanzas,

pero nos hizo conocer el bien y el mal.

Ni ángeles, ni demonios, ni dioses,

nos volvimos humanos… Y comenzamos a comernos la tierra con amor".


Me fue dado presenciar, como único testigo, la conversación portátil que ADRIANO GONZÁLEZ LEÓN sostuvo con GUSTAVO OLIVEROS, mientras nos embriagábamos con vino, con lenguaje y con recuerdos. Comenzada en el BAR RISTER, continuada en el HEREFORD GRILL, terminó la entrevista en ese otro sitio contiguo a su casa y a su vida, donde al día siguiente, por esta vez —sólo por esta vez—, suave y dulcemente, decidiría inclinar la cabeza sobre el hombro de la compañera de barra. Con la cámara fotográfica de GUSTAVO quise capturar la incandescente sonrisa de ADRIANO … a la hora que escribo no se si mi torpeza lo permitió, para el amoroso regocijo de sus amigos. Pero para el mío, para mi espíritu, el retozo quedará por siempre en mi memoria.

Afirmo que no existe —no puede existir— en el universo físico por el que transitamos, una más ancha y esplendorosa sonrisa como la que desplegó ADRIANO esa larga tarde, cuando el periodista que lo entrevistaba, le recordó las cervezas y las canciones que compartió en alguna ocasión con ‘el profesor’ —así lo llamaba—.

Varias veces recomenzada, hasta encontrar el tono y las palabras apropiadas, periodista y entrevistado vocalizaron una canción de cantina, un “HIMNO A LOS BORRACHOS” cuya autoría los habitantes de las barras gustamos atribuir a ADRIANO y a EDGARD ALEXANDER, inventada en algún lugar de su Sabana Grande de hace 25 años. Dice algo así:

Salgamos por las noches, bebedores

Vamos a celebrar nuestra canción

Esta sed de payasos soñadores

Vamos a festejar

Vamos a festejar

El corazón

Usemos nuestras máscaras mejores

Brindemos por el sueño y el amor

Los poetas inventan sus amores

Copas para buscar

Copas para buscar

Nuevo fulgor

Tomaremos la mar los bebedores

Tomaremos el cielo y es mejor

Un rincón que apacigüe los dolores

Vamos a festejar

Vamos a festejar

El corazón

En esos momentos finales de su vida terrenal, su palabra, el lenguaje, seguían siendo los verdaderos protagonistas de sus narraciones … y de su existencia. ‘La anécdota no cuenta mucho, cuenta fundamentalmente el pálpito del idioma’, solía decir. Para rematar: ‘el lenguaje es por sí sólo un contenido, es una anécdota y una verdad’. ‘La luz y la palabra son el personaje. En sus relatos, en su poesía, en las enseñanzas universitarias, en la ‘literatura oral’ que se inventó, practicaba el hábito. Como los pintores abstractos y (muchos) de los surrealistas —según decía— que eran ‘excesivamente imaginativos y distorsionadores de la realidad’, ADRIANO se inventaba una que estaba más allá de la de todos los días.

En otra ocasión, en el RISTER, para explicarnos la enorme dificultad de ‘cómo hacer sonoros los olores y visibles las esencias’, la ‘sinestesia’ en la literatura, como figura retórica que une 2 imágenes o estímulos procedentes de diferentes dominios sensoriales, puso por ejemplo —como uno de los mayores elogios recibidos, por lo demás—, el de una hermana que al leer ‘PAÍS PORTÁTIL’ le dijo que hacia la mitad de la novela «por fin había encontrado una mujer que oliera bien, Delia, porque yo digo allí que está enmandarinada». La tinta de los textos escritos se porta así … cuando un mago lo requiere.

Esa tarde sabatina, escoltado de sirenas y manatíes, resolviste encontrarte con ‘un porvenir de espejos que se repiten, a buscar a esas amigas y princesas que se mueven por las nubes y que compiten con los pájaros del más allá’. Hasta allí, a las “lejanas tierras trujillanas donde comenzó todo” te has movido, pero sin marcharte de este “valle hondo” al que viniste a hacernos felices, porque, por supuesto, como decías que escribía el Gran Almirante en su diario de viaje, ‘habrá una gran virazón’ y cantaremos de nuevo canciones cantineras.

QUIERO CREER, ME DA LA GANA DE ESTAR SEGURO, QUE LA ATMÓSFERA DEL AMAZONIA ESTABA ‘ENMANDARINADA’ ESA TARDE DEL SÁBADO.




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