viernes, 23 de mayo de 2008

DON JUAN TENORIO EN CLAVE DE TEATRO PARA BEBER (TPB)/Tulio Monsalve

Se iniciaba un mes de octubre hace ya casi cuarenta años. Sin causa aparente se convino una reunión en la casa de María Lucia y Aníbal Nazoa, Adriano González León con sus misterios de siempre me convidó, pero ocultó el motivo del encuentro, pregunté, sus disuasivas, me convencieron que lo mejor era desentenderme y gozar la incógnita.

Llegamos al lugar de la cita estaba allí Montillita y Argimiro. Mal síntoma me dije. Se inició el cotorreo y por fin supe, por acercarse Noviembre y según el rito este es el mes de Don Juan Tenorio. Se convino de inmediato, bajo orden sacramental que en el asunto para nada tenía que el burlador de Tirso de Molina, sino el de Zorrilla. Las fiestas de animas y difuntos e interfectos llenan de lagrimas y monserga no solo iglesias y cementerios sino que también proveen condumio a los actores de teatro y munición a los empresarios.

Mientras discutíamos descubrí que Don Juan anima una fiesta adonde se puede mezclar lo piadoso con la mas cruda acción blasfematoria, amen que al mirarlo bien Don Juan posee un cierto carácter, diríamos semita que al fondo demuestra un incontestable desprecio de la mujer en tanto que respetable y amada media mitad de nuestra especie. En eso del tratamiento de asuntos del género debemos decirlo era poco cuidadoso el tal Tenorio. Pero no era ese el tono dominante de este burlador de Sevilla que comenzaban a inventar el dúo de Adriano y Aníbal, pues en esta versión lo que se buscaban era crear de un teatro para jodedores actuado por los ídem.

No se trataba de presentar el asunto en términos de la posible causa cristiana en sus actos de arrepentimiento sino sencillamente verlo como un superlativo atropellador de pantaletas y un clásico mentiroso que necesita inflar sus trapacerías sexuales para poder lucirlas como chismes de cantina. Con esta precisión ya se sabia que se pretendía con el personaje mostrarlo como era, un bandido que asolaba la ciudad después del toque de queda y sin el concurso del viagra vivía para rendir culto a príapo y cumplir con todas las exigencias como dios rustico que sin mediar cuentos dispuesto está a aplicarle la operación colchón hasta una indefensa y enclaustrada Doña Inés.

Mediante documento jurídico de las abogadas María Lucia y Chela Briceño se pasó a Notaría la constitución de la Sociedad Anónima pro tempore que daría lugar a la creación de la empresa TPB ósea Teatro Para Beber, quedando la dicha compañía como única tenedora del capital y acciones de la recién creada organización del intelecto y el espectáculos. No fue fácil, pero el consenso llevó a dar por aceptado que el rol de Don Juan lo tendría Alfonso Montilla, el papel de Doña Ana recayó en la responsabilidad de Mariana Otero, Mary Ferrero haría la Monja que cuidaba la enclaustrada Ana, Rodolfo Izaguirre tenía que representar de Don Luís Mejía y el escultor León Levy sería Don Gonzalo de Ulloa, vestuarista Chela Briceño y musicalización de Tulio Monsalve.

El estreno mundial fue el en anfiteatro y salones adyacentes de la mansión de Aníbal y María Lucia. La entrada se daría por trueque de una botella de buen ron del caribe, si “pecho cuadrado”, pues mas mejor.

En la Hostería de Cristófano Buttarelli se produce el primer acto, allí vimos a Montillita que entre angustiado e insegura gatea, allí lo encuentra Don Luís que le pregunta en tono muy sevillano: “¿ y quej es lo que buscaj tu?, el Don le responde: “puéjs, …. mi carta del diners club”.

Al final don Juan, ya ha escrito su carta para Ana, futura victima y le comenta a Butarrelli su inconfesable acción, insinuada en una carta amoroso-lasciva que debe hacer llegar a Doña Ana.

Don Juan: “Esta carta que aquí veis / enviarla a mano deseo / no la mando en el correo / pues tardará mas de un mes”. Me acuerdo que en el segundo acto a la pícara monja Brígida (Mary Ferrero), con rostro que ilumina la lubricidad entrega a la victima el secreto mensaje de Tenorio:

-“No mas cara de velorio / deja ese rostro contrito / que aquí te manda Tenorio / conmigo este papelito”. No logro recordar la respuesta de la joven objeto de la infamante aberración del sexópata, pero a esta hora ya su destino está cantado, de ese vergajazo difícilmente podrá salvarse.

En el acto final vemos a la casa de Don Juan, están los convidados, es de noche y la ceguera limita los sentidos del burlador, siente la cercanía del aparecido, ya espectro Don Gonzalo y ante sus temores lanza:

-¿Qué me pasa quej-ques-quejs / será el fantasmas de Inés / o la Metropolitana / o es que yo tengo una nota / de mafafa colombiana?. La muerte lo cerca.

Sin duda que la actuación de las figuras escogidas no pudo ser mas certera, y las fiestas y pitanzas que se armaban fueron inolvidables, sin olvidar que la idea, concepción, desarrollo, creación y montaje, de esa mágica linterna de sueños risas y caña creada por Aníbal Nazoa y Adriano González León, aun ya los cuarenta años de su montaje hacen cabriolas en nuestros sueños e imaginación

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tulio es GESapo de la gente de Chávez. Guillo

Rafael Santana dijo...

El verso inicial:

Cuán gritan esos pelmazos!
Pero que un EMTSA* me parta
Si en concluyendo esta carta
No les caigo a carajazos...!

*Autobuses municipales de los '60

Otro:

¿Que es ese inefable aroma
Que dulce embalsama el aire?
Ese mi casta paloma
Es el viejo y noble Guaire!


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