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jueves, 4 de septiembre de 2008

ESTRATEGIAS EN LA BARRA

LOS HIELITOS TRISTES
DE ALFONSO MONTILLA
( en la foto con Soledad Mendoza)
Alfonso Montilla era el juglar de la República del Este.
Todos querían escucharlo. A Alfonso le encantaba el
trago pero no tenía recursos, por eso se aprovechaba
de sus cuentos para beber.
Un día, Elías Vallés, el de la Funeraria, a quien algunos
llamaban «Mecenas» pero otros preferían llamar
«Mebebes», le pidió a Alfonso que contara un cuento
que a él le gustaba mucho. Alfonso dijo:
- Lo que pasa es que estos hielitos están muy tristes.
Estaba sin trago. Entonces Vallés ordenó inmediatamente
al mesonero que le pusiera otro trago al poeta.
Era la fórmula infalible de Alfonso para beber gratis.


PICHIRRE
Un día están Adriano González León, Mary, su esposa,
Salvador Garmendia y Rodolfo Izaguirre, tomando
unos tragos en un bar de Sabana Grande.
A la hora de pagar, que eran como 15 bolívares, todos
pusieron algo de dinero menos Adriano a quien se le
engatilló el dedo en el bolsillito pequeño del pantalón.
Mary, al ver que Adriano se está haciendo «el policía
de Valera», para no poner dinero, le dice en valerano:
- Sacá, Adriano, sacá.

EL POETA MONTES DE OCA
Al poeta Ramón Montes de Oca le gustaba ir a Trujillo
porque allí los poetas le celebraban sus versos. Cuando
Adriano González León, Alfonso Montilla y Oswaldo Barreto se enteraban de que el poeta Montes de Oca
los iba a visitar, se ponían felices porque sabían que
por unos días iban a descansar del micho andino
porque el poeta lo que bebía era whisky.
Montes de Oca tenía un verso que repetía siempre:
- Yo soy un satán que hiere las rosas
Los poetas aprovechaban para aplaudir a rabiar.
- Qué verso, poeta, qué verso- decían todos al unísono.
Entonces el poeta se entusiasmaba y pedía una botella.
Cuando Alfonso Montilla veía que la botella se estaba
terminando pedía a Montes de Oca que por favor
volviera a decir el verso. Los poetas aplaudían de nuevo
la perfección del endecasílabo, y entonces el poeta
Montes de Oca llamaba al mesonero y ordenaba
otra botella.

Fragmentos tomados del libro Ebriedades de Gonzalo Fragui , (en la foto) Cooperativa Librería Ifigenia, Mérida, Venezuela 2008

viernes, 23 de mayo de 2008

DON JUAN TENORIO EN CLAVE DE TEATRO PARA BEBER (TPB)/Tulio Monsalve

Se iniciaba un mes de octubre hace ya casi cuarenta años. Sin causa aparente se convino una reunión en la casa de María Lucia y Aníbal Nazoa, Adriano González León con sus misterios de siempre me convidó, pero ocultó el motivo del encuentro, pregunté, sus disuasivas, me convencieron que lo mejor era desentenderme y gozar la incógnita.

Llegamos al lugar de la cita estaba allí Montillita y Argimiro. Mal síntoma me dije. Se inició el cotorreo y por fin supe, por acercarse Noviembre y según el rito este es el mes de Don Juan Tenorio. Se convino de inmediato, bajo orden sacramental que en el asunto para nada tenía que el burlador de Tirso de Molina, sino el de Zorrilla. Las fiestas de animas y difuntos e interfectos llenan de lagrimas y monserga no solo iglesias y cementerios sino que también proveen condumio a los actores de teatro y munición a los empresarios.

Mientras discutíamos descubrí que Don Juan anima una fiesta adonde se puede mezclar lo piadoso con la mas cruda acción blasfematoria, amen que al mirarlo bien Don Juan posee un cierto carácter, diríamos semita que al fondo demuestra un incontestable desprecio de la mujer en tanto que respetable y amada media mitad de nuestra especie. En eso del tratamiento de asuntos del género debemos decirlo era poco cuidadoso el tal Tenorio. Pero no era ese el tono dominante de este burlador de Sevilla que comenzaban a inventar el dúo de Adriano y Aníbal, pues en esta versión lo que se buscaban era crear de un teatro para jodedores actuado por los ídem.

No se trataba de presentar el asunto en términos de la posible causa cristiana en sus actos de arrepentimiento sino sencillamente verlo como un superlativo atropellador de pantaletas y un clásico mentiroso que necesita inflar sus trapacerías sexuales para poder lucirlas como chismes de cantina. Con esta precisión ya se sabia que se pretendía con el personaje mostrarlo como era, un bandido que asolaba la ciudad después del toque de queda y sin el concurso del viagra vivía para rendir culto a príapo y cumplir con todas las exigencias como dios rustico que sin mediar cuentos dispuesto está a aplicarle la operación colchón hasta una indefensa y enclaustrada Doña Inés.

Mediante documento jurídico de las abogadas María Lucia y Chela Briceño se pasó a Notaría la constitución de la Sociedad Anónima pro tempore que daría lugar a la creación de la empresa TPB ósea Teatro Para Beber, quedando la dicha compañía como única tenedora del capital y acciones de la recién creada organización del intelecto y el espectáculos. No fue fácil, pero el consenso llevó a dar por aceptado que el rol de Don Juan lo tendría Alfonso Montilla, el papel de Doña Ana recayó en la responsabilidad de Mariana Otero, Mary Ferrero haría la Monja que cuidaba la enclaustrada Ana, Rodolfo Izaguirre tenía que representar de Don Luís Mejía y el escultor León Levy sería Don Gonzalo de Ulloa, vestuarista Chela Briceño y musicalización de Tulio Monsalve.

El estreno mundial fue el en anfiteatro y salones adyacentes de la mansión de Aníbal y María Lucia. La entrada se daría por trueque de una botella de buen ron del caribe, si “pecho cuadrado”, pues mas mejor.

En la Hostería de Cristófano Buttarelli se produce el primer acto, allí vimos a Montillita que entre angustiado e insegura gatea, allí lo encuentra Don Luís que le pregunta en tono muy sevillano: “¿ y quej es lo que buscaj tu?, el Don le responde: “puéjs, …. mi carta del diners club”.

Al final don Juan, ya ha escrito su carta para Ana, futura victima y le comenta a Butarrelli su inconfesable acción, insinuada en una carta amoroso-lasciva que debe hacer llegar a Doña Ana.

Don Juan: “Esta carta que aquí veis / enviarla a mano deseo / no la mando en el correo / pues tardará mas de un mes”. Me acuerdo que en el segundo acto a la pícara monja Brígida (Mary Ferrero), con rostro que ilumina la lubricidad entrega a la victima el secreto mensaje de Tenorio:

-“No mas cara de velorio / deja ese rostro contrito / que aquí te manda Tenorio / conmigo este papelito”. No logro recordar la respuesta de la joven objeto de la infamante aberración del sexópata, pero a esta hora ya su destino está cantado, de ese vergajazo difícilmente podrá salvarse.

En el acto final vemos a la casa de Don Juan, están los convidados, es de noche y la ceguera limita los sentidos del burlador, siente la cercanía del aparecido, ya espectro Don Gonzalo y ante sus temores lanza:

-¿Qué me pasa quej-ques-quejs / será el fantasmas de Inés / o la Metropolitana / o es que yo tengo una nota / de mafafa colombiana?. La muerte lo cerca.

Sin duda que la actuación de las figuras escogidas no pudo ser mas certera, y las fiestas y pitanzas que se armaban fueron inolvidables, sin olvidar que la idea, concepción, desarrollo, creación y montaje, de esa mágica linterna de sueños risas y caña creada por Aníbal Nazoa y Adriano González León, aun ya los cuarenta años de su montaje hacen cabriolas en nuestros sueños e imaginación

lunes, 14 de enero de 2008

LUTO / Tulio Monsalve



A quien poseía el gran magma y las armas de un altivo ballenero ….

Era Lunes. Fue una llamada tempranera, pero viniendo de Adriano, casi una amenaza. Lo imaginaba a él, si lo hubiera llamado yo. Su respuesta ante tal impertinencia hubiera sido la de siempre: “quién se atreve”. Escuche su voz entre quejosa y crítica:

-Dejáte de jodederas, decime, donde está el manuscrito ¡!. .

-¿Cuál ¿.

-Pues ese que yo cargaba el Sábado en el baño turco. ¿No te acordás, no te hagás el pendejo …

- Coño Adriano no tengo la menor idea …

Los sábados de ese período de nuestra vida tenían un ya conocido itinerario. Sabado 10. 30, llegada al Baño Turco del Bosque. El consabido mal genio y un impertinente aroma a cañoso recuerdo de la noche anterior. No había animo ni humor, ni energía para un saludo. Todo se resolvía por cortos pero terminantes monosílabos, no éramos capaces de expresarnos ni siquiera por mínimos grafismos. Lo máximo. Gestos cuneiformes, y eso, de vaina y en modo intermitente.

En un afanoso ir y venir de la sala de vapor a la sauna o viceversa, y de allí al chorro de agua fría, pasábamos buenas horas y medias. Los galenos de mas experticia en este ingrato saber, solían recomendar, en medio del horrendo oleaje, intercalar en el torrente etílico, una frescokolita. Otros, que habían logrado superar el enigma del día, tímidamente agregaban: ¡! ponle un chorrito de limón ¡!.

Salvador Garméndia, mas radical pontificaba: no pierdan tiempo, en pendejadas, esa vaina, solo la derrota una cerveza friita. También este sabio del transnocho y las barras, tenía como siempre, palabra sapiente y culto saber y algo que agregar.

Terminada la proto salubre gesta, quedábamos ya sobre la una para irnos ha comentar sobre los libros recién aparecidos y que recomendaba Raúl. El lugar el Frisco, allí dábamos cuenta de un sabroso Tom Collins y seguía Adriano, con el humor y la grata y profunda sabiduría que derrochaba, para realizar sencillos, pero profundos análisis, para lograr las relaciones menos pensables posibles entre uno sus poetas mas repetidos, Quevedo o Góngora o García Lorca, con los asuntos que en este momento nos ocupaban política, cultural o afectivamente. Esa estrofa se le oí y vi. utilizar de la forma mas inteligente, humorística y variada posible. Era por la fortaleza de su genio y versatilidad e ingenio en el uso de su fuerza como escritor, capaz de hacernos oír estos versos de Quevedo y Villegas: Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,/ Venas, que humor a tanto fuego han dado,/ Medulas, que han gloriosamente ardido su cuerpo dejará, no su cuidado;/ serán ceniza, más tendrá sentido;/ polvo serán, mas polvo enamorado, en miles formas y veces sin repetirse en los cometidos y la gracia de sus atrabiliarias comparaciones y reflexiones siempre nuevas y perpetuamente inéditas y invariablemente ocurrentes.

Sabedor destacado de todo cuanto la lengua castellana pudiese tener como secreto y conversador afable y referente de una cultura tan vasta como posible, perfecto caballero en sus modos para el trato con gentes y siempre dispuesto a reconocerle las virtudes a quien con él compartía sin evidenciar la mas mínima capacidad para regatearle a nadie lo que le correspondía como ser humano.

Con estos iniciales créditos ¿cómo no quererlo tener como un buen amigo y como conversador excelso y ser capaz de prodigar bondad a cuantos le rodeaban¿ .

En este programa sabatino después del coctelito, obligado era pasar a la tienda de Frisco, a comprar los vinos que serían acompañantes del almuerzo que en ese momento componía con el acierto y genio de los mejores jefes de cocina de Caracas la inefable y bella e inteligente y gran periodista Mary Ferrero. Este era el único momento en el cual su atrabiliario temperamento trujillano irrumpía para imponer su terca voluntad, el vino: tenía que ser rojo y cabernet, y punto. Todos los invitados debíamos seguir la imponente noria. En este caso y solo en este caso una infracción a la norma sería severa y públicamente sancionada. Pocos, ni siquiera el in domeñable Orlando Araujo o Trina, se atrevían a romper los códigos. Todos, Chela, Mariana y Luís Alberto, Argimiro, Manuel, Rodolfo, Belén, Daniel, los Manueles: Caballero y Quintana, el Catire Hernández D'Jesús Caupolicán, Gonzalo, Marcos, Edmundo y Sonia, Oswaldo, David, Alfredo, todos incluidos caían en la celada.

Volvamos al manuscrito. Resulta que desde el sábado hasta la mañana del lunes de su llamada a él se le había extraviado un manuscrito. Estímese que para la época solo contábamos como respaldo con aquello que la maquina de escribir producía como original. Hoja por hoja. Folio a Folio, se iba haciendo un libro, nada que ver con eso que llamamos hoy el back up. Nada tenía respaldo que no fuera nuestra memoria, que bien corta que es, por cierto. Situación que justificaba su desasosiego. Pues él debía, mandar la obra a Barcelona, España. Me llamaba, por que los amigos comunes, cada vez que se les perdía algo acudían a mi, por suponer que era quien se los escondía para joderlos. ¿ Era verdad, no lo creo ¿. Pura infamia con la que tuve que cargar por bastante tiempo. Lo real es que no sabia nada del enigma.

Lo definitivo era que se trataba nada mas y nada menos que de la pérdida del original de su novela País Portátil. Menudo rollo.

Otro Sábado. Volvimos a la rutina, llegamos hasta el Frisco, nos saludo el Barman, que Adriano llamaba Babaganully, quien dice que su jefe quería mostrarle algo, así sucede, viene y pregunta si esto le pertenece y muestra un material, que había quedado olvidado en una mesa. El grito fue un estertóreo, ¡! Coño, mi libro!!..

Lo demás es conocido, gana el premio Seix Barral y nos volvemos a ver, cuando se aloja en nuestro apartamento de París. Allí celebramos de modo variado y amable su premio.

Hoy, para completar nuestro ciclo, y para asombro y paradoja como ser inteligente que fue, imprevisible, pero siempre fiel e inteligentísimo y con gran sentido de lo humorístico, realizó su último viaje. Recibió su pasaporte precisamente, en la casa de Elías Vallés, a quien nombró, en la época de la AdrianoRepública del Este, Ministro de los Asuntos del Mas Allá.

Allí espero verte Adriano, para decirte quién fue el que realmente te robó el libro de Piglia. Te advierto no fui yo. Ojala que nos veamos otro día sábado.

De despedida otro poema que te escuché: Tu cuerpo irá a la tumba,/ intacto de emociones./ Sobre la oscura tierra/ brotará una alborada. García Lorca.

PS: Su obra escrita, es inmensa en su belleza, contundente en su mensaje, amplia en su alcance, profunda en su sentido y filosófica para puro joder la paciencia de los academicistas.


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