miércoles, 9 de junio de 2010

LA CULTURA URBANA Y ECONOINVEST / Joaquín Marta Sosa


Fragmento del artículo de Joaquín sobre  la contribución al país de la Fundación para la Cultura Urbana y el Grupo de Empresas Econoinvest

Versión completa en
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(...)
De allí que la intervención de una Casa de Bolsa de la transparencia, rectitud, magnitud, y éxito de Econoinvest, nos sacuda como un despropósito, nos parezca una incongruencia mayúscula. En el socialismo no hay Casas de Bolsa, se afirma (y ya no es verdad del todo), de allí que entre otras, por esa causa en el socialismo al que se alude lo que sí abundó y abunda para la mayoría es el empobrecimiento y la miserabilización de la calidad de vida.
Pero hay más, esta empresa la fundó y desarrolló un grupo de venezolanos, en Venezuela, jóvenes todos ellos, con una demostración incontestable de la capacidad emprendedora atesorada en el país. Grupo que, además, emprendió formas modernas, originales y eficaces para estimular el ahorro, convertir a miles de personas en accionistas, facilitar créditos con claridad y celeridad para que la vida económica nacional pudiese mantenerse a flote, desatascar el mercado de divisas para que el país no se asomara a una escasez ponzoñosa, para abrir rendijas al irnos deslastrando del peso de la “petroeconomía”. Todo con tal grado de apego a leyes, normas y reglas, que se desmintió ese aserto de que sólo al margen de la legalidad se alcanzan resultados importantes.
Pero Econoinvest no se redujo a cultivar su jardín, a ensimismarse en su triunfo como proyecto empresarial. Gracias a los resultados que obtuvo, decidió invertir, desde un espíritu que ya se creía perdido, el del entusiasmo de un mecenas renacentista, en, por ejemplo, el patrocino del programa de Nuevo Periodismo Iberoamericano, el proyecto de recuperación de las ciudades venezolanas (Cien ideas para Caracas, para Valencia, para Maracaibo…), la invitación a intelectuales y escritores mayores de nuestro tiempo, a figuras del urbanismo, a Alcaldes con experiencias triunfantes a cuestas; también a tejer relaciones con el mundo cultural, periodístico y empresarial colombiano como un modo de aliviar tensiones en cuya persistencia sólo pierden los dos pueblos.
Pero, en especial, resalto esa obra espléndida que es la Fundación para la Cultura Urbana, bajo la responsabilidad de Rafael Arráiz Lucca, con su reconocidísimo Concurso Anual Transgenérico, su extraordinario, en calidad y cantidad, fondo editorial, su rescate de la historia y de la memoria fotográfica y musical nacional. En fin, un poderoso impulso moderno e innovador para la vida cultural, intelectual, urbana del país que, hoy por hoy, es tan indiscutible como reconocido.
Que el resultado de este esfuerzo, de esa energía invertida incondicionalmente en Venezuela por venezolanos, corran el peligro de resultar baldío, incomprensiblemente asediado, nos mueve a estupor pues si bien acaso no todos seamos Econoinvest, si lo fuésemos el país sería irreversiblemente mejor.

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