miércoles, 2 de junio de 2010

CHORONÍ,PARAÍSO PERDIDO / Luna Benítez

La decisión de adquirir una pintoresca vivienda de descanso en Choroní, lo determinó la placidez, la gracia del pueblo y la integridad de su gente. Este paraíso que nos pertenece a todos, devino en total degeneración que también nos pertenece a todos. La deficiencia de servicios públicos, la delincuencia, el ruido, la inmundicia, las fallas de electricidad, la sobrepoblación y sus flagelos léase desgaste de los valores, invasiones, prostitución, comercio de sustancias ilegales, y para colmo la inseguridad y los ladrones son las condicionantes que hoy definen el rostro del antes apacible pueblo que, todavía y a pesar de tanta pesadumbre, sigue siendo uno de los más bellos de Venezuela, pues concentra el prodigioso parque nacional Henry Pittier y sus playas.
Hacía como dos años que no visitaba la casa familiar en Choroní, precisamente por lo antes descrito. El pasado miércoles 26, a las 8 pm un delincuente sorteó los tejados coloniales de muchas viviendas y por el techo accedió al interior de nuestra casa donde recostada releía  la trágica vida de Raskolnikof , ese personaje a través del cual Dostoievski en Crimen y Castigo se encarga de recordarnos que quizá “lo que más temor inspira a los hombres sea aquello que les aparta de sus costumbres”.
El ladrón, un prietazo fornido, de unos 1,70 mts de estatura, descalzo, torso desnudo, vestido de short azul y franela en la cabeza a modo de pasamontaña donde resaltaba el blanco de sus ojos negros, arrebató mi bolso de mano y como un celaje salió por donde entró. Se perdió en la noche oscura, pues en el pueblo de Choroní el alumbrado público brilla por su ausencia en la noche mientras que en la playa está prendido durante el día. A mis gritos de alerta llegaron vecinos y policías. De nada valió: quedé sin identificación, cámara, dinero, efectos personales. Todavía siento vértigo por sentirme vigilada en mi propia morada y recrudece la impotencia y la furia de no poder hacer más para extirpar la adversidad y el desgaste social cada vez mayor que se cierne sobre nuestro país.
Luna Benítez
Periodista

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