No debe decirse que AL GORE, el último ganador del Nóbel de la Paz sea un advenedizo del ecologismo: antes que Busch lo retirase de la política contingente ya se le conocía con el mote de ‘Mr. Ozono’. Por otro lado, se sabe que la ‘izquierda’ europea —tan influyente en el Premio— una vez admitido que no estaba a la vista la llegada de la “madrugada roja en que toda injusticia sería vengada” se dedicó a favorecer la radicalidad de las causas parciales y/o lejanas: feminismo, ecologismo, indigenismo, teología de la liberación, castrismo, chavismo, marginalidad … ¡y déle, que va en bajada! Ese día, en aquella barra, con la atención colectiva puesta en el juego, me atreví a decir que la concesión del Premio no era sino otra manifestación del viejo milenarismo judío-cristiano (¡y marxista!), según el cual la historia camina ‘linealmente’ y va hacia el "final de los tiempos’. Esa visión catastrofista ha atrapado la imaginación del mundo occidental durante miles de años. En tiempos tormentosos, nunca falta un misionero que anuncia el ‘fin del mundo’ y se hace rodear por adoradores. En este sentido, GORE quizá no sea sino una suerte de ‘remake’ de predicador medieval de los que tanto éxito obtuvieron en la galaxia pre-Gutemberg ―como aquel Dolcino que Humberto Eco tanto cita― y que, ahora, estimulados por la digitalidad, la expansión de los medios que transmiten imágenes y otras modernidades, logran que su voz se extienda con eficacia.
Más recientemente, a finales del SXIX, en otra crisis de energía y de transporte, la proliferación del estiércol soltado por los caballos que tiraban de los coches, dio pábulo a que los milenaristas que precedieron a GORE hicieran creer a las asustadizas masas neoyorkinas que estaban en presencia de una crisis ecológica sin precedentes que conduciría al ‘fin del mundo’: hedor, enfermedades respiratorias y fiebres tifoideas. Ahora, en su película “UNA VERDAD INCÓMODA” GORE, este nuevo milenarista, pronostica otro Apocalipsis. La tesis es simple: el desenfreno en el consumo de energía fósil producirá un calentamiento global, una vez que la atmósfera sea saturada por las emanaciones de CO2. Noten la coincidencia escatológica (en el segundo sentido del DRAE, no en el primero): ‘bóñiga de caballos’ en la anterior crisis; ‘estiércol del Diablo’ en esta otra.
Los lobbies mundiales asociados al comercio del petróleo han demonizado a GORE, los petroestados callan. Pero lo cierto es que ‘Mister Ozono’ pronostica que los glaciares de Groenlandia se derretirán y provocarán un ascenso del nivel del mar, a escala mundial, de aproximadamente
Otro día, meditando en frente de un whisky con abundante hielo se me ocurrió conversar con unos científicos amigos, quienes precisaron algunos puntos, entre otros: 1) El hielo del Ártico se derrite, pero el agua de la Antártida se congela; 2) No está determinada la proporción en que el calentamiento global, por un lado, y las corrientes submarinas, por otro, influyan en esa licuefacción; 3) La tesis de GORE desdeña la posibilidad de que el desmesurado aumento del precio del petróleo induzca a las naciones industrializadas a utilizar fuentes alternativas de energía, no contaminantes, cuya tecnología ya está a su alcance y cuyo costo empieza a estarlo (hidrógeno, biodiésel, etanol, captura de energía solar y eólica, etc.). No importa, perdonamos a GORE. Si éstos son errores, son explicables. Lo que no lo perdonamos es haberse dejado arrebatar la Presidencia por BUSCH.
Excepcionalmente, mientras obtenía la gratuita información, no llegué a probar el whisky y los témpanos con que suelo tomarlos, se derritieron. Advertí, sin embargo, que el nivel del líquido no aumentaba demasiado y el vaso no se derramó. ¡SE APRENDE MÁS EN LAS BARRAS QUE EN LOS LIBROS!
A propósito de MILENARISMO (¿MINERALISMO?), vean a FERNANDO ARRABAL, divinamente ebrio, tratando de disertar sobre el tema en:
http://es.youtube.com/watch?v=xVMSrqtsAow
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