martes, 18 de septiembre de 2007

TREN PASÓ PRIMERO Y LA GRAPPA DESPUÉS/ Tulio Monsalve

Es por lo menos irreal suponer la existencia de un precedente por el cual algún plebeyo se le halla ocurrido la peregrina idea de invitar a una princesa a cenar. Menos probable aún, que superado el desatino, la princesa halla aceptado el llamamiento. A pesar de tales antecedentes y considero que solo la fuerza de lo extraordinario produjo el sortilegio la Princesa Helena Poniatowska hizo un espacio en su vida para aceptar nuestra invitación. Digo nuestra, por cuanto el otro que completaba el dúo de los advenedizos era Roberto Hernández Montoya, quien tratando de igualarse solo dio como referencia el Montoya; por mi lado ni eso intenté, como cubrir mi apellido solapando otro, si ninguno de los dos podría romper el espacio de los elegidos

Este atrevimiento solo se puede producir por la audacia o mediatura de alguna circunstancial investidura de autoridad, estimo fue este el caso. Se trataba de hacer un mínimo reconocimiento al genio y la calidad de la obra de la escritora, y alargarlo hasta su alter ego, la princesa. Debo decir que celebramos la novela, apreciamos la dama y reconocimos la gracia de su palabra y ligeros gestos, además la delicadeza de su insinuada sonrisa.
Sus sencillas pero serias y clarísimas frases nos hicieron gratificarnos con sus apreciaciones sobre el pueblo mexicano, ya parte, muy importante de su vida. Llegado al postre y el puosse café, citamos a Tina Modotti, y coincidimos que la novela que ella escribió sobre Tina (Tinisima) contiene muchos y gratificantes hechos para el eterno recordar. El remembrar, esa que además de bella, fue intransigente luchadora por todas las causas que tuvieran por signo la reivindicación de los menos favorecidos; ella que como Helena también fue recibida en México, y aunque fue expulsada una vez, allí regresó y fue reivindicada por el mero Don Lázaro Cárdenas. Helena y Tina tienen muchos trazos en común, la vocación por todo lo mejicano y tener ese país como su patria, tener el periodismo cómo sistema de vida, y una gran pasión por la defensa de los que menos ventajas humanas han percibido en la vida. La emoción que en ella produjo la cita, me permitió sugerir un brindis por Tina, insinué que por ser italiana lo mejor para el momento era una buena grappa. La señora Poniatowska debemos decirlo, no es muy afecta al alcohol, sin embargo, considerando el momento aceptó, por cuanto la ocasión de recibir el premio Rómulo Gallegos que es un asunto de “una vez en la vida” y citársele en este cena a Asunta Adelaida Modotti, fue bastante para que en contra de las normas que impone la realeza, rompiera hasta los protocolos de sión y se metiera un “guarapazo”, y así nuestra homenajeada princesa al manto de una barra, celebró y pudo reconciliarse –temporalmente- con la aprovechadora plebe que la agasajó y en emocionado rincón, brindó y brindó ….

Tina Modoti y sus fotos




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