domingo, 29 de agosto de 2010

TAITA BOVES O LA POÉTICA DEL RESENTIMIENTO/ Pablo Antillano

Taita Boves - trailer oficial- from Jonathan Pellicer on Vimeo.


Echar el cuento de José Tomás Boves en el cine implica muchos riesgos, y eso seguramente lo sabía Luis Alberto Lamata antes de emprender la producción de su película. Afortunadamente sorteó con éxito la mayoría de ellos.

Es de imaginarse que uno de los primeros desafíos que tuvo que afrontar fue el de la “con-fabulación”, el de la fábula compartida, que implica que vastos segmentos de la audiencia ya eran accionistas de una idea seminal sobre el personaje central, idea que les fue sembrada durante generaciones por los programas de Historia de Venezuela que se imparten en colegios y liceos.

Aunque cada individuo imaginó el suyo, y Herrera Luque en su versión le insufló robustez siicológica a la complejidad del personaje, el Boves del imaginario compartido esta engastado en el arquetipo de la villanía y la maldad. Se le definió como sanguinario y así se quedó, Así lo visionaron los aterrorizados mantuanos, los soldados patriotas y los generales de la causa del Rey y así quedó estereotipado hasta nuestros días, opacando a cualquier otro guerrero desmesurado de su tiempo.

MIEDO AL NEGRO

A esa imagen de súper héroe del mal contribuyó su alianza furiosa contra Simón Bolívar, el súper bueno de la historia. Pero lo que lo marca no es su alianza con los realistas como fue el caso de otros traidores, sino su alianza con el sector más temible de las haciendas coloniales: el negro.

Boves se alió contra la República con negros zainos, cuyo olor a almizcle se adhería a las sábanas y se respiraba con temor en los corredores de las casonas. Lo estigmatizó su alianza con el negro insumiso, respondón, lujurioso, rodeado de deidades infernales. Su propio resentimiento se infló con el de los cimarrones que además le transfirieron su capacidad para amedrentar a los blancos.

EL MÓVIL Y LA OPORTUNIDAD

En términos de narrativa criminal (el móvil, el arma y la oportunidad) algunos argumentaron que la reivindicación de esos negros constituyó el móvil que llevó a Boves a su sangrienta disidencia con los “patiquines” blancos de la independencia. Así lo interpretaron algunos historiadores animados por los modelos teóricos de la lucha de clase. Pero otras versiones, más complejas y modernas, vieron en la alianza de Boves con negros, indios y mestizos realengos más bien una oportunidad que un móvil. Y esta versión es la que nos pareció que Lamata asume en su guión.

El arma asesina no sería otra que la espada montonera, hipnotizada por su talante carismático, violento y cruel. Su móvil la venganza, el ajuste de cuentas contra el agravio y el desprecio. La oportunidad, sus conexiones con prisioneros de calabozo, con traficantes de caballos, con revoltosos desahuciados de las haciendas de café, cacao y ganado. Su víctima era más bien variopinta..

Aún cuando produce efectos devastadores en el proyecto republicano, no es la política lo que mueve el furor de este caudillo carismático, tal y como deja ver la película de Lamata. En ese Boves no se anida ninguna utopía, ni propósito de emancipación, ni fantasías constitucionales, ni mentalidad roussoniana y mucho menos monárquica. Obviamente él está en la política pero la política no está en él. No persigue el Poder Político, más allá del que se puede expresar en el grito “¡¡¡Yo soy la política, carajo !!!”.

Boves, como buena parte de los delincuentes obsesivos, no tiene ninguna meta que no sea el de cobro de víctimas: hoy patriotas, mañana realistas, hoy blancos, mañana negros o indios. Sus consignas a favor del Rey, contra los blancos, o por una Patria, lucen vacías de contenido, no tiene más valor que la arenga oportuna en el campo del terror..

POÉTICA DEL HÉROE VILLANO

Un segundo desafío cinematográfico , bien resuelto a nuestro juicio, consistió en la creación de un Súper Villano cinematográfico anclado en la vida real.. La película introduce al espectador en la personalidad maligna del Taita Boves con una estrategia narrativa de eficiencia inmediata pues, contada de atrás para adelante, desde las primeras escenas se sabe que todos se atribuyen su muerte, incluyendo sus allegados. Varios personajes emblemáticos del film celebran la muerte de Boves como un hecho inevitable pero, además, justiciero.

La estrategia cuenta decisivamente con Juvel Vielma, un actor del GA80 que viene dando mucho que hablar, que es el encargado de hacer brotar la furia patológica de las entrañas de su personaje. Boves es mostrado como un extravagante, con relámpagos de insanidad, siempre al borde de que le estalle una arteria en el cuello, corroborando a cada paso la tesis central de la propuesta: un talante carismático, violento y cruel movido por la venganza, y no por la política.

La historia nos cuenta que a pesar de que era blanco y de raza española fue encarcelado por la justicia del Rey , vejado y destrozado por el chasquido del latigazo republicano, robado y vejado por la élite económica y, lo peor, despreciado y humillado por una mantuana. Esos episodios lo convierten en vindicador de los agravios personales recibidos, pero su crueldad se extiende también hacia sus pares en resentimiento, indios y negros, que terminarán simétricamente asesinados por su enojo.

La inquietante y conmovedora interpretación de Vielma es comparable con la de Gledys Ibarra. Ella hace de Virginia, la amante mestiza, la sólida presencia del amor, de la mujer. Un brevísimo contrapeso de humanidad en el estereotipo del malo malo-malísimo. Sin embargo es ella quien, según el film, introduce en la mente juvenil del bandido una clara idea de pragmatismo, de ambición y machismo arrebatador. Como es tradición en el cine venezolano, ella es la versión de madre-amante que influye decisivamente en el carácter del personaje principal. Los personajes de Ibarra y Vielma son centro en la inventiva narrativa y celebración de las mejores actuaciones.

Otros “performances” también notables porque contribuyen a la credibilidad y grandeza del film, son las de Luis Abreu, Alberto Alifa , Dimas González, y los intérpretes de los papeles de Machado y Zaraza.

LA OPCIÓN BRECHTIANA

No faltaron desafíos mucho más difíciles de sortear. En el cine de bajo presupuesto, que no tiene fácil acceso a los efectos del cine de hoy, las batallas a campo abierto no se las cree ni Dios. Por eso las peleas de bares o de boxeo, los carros volcados, las explosiones de un ferrocarril, las infaltables “chases” o persecuciones espectaculares, no deberían ser ni siquiera planteadas.

Los efectos especiales, que han reeducado el ojo digital de las grandes audiencias contemporáneas, rompieron la barrera entre lo real y lo verosímil, y han construido un público devoto de la certidumbre. Lo que ocurre en la pantalla ya no puede ser un truco, una simulación, una metáfora: todo es real.

Frente a tales advertencias y agobiado por las limitaciones, Lamata se crece como director de escena, respaldado por una impecable dirección de arte, de fotografía y montaje, con un esfuerzo titánico y encomiable de producción. Trata de advertir al público con recursos brechtianos, de esos que racionalizan la ilusión, que despiertan al espectador de la hipnosis pagada en el ticket, y le dice que lo que van a ver es una metáfora, una sustitución de la realidad cinematográfica. Le ofrece un buen slide show aquí, un congelamiento de las fotos por allá, una poética de la imagen que remite al teatro , al escenario italiano, al estudio de televisión, al cine mudo o en blanco y negro.

La solidaridad nos impulsa a desearle éxito, la racionalidad intenta justificar el recurso, pero es probable que las audiencias amantes de la fruición catártica del cine lo deploren y no sean tan leales acompañantes. Escenas de batallas y fiestas mantuanas carentes de contraplanos, y de veracidad, nos resultan, por decir lo menos, angustiantes..

EL EQUILIBRIO

Tenemos una película con un gran guión, con una idea que discute con densidad el legado mitológico de Boves, con actuaciones que serán memorables en la historia del cine venezolano, con grandes eventos visuales de la puesta en escena, con una inteligencia cinematográfica que asume riesgos con honestidad creativa, y que a la final puede ser castigada en su factura por la época digital del espectáculo.

El éxito y el público pueden contribuir mucho a superar eso. Enhorabuena.

3 comentarios:

Angela Oraa dijo...

Después de leer la crítica de Taita Boves, la veré lo antes posible a sabiendas q la intención de su Dir. Luis Alberto Lamata fue la de plasmar una metáfora.

Abrazos! Angela Oráa
angela.oraa@gmail.com

Anónimo dijo...

"Esta es la historia verídica, fabulada y verosimil de José Tomás Boves, aquel fabuloso guerrero asturiano, que entre 1813 y 1814 fue el paladín de la antirrepública,el destructor afiebrado del orden colonial y el primer caudillo de la democracia en Venezuela.
En un comienzo me asomé a él con la metódica del sitematizador, pero me encontré de pronto impedido de hablar, por eso puse de lado lo que me enseñaron y deje´que las ideas y las palabras por ellas mismas, encontraran su forma"
Fco Herrera Luque Enero 1.972

Pablo dijo...

Comprendo a Herrera Luque y su entusiasmo . Su rebeldía le llevó en "El Pez que escupe el agua" y en los "Amos del Valle" a fustigar a las élites, como hizo Boves.
LO que es un tanto dificiel de calzar es lo de "primer caudillo de la democracia" y ser un enemigo de la República, y ser sanguinario y no tener idea de los Derechos del Hombre....ja ja.. Esas son nociones que vienen aparejadas con democracia... Caudillo si!!!!


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