lunes, 6 de septiembre de 2010

INTÉRPRETE DE LA ELEGÍA DE FAURÉ/ Ben Amí Fihman


Pablo:
Nuestra amiga Claude murió durante el sueño en la noche del 17 al 18 de agosto. Estoy seguro que la recuerdas tocando el chelo en aquela velada en el piso 45 de la Olympic Tower con el Central Park de fondo, en la primavera de 1978, después del vernissage de la exposición de Rubén Núñez en el Soho. Tú habías venido con una gigante del restaurante 1 Fifht y Bárbara Gelber, que yo heredaría poco después. Era una rara avis. Sobran los comentarios. Quedan unas cuantas fotografías, poquísimas grabaciones, unos cuantos videos y un chelo del siglo XVIII huérfano, en el que me esforzaré que sea interpretada en un futuro la elegía de Gabriel Fauré, que en sus manos de medium abría las heridas del más insensible. Cuando Carujas la oyó en su primer recital en el Ateneo de Caracas masculló, cabizbajo como siempre, que no había oído nada igual desde la presentación de Rostropovitch en la Sala de
Conciertos de la UCV en 1966. Ella adoraba Caracas y olía decir cuando la evocaba: “¡Venezuela, patria mía”, histrónica y de verdad emocionada. Llevaba varios años enferma y había terminado víctima de un eclipse cruel. La artroisis le impedía tocar desde hacía casi una década.

Un abrazo,

Ben


NOTICIA TRISTE

Es una noticia triste, Ben. Una de las últimas veces que vi a Claude le dije "eres una fantasía de carne y hueso" , sonrió y me dejó invitarla otra botella de cabernet chileno en el Juan Sebastián Bar, despúes rondamos con la luna encendida por El Rosal y la Campiña. Recuerdo con claridad cada uno de nuestros encuentros y de sus conciertos, su falda vaporosa y su sombrero de ala ancha. Cuando he viajado a París creo verla en cada esquina. Un día me dijo que era bretona y fui a buscar el mapa de Francia. Tuve la sensación de que era una mujer que venía de un sitio remoto y un tiempo pasado a disipar temores arcaicos bajo el lema de que las mujeres imposibles también buscan amor. Me la he encontrado entre sueños más de una vez, de ese tamaño fue la marca que labró en mis angustias. Recuerdo también haber reído mucho. Me siento afortunado por haberla conocido y eso te lo debo a tí, como otros tantísimos descubrimientos...
Celebremos juntos esa fortuna

Amigo
Pablo


GRANDE TRUANDERIE


Pablo:
No sabes cuánto te agradezco tus palabras. Por desgracia su eclipse habrá durando alrededor de diez años, desde que la atacaron los primeros síntomas de la artritis, y quizás un poco antes, cuando fue operada de la tiroides. Con Marie, su heredera, voy a tratar de conseguir copia de las grabaciones de algunas de sus apariciones en televisión archivadas en el INA (Instituto Nacional Audiovisiual). Lo que me dices de París, lo he sentido desde que me llegó la noticia a bordo del
ferry que me traía de Irlanda ese 18 de agosto. Es como si la ciudad se hubiera vaciado, enmudecido, desbaratado, que perdido el hilo que me permitía regresar a sus entrañas cada vez que me alejaba aunque fuera por unos días y a doscientos kilómetros. Cuando estaba en caracas, con llamarla tenía para sentirla palpitar en medio de la avenida Urdaneta o al pie del Avila en Altamira. Vivió los últimos quince años en un apartamento en el corazón de Les Halles, en la rue de la Grande Truanderie, más radicamente parisino imposible.

Salud,

Ben

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