viernes, 9 de enero de 2009

GURÚ/Alberto Rodríguez Barrera



Eddy González se llamaba. Pero todos sus amigos del alma lo llamábamos "El Gurú". No hay palabras para la tristeza profunda que nos produce su partida, pero su recuerdo nos acompañará por siempre debido a la inmensidad de su corazón grande y generoso, que le ha fallado nada menos que en un Día de Reyes.

Y estas lágrimas que derramamos para él, también son para la inspiración creativa e intelectual superior que siempre impregnó a su ser, y que ocultaba sencilla y orgullosamente bajo el apelativo de Reportero Gráfico.

Las imágenes fotográficas, hechas entre nos y allá en el amanecer de la Era de Acuario, generalmente fueron algo así como una excusa para el tema mayor que siempre fue Venezuela. Las batallas del Gurú nunca dejaron de ser luchas intensas donde la dialéctica era toda contra las injusticias de Venezuela.

Y a la vez, recorriendo a nuestro país con los ojos de una juventud despierta, hubo tiempo para que de su cámara salieran las más extraordinarias imágenes de "Venezuela Suya" y de "Venezuela, un país para querer", además de su excepcional trabajo gráfico en medios de comunicación y agencias de publicidad.

Los ojos del Gurú, sin embargo, jamás perdieron de vista el raciocinio justo y equilibrado sobre los males que enfermaban y enferman a Venezuela. Tenía una sobresaliente capacidad para sustraer y exaltar los puntos de vista y la información más certera sobre las realidades políticas y sociales del país que llevaba en el alma, y que en muchos casos devaluaban y acallaban a quienes brillan y se pierden en el vacío de la trivialidad y lo soez. El Gurú jamás fue candidato para la habladera de pendejadas.

Hubo siempre quienes teníamos la paciencia idónea, después del discurrir candente sobre las diversas temáticas que avivan el amor por las palabras de los venezolanos, para escuchar las conclusiones en síntesis que El Gurú sabía acompañar con citas y referencias que terminaban por redondear las ideas, dejando ver las potencialidades de una libre expresión empírica, y que a la vez estaba fundamentada y provenía de lecturas diversas y pertinentes, ávidamente autodidactas pero de sapiencia académica, universal. Gurú era algo más que el sobrenombre de Eddy González.

En él había un venezolano que estaba por encima de quienes disfrutan de las candilejas sólo para ser vistos en el proscenio. Quizás era más como el seguidor que sabía mejor donde estaba la iluminación correcta, el ojo que determinaba el encuadre para la exaltación de la imagen precisa, la voz para que la aguja brillara exactamente dentro de la paja.

Se nos fue El Gurú. Pero seguiremos en él y con él. Porque las estrellas tienen larga vida.

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