jueves, 6 de noviembre de 2008

MAUPASSANT Y SU CEREBRO/ Alberto Rodríguez Barrera

"La única mujer que yo realmente amo es la Desconocida que ronda mi imaginación."

Guy de Maupassant


El 6 de julio de 1893 murió, copa en alto, Guy de Maupassant, autor de 300 cuentos y 6 novelas. Reconocido como uno de los amantes más prodigiosos en la historia de Francia, el "francés incansable" tuvo miles de encuentros con muchachas igualmente encantadas. Y estaba más orgulloso de sus incursiones sexuales que de sus libros. Tres cualidades lo hicieron muy solicitado: la habilidad de seguir y seguir sin acabar, la habilidad de tener orgasmos múltiples y la habilidad de llevar a la mayoría de ellas a un concluyente clímax.


Maupassant acreditaba sus éxitos carnales a su inteligencia: "La mayoría de la gente se inclina a pensar que las clases bajas… son mejores amantes que aquellos que viven vidas sedentarias. No creo eso… Se necesita cerebro para dar la más grande cantidad de placer posible."


Entre los 12 y los 15 años se masturbaba "ocasionalmente", pero: "Tenía 16 años cuando tuve una muchacha,
y el deleite me curó del auto-abuso"; jamás olvidó lo que sintió con las manos en las ijadas de ella y la manera en que ella suspiraba "basta, basta". El disfrute fue mayor con las más expertas rameras. En el tope de su fama, sus preferencias se centraron en las ricas jóvenes de sociedad, favoreciendo especialmente a las casadas y a las judías.

Se había hecho rico escribiendo, tenía 4 casas y 2 yates. Desde ahí, el sexo no lo agotaba: "Estoy tan cansado después de 2 o 3 veces como lo estoy después de 20. Y he contado 20 y más. Se sabe que después de 2 o 3 veces se acaba el 'stock' de semen, de tal manera que puede seguirse después sin más pérdida."


Cuando Flaubert, su mentor, dudó, Maupasant hizo que los acompañara un contador a un burdel de París como testigo, y se confirmó el consumo de "6 mujeres en una hora". En otra ocasión, ahora con el escritor ruso Bobukin, Maupassant levantó a una bailarina del Folies Bergere (donde bebía con su pana Manet), y en un burdel vecino tuvo relaciones sexuales con ella seis veces seguidas; luego cruzó la sala y con una precoz prostituta tuvo sexo tres veces más.

Maupassant quería a la mujer para un solo turno al bate, strikes y bolas incluidas; a pocas -todas casadas- las veía frecuentemente. Variaba con algunas más "kinkys", como la lesbiana de pelo y ropa de hombre que una vez apuñaló a su amante trapecista de circo y que a menudo compartía sus damas de anchas caderas con él, además del hashish y otras.


Caminando un día por el campo con Frank Harris, Maupasant le comentó: "Soy un poco fuera de lo común sexualmente, porque puedo hacer que mi instrumento se levante cuando quiera." Sorprendido, Harris preguntó: "¿De verdad?" Y Maupassant, riendo, contestó: "Mira mis pantalones." Y ahí estaba efectivamente la evidencia enmastilada.


También fue verdad que la sífilis lo tumbó al final; enfermó, comenzó a alucinar y trató de cortarse el cuello. Lo encerraron en un asilo mental, donde murió a los 42 años.


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