sábado, 14 de junio de 2008

MARILYN, ENTRE BURBUJAS DE CHAMPAÑA /Alberto Rodríguez Barrera

Parecía que no había otra bebida digna de asociarse con ella. Porque desde que apareció en los 1950s, reinó con plenitud hasta más allá del presente en la mente de los muchachos que nos hicimos más hombres, haciéndose pasar por una rubia tonta, frágil e insegura que a todos nos inspiraba la más intensa protección, además de otras inspiraciones no tan protectoras que provenían de la exquisitez de su cuerpo voluptuoso, ansioso por complacer en la fascinación de la inocencia, como es el caso cuando descorchamos con conocimiento de causa y efecto una buena botella de champaña.

Pero antes de llegar a las burbujas que en ella chispeaban en su afán por conquistar el estrellato que la llevó a ser uno de los símbolos sexuales más poderosos que en el mundo ha habido, tuvo que pasar primero por las pruebas preparatorias que se correspondían más con el nivel de la leche materna de la humanidad: la cerveza. Esta es la etapa en que solamente era Norma Jean, una niña que el padre abandonó antes de nacer y que a los 7 años vio a su madre institucionalizada por esquizofrenia paranoica, pasando 3 años como huérfana en casas de adopción y desde los 11 en casa de la mejor amiga de su madre, de donde salió para casarse a los 16 años. Ella dijo que fue abusada y violada desde temprano, pero el marido afirmó que era virgen. Fastidiada en casa con su marido, fantaseaba con un padre como Clark Gable y con escenas seductoras en yates y palacios, y tenía un sueño recurrente donde se quitaba la ropa en la iglesia y todos admiraban su esplendor desnudo. Cuando el marido se fue a la guerra y quedó sola en 1944, fue descubierta -quizás tras un cervecita, como es lo usual- por un fotógrafo, y entre pose y pose ella también descubrió su verdadero amor: la cámara. Se divorció y otro fotógrafo la hizo modelo y la llevó a la 20TH Century Fox, donde emocionó por su extraordinario "impacto carnal". También le dieron un nombre: Marilyn Monroe.

Podría decirse que desde aquí en adelante se inicia la Era de la Champaña, con algunos intermedios de vinos espumantes malosos, donde comienza a emanar su fuerte aura sexual, ya que ella pensaba en sexo todo el tiempo, considerando la perspectiva con cada hombre que conocía, aunque siendo "selectivamente promiscua": sólo tenían que ser "buenos" con ella. Como le gustaban las figuras paternales y Hollywood era un "burdel superpoblado" (ella dixit), buscó ayuda primero con un veterano productor de 70 años, quien le manoseaba los senos mientras ella perfeccionaba el felatorismo, luego pasaron otros viejitos que sabían qué hacer con las inseguridades patéticas, y también otros más recios como Marlon Brando. Algunos la describieron como sexualmente pasiva, que alentaba más el jugueteo provocador que la pasión desatada, falsificando el éxtasis y disfrutando más de la admiración que causaba. Uno de los padres sustitutos le pagó la cirugía plástica en la nariz y la barbilla, y quería casarse con ella, pero ella se conformó con sus primeros triunfos: Asphalt Jungle (1950) y All About Eve (1950). Cuando firmó su primer contrato grande, ya con las burbujas en plena ebullición, dijo: "Ese es el último huevo que tendré que mamar." Aunque no está muy claro una nota que le escribió Albert Einstein: "Con respeto y amor y gracias."

Joe DiMaggio puede considerarse su primer amor-amante-héroe real, recién retirado del beisbol a los 37 años, y con quien se casó en 1954 siendo ya la estrella superbomba rubia debido a los éxitos de 1953: Gentlemen Prefer Blonds y How to Marry a Millionaire. Aquí fue donde apareció su famoso desnudo del calendario, hecho cuando estaba limpia. Al posesivo DiMaggio no le gustaba nada de esa vaina del estrellato. Marilyn partió a la costa este huyendo del estereotipo de la bomba sexy y conoció al dramaturgo Arthur Miller, con quien se casó en 1956. De estos tiempos es el libro de la sirvienta que pintó a Marilyn sola en su cama, hablando todo el día por teléfono, tomando champaña, mirándose desnuda en el espejo y pedorreando, mientras Miller escribía en su estudio. Dos abortos deprimieron a Marilyn, llenándola de barbitúricos.

The Misfits, con la colaboración de Miller, se filmó en 1960. Se divorciaron el mismo día que John F- Kennedy fue juramentado como presidente. Sola y con 35 años, se rejuntó con Yves Montand, coprotagonista de Let´s Make Love (1960). Otro amante la hacía dormir con sus manos. Con su chofer y con su masajista se perdía en las noches saltando de barra en barra. Di Maggio pasaba algunas noches con ella, al igual que su viejo amante Frank Sinatra, quien le presentó a los Kennedy. Después de varios encuentros secretos con John en casas, hoteles y el avión presidencial, se mudó a Los Angeles "porque era mejor que estar esperando en hoteles" para que él apareciera. Marilyn ya era muy difícil de manejar cuando le cantó a John el Cumpleaños Feliz en el Madison Square Garden; y entonces se la pasó a su hermano Robert, quien luego dejó de atender sus llamadas; ella habló de echar el pitazo sobre él en una rueda de prensa, él cambió el número de teléfono.

A propósito: todo lo anterior es como introductorio a un monólogo teatral que el suscrito, entre sorbo y sorbo de champaña, lleva años tratando de terminar, sin lograrlo, y que comienza justo en los últimos instantes de vida de Marilyn. ¿Suicidio o asesinato? Los estados de ánimo de Marilyn en ese último verano de 1962 iban de la alegría a la desesperación, con pastillas y sesiones psiquiátricas diarias. Había sido despedida de su última película por ausentismo y estaba abatida por su incapacidad de mantener a un hombre, "de llenar las necesidades totales de alguien". Fue encontrada muerta en la mañana del domingo 5 de agosto de 1962. Y ese día y esa noche pasaron muchas cosas raras. Porque la diosa del amor estaba muerta, irónicamente, por falta de amor. Y eso no es digno de la champaña...


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