La tarde barquisimetana transcurre lenta y calurosa. Agobia. Ayer la lluvia cayó sobre la ciudad como un cántaro. Hoy se evapora y el calor viene en dos direcciones y nos hace transpirar como en un baño turco. Sedientos buscamos bebederos cercanos. Tengo una reunión a las cuatro de la tarde. Mi interlocutor es un abstemio y no puedo invitarlo al Cuatro del Tiuna. Nada,
Lugar clásico de la ciudad
Parada obligada, Barquisimeto. Hace esquina y se toma un buen pedazo del transito de los parroquianos. Al frente tiene un banco y un quiosco de periódico. Los dueños hicieron unas jardineras para que las mesas no invadieran el pasillo central;
Si por casualidad estas un sábado a las once de la mañana , mientras lees la prensa te puedes encontrar a una de nuestras leyendas del béisbol compartiendo con sus amigos y preparándose para la larga faena escocesa del día, se trata de nada más ni nada menos que de Don Luís Aparicio, parroquiano fijo de este lugar. En este tradicional espacio se reúnen también poetas de bajo perfil como Julio César Blanco Rossito, María Auxiliadora Chirinos, Reinaldo Chaviel, Pedro Guédez entre otros escritores como el historiador Reinaldo Rojas, o el novelista Juan Páez Ávila; médicos famosos como el neumonólogo Federico Arteta, cuentacuentos como Mau Ceballos y el pintor abstracto Esteban Castillo, o la entusiasta arquitecto Carmen Tanassi y Gustavo Sánchez de
Con el tiempo los amigos dueños de la librería El Clip, anexa a
Ya son las seis y apenas he tomado una aséptica limonada frappé y un café negro. Mis interlocutores pidieron lo mismo mientras seducidos por el amor por los libros nuestra conversación discurrió sobre un par de proyectos editoriales a los que les deseamos buen puerto.
Manuel, dice llamarse uno de los dueños del lugar, un catire portugués, tostado y parco que desde la caja fuma sin piedad alguna. No recuerdo otros rostros en el guión de las mesas que los de Pedro Mayora y Jorge Sierra, los verdaderos jefes del lugar. Los otros mesoneros sobreviven y son amables, la rotación es alta.
Mayora es de
La Nova recuerda el lugar de la zona, allí recalan todas las tardes, las mismas caras conocidas, recuerda los barrios españoles de Caracas como Candelaria o las zonas italianas como Las Acacias y sus bares de parroquianos. No son muchas las urbanizaciones en el país que tengan sus barretes para unas cañas o unos palos como decimos nosotros y sus bocadillos antes del almuerzo.
La carta de la nova es el retrato mestizo de lo que somos y nos gusta comer, hay de todo para todos los gustos, parte de las bebidas, la carta tiene desde un hervido de res, ensaladas, garbanzos a la española, unos espaguetis Alfredo, todas las carnes, Róbalos al menier, asopados, "Torta bien me sabe o 3 leche" (así dice la carta del día), exageraciones melosas como un quesillo con melocotón. Recuerdo una tarde en que, me imagino, el cocinero le dice a Mayora que tiene pargo y el guaireño escribió a mano: "También hay Palguito abielto". Siempre nos queda la opción de pedirle a Mayora un pescao. Un detalle, la carta está hecha a máquina todos los días, adicional a la carta de rutina que nadie lee.
En las fotos: Crepúsculo y siduos a la Nova, escritores y artistas larenses: Esteban Castillo, Maria Auxiliadora Chirinos, Juan Páez Avila
1 comentario:
Muy buena crónica. Me ha gustado. Además el nombre me sonaba y ya miré en mi biblioteca. Hay un cuento muy bueno de un autor venezolano que se publicó aquí en España. El cuento se llama LA NOVA 74, y está muy bien, porque ese es el lugar donde el chaval se encuentra con una chica que finalmente lo abandona.
Muy grato conocer más sobre este lugar.
(ah, el autor se llama Méndez Guédez y el libro HASTA LUEGO, MÍSTER SALINGER)
Iñaki
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