miércoles, 5 de marzo de 2008

TRES BARRAS : I LA CASTELLANA / Julio Bolívar

I. La Castellana

Las barras parecen ser únicas habitantes de las tascas españolas. Pero no es verdad. En Caracas, al menos todos los restaurante de carne tienen su barra, cort, largas, humeantes, lánguidas o alegres tienen su barra. Visito La Estancia y recuerdo la vieja cuña dominical de Napoleón Bravo, " Solo en la estancia encontrarán, el buen sabor del restaurant..." Pedimos media botella de escocés doce y algo para picar, hablo con un veterano periodista y narrador caroreño, Juan Páez Ávila, no en vano estamos en un restaurant de carnes. Decidimos sentarnos frente a la barra, en unas mesitas el en pasillo, antes de entrar en la zona de las grandes mesas, los fogones y la galería de fotografías de los antiguos visitantes. Pura nostalgia: toreros, políticos, artistas famosos y emblemáticos. Al lado nos sorprende un cómico de moda haciendo negocios y hablando en serio, una pareja le cree y le teme a la vez. Creen que hablan con alguien importante. Es solo un cómico, un payaso que hace locuras en el canal del tigre. Ahorra el canal impasible y espectador de los desmanes del autoritarismo. El cómico parte después de media hora de pontificar; la pareja se queda pensando y está segura de haber hecho un buen negocio. Lo dudamos. La botella se acaba y nos aburrimos. Esta barra es sólo recuerdos. Al partir, a mano izquierda, está otra barra, pero esta es más larga y su promesa también. Es el lugar de las parejas. Canta una mujer que mira con la tristeza de los que saben lo que les va a suceder a sus espectadores que repiten su escena de seducción frente a ella. ¿Quién actúa?

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