viernes, 11 de enero de 2008

OTRO ALEPH/Gustavo Méndez












Si se desea, en el BAR RISTER puede escucharse música. 'Enlatada', nunca en vivo, salvo cuando aparece una leve hada que por encantamiento o embrujo, vocaliza a capella una canción de cuna, un madrigal o un aria de Aída o de la Forza del destino o alguna otra pieza de las que algunos de los asiduos gustan oír. También el hada puede cantar con timbre de barítono, a su antojo, conforme a su intangible humor; pero en este caso, se hace evanescente para no mortificar las miradas con el contraste entre su delicada imagen y la ruda voz.

La penúltima vez, durante ese inusitado y maravilloso diciembre que acaba de transcurrir, oímos una extraordinaria voz que entonaba, en clave de criollismo culto: " Yo vide una garza mora dándole combate a un río", con un sutil contrapunto femenino atrás, como en lontananza, que quizás haya sido la Cantoría Alberto Grau. Vimos largos vestidos colores malva, magenta, fucsia, rindiendo homenaje al gran SIMÓN DÍAZ.

En ese instante apareció JEAN MANINAT. Nótese que escribo 'apareció' y no, por ejemplo, 'hizo su entrada', porque un segundo antes el puesto en la barra estaba vacío. A pesar de ser a un tiempo francés, quebe çois, mexicano, suizo, peruano, catalán, ese catire de ojos azules es más criollo que el pan de jamón. Como si no hubieren transcurrido 3 ó 4 años desde la última vez, proseguimos sin redundantes abrazos o saludos, aquella conversación que manteníamos alrededor del 'incesante y vasto universo', especular, acuchillado, felino, lleno de compadritos … el de BORGES; y, ante todo, sobre EL ALEPH, 'uno de los puntos del espacio que contiene todos los puntos … todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos'.

Quise sorprenderlo indicándole el sitio exacto del RISTER donde había creído que mora, permanece, se intuye o vislumbra UN ALEPH. Anticipándose, soltó: ―"Ya yo he estado aquí, en otra vida y en ésta también. No me vengas con la pendejada borgiana de que el decúbito dorsal sea indispensable para ver EL ALEPH … ni menos la oscuridad o la inmovilidad o cierta acomodación ocular o que está sobre la décimo nona botella de whisky. Sentado en esta barra ya yo he visto, veo y veré, millones de actos deleitables (y pocas veces) atroces … he aprendido instantáneamente Topología y, de manera infinita, Teoría de los Conjuntos, que me (nos) permiten ver un cosmos con todas las botellas, todos los vasos, todas las copas, todos los platos del universo como si ocuparan el mismo punto, sin superponerse o amontonarse … y extasiarse con su consumo. He percibido todos los seres que `el ciego vio' (¿que Borges ve?) en aquel sótano, en aquella hora crepuscular en Buenos Aires; he contemplado todos los tigres, todos los cuchillos, las marejadas, los ejércitos, todos los espejos que infinitamente los reflejan: "el inconcebible universo".

En efecto, en este ALEPH nos fue dado estar en el siglo XIII (con Baduel, por cierto) en aquel monasterio alemán donde entonamos repetitivos cantos gregorianos; esa noche decembrina pudimos presenciar lo que sólo sucedería en el enero siguiente: la fatigada entrega de los dólares al emisario de Marulanda, a cambio de las rehenes; vi a doña Clara y Doña Consuelo despedirse con besos y abrazos de sus secuestradores (¿en Guaviare, en Estocolmo?) e instantáneamente ser recibidas con los mismos besos en Miraflores, por El Uniformado. En fin, actos deleitables o atroces en un infinito instante.

Como el tiempo no existe en el BAR RISTER pero las limitaciones del lenguaje si, sólo puedo expresar en futuro lo que esa noche vivimos en presente: luego (es un decir) aparecerá por allí el ectoplasma de MOISÉS MOLEIRO (el político, no el pianista) quien beberá, recitará largos pasajes de El Quijote y esbozará una precisa y meticulosa teoría de cómo sacarle la escalera al Uniformado sin que un equivalente se monte en ella, y terminará malhablando de todo aquél que crea que 'Moisés Moleiro es un pianista'. Todo mientras se oirá el "Joropo" de su padre tocado, p.ej. por Eugenia Méndez o por la otra hija, Carmencita.

Juro que todos estos actos, todos estos sonidos, todas estas imágenes, pasadas, presentes, futuras, pueden ser vividos en el sitio. No necesitó usar MANINAT su desbocada elocuencia para convencerme, ni se vio embarazado por las limitaciones de la sintaxis. Sólo dijo: ―"No hay un ALEPH en el BAR RISTER; el RISTER es EL ALEPH".

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