sábado, 8 de diciembre de 2007

EL NEGRO RESUCITADO / Gustavo Méndez

"Ojalá todas las dificultades se parecieran a Morella Muñoz"

(Carlos González Vegas)

Me había prometido a mi mismo ―y a algún prominente miembro del equipo editorial― no escribir mas sobre política en este blog. Llamadas y correos de mis amigos también me empujaban a la flexión hacia otros temas. Se imponía entonces situar al “BAR RISTER”, usado en anteriores notas, espacio donde transcurren mis conversaciones de barra, fuera del mundo de lo real. Construir fabuladamente un improbable lugar, una barra en la que no se habla de política. Ni en la España de Franco eso sucedía, pese a la recomendación del Caudillo (éste, el que nombro, no el venezolano): “Joven, haga como yo: no se meta en política”.

La tarea era doblemente ardua porque ronda en mi cabeza un reciente verso del poeta granadino Rafael Guillén (“Los dominios del cóndor”, 2007): “No había sitio en que albergar tanto silencio".

Ansié crear alguna comarca imaginaria para situar la barra de mis amores, intentando aprender del método (el método se puede copiar, el genio no) usado por algunos grandes escritores, por el cual se inventan países, regiones, distritos, para situar su narración: ‘MACONDO’, ‘SANTA MARÍA’, ‘COMALA’, ‘COSTAGUANA’ o la mítica ‘YOKNAPATAWPHA’ de Faulkner. Otros, menos famosos pero, por amigos, mas cercanos y queridos, también inventaron sus regiones ‘reales-maravillosas’ para usarlas en sus relatos o tertulias: “EL GRITERÍO” de Cabrujas; la “REPÚBLICA DE CHIGUARÁ” del gran Antonio Márquez-Salas; la creación colectiva llamada “REPÚBLICA DEL ESTE”.

En eso estaba al día siguiente de las elecciones mientras esperaba a ser atendido en un consultorio oftalmológico, pensando en “EL CALORÓN”, ¿reino, república, ‘burdel sideral’? del ‘Negro’ González Vegas.

La penúltima vez que yo lo vi, él Negro sólo me oyó. Ya estaba herido de muerte: la retinopatía derivada de la diabetes que lo consumió, le impedía la visión; se trasladaba y se movía por la ciudad, ‘tocando de oído’, como me dijo, al reconocer mi voz, en el autobús en el que coincidimos. Sin quejas y sin llantos, con la mordacidad con la que se trataba a si mismo, habló: —«Según el negro Malavé Mata, los médicos que hicieron mi diagnóstico están equivocados, porque ni la diabetes ni el stress son enfermedades de negro. A los negros lo que nos da es erisipela, dengue o tabardillo». Para repetirme, luego, otro chascarrillo mas conocido (racial, no racista): «Hermano, ser negro no es malo, lo malo es que es muy forzado».

La espera en la consulta oftalmológica se hizo mas larga de lo acostumbrado. “Es que hay muchas emergencias” —se nos explicó. El ‘afrodescendiente’ a mi lado, con esos lentes redondeados que creo que llaman quevedos, también, dijo en alta y algo atiplada voz: «Es que esta madrugada, cuando emitieron el boletín del CNE no podían creer lo que veían. De tanto frotarse los ojos se los dañaron, o inutilizaron los lentes intraoculares que les habían colocado. Para su fortuna, el mal es sólo de la vista y no les ha afectado la mente. Requieren oculista, no psiquiatra … Psiquiatra necesita el uniformado aquél que anda con un ojo morado, diciendo que perdiendo, ganó y que la de sus adversarios fue “una victoria de mierda”.

No podría afirmar que era el “Negro”, resucitado, pero … ustedes saben como son a veces esas comarcas imaginarias: pueden ser mas reales que la misma vida. Quizás no sea la última vez que lo veo.

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P.S. A los inadvertidos amigos que han preguntado donde queda el “BAR RISTER”, con sus 3 ‘caritas felices’ en la Guía de Miro Popic, ahora les digo que está en todas partes y no está en ninguna; que es un bar ilusorio frecuentado por hadas y pigmeos; que allí el tiempo no existe, pero que está lleno de ruinas a la vez que es un futuro tan rudimentario como gozoso; donde ‘se niega el derecho de admisión’ al desasosiego y a la zozobra, al aturdimiento, a la prisa y al pesar … ¡entre otros sujetos indeseables!. ¡Y hay tallos y hojas de cancanapire! Que según Alfredo Armas Alfonzo neutralizan los dolores de conciencia que la gente llama puntadas de cabeza “cuando la mujer es ajena o se resiste, o se hace la que se resiste”· Y en otros casos, agrego yo.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Gustavo:
No, no era el Negro González Vega resucitado. Era él, el Negro en persona. Porque el Negro no ha muerto. Se hizo el muerto porque es muy mentiroso y quería saber qué decíamos de él los que tantas cosas dijimos, por fortuna, todas buenas. Se disfrazó, pero como no veía, no pudo disfrazarse de catire. Eso es todo...
Saludos.
Eduardo Casanova
(Literanova)


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