viernes, 9 de noviembre de 2007

AFERRADOS A LA BARRA/ Hege Pedersen

Para mi la barra es un lugar no sólo de encuentro sino de las más pura intimidad. Un sitio para solitarios náufragos en donde uno se enfrenta consigo mismo al interactuar con los demás. Otros seres que al igual que uno buscan refugio en ese dominio portentoso. La barra es un lugar para conectarse, ligarse, articularse con la gente. Esa fauna tan auténtica, tan genuina y tan legítima que hace de esta ciudad un rincón maravilloso. Un espacio lleno de alegría, donde recibes la acogida más generosa y donde la hospitalidad es un arte de quienes la comparten. La barra es un momento para el olvido, para la distracción. Quizás el mejor espacio para dejar de lado las cosas que te perturban. ¡Claro! También la barra es un punto para los recuerdos. Un paraje de nostalgias y de alegrías. La sonrisa del sabio que te atiende, halago inolvidable para los que estamos del otro lado de la barra. Es un ámbito en donde la intimidad se entiende como esa estrecha relación entre los hombres, algo que causa una especie de placer que aunque sabes que en cualquier momento llegará a su término, por momentos uno cree que ese sentimiento será infinito.

“The word shop”, llegada de otros lugares del mundo para adorar una barra caraqueña

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