miércoles, 4 de julio de 2007

TV-TASCA / Pablo Antillano



Para los caraqueños la emoción del fútbol termina siendo de segundo grado pues depende de varias mediaciones: la agilidad de los camarógrafos y ponchadores de televisión y la subjetividad de los comentaristas.

Como no se puede ir al estadio la gente ha optado por celebrar reuniones caseras o irse a las plazas y a las tascas, donde compensa la ausencia del contagio masivo con satisfacciones alternativas: amistad, caña , viandas y manjares.

No es una solución que se inicia con la Copa América, sino más bien una tradición cultivada largamente por los seguidores del fútbol europeo y de los Mundiales en las tascas de Chacao y Candelaria. Ahora la tradición cuenta con múltiples pantallas planas de mejor resolución y tamaño, y la fiebre se ha extendido a Las Mercedes, La Castellana, Bello Monte, Los Palos Grandes y el lejano Oeste.

En éstos días presenciamos ríos de adrenalina enfrentada entre seguidores, hinchas y “torcidas” de los diversos equipos, apuestas ganadas y perdidas que regaban de vino a unos y otros, solidaridades inesperadas , hostilidades y rupturas. Dígame las teorías arbitrarias y los juicios desencajados que bien merecen ser recogidos y publicados en las antologías del disparate.

Este modelo de tasca-televisión, teletasca o tasca virtual, no se limita a las celebraciones futbolísticas. La hemos visto en pleno ceremonial con motivo de las marchas civiles, estudiantiles o políticas, que culminan en océanos de consignas, cervezas y condumios con la mirada fija en noticieros y retrasmisiones. Lo mismo ocurre cuando hay tragedias locales o remotas, anuncios despóticos, coches bombas y otros actos terroristas.

La presencia autoritaria de la pantalla plana no acaba sin embargo con la charla y el parloteo de sus súbditos, los parroquianos han ido aprendiendo a subir su propio volumen de voz para convertir a la TVTASCA en un maravilloso pandemónium.


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