miércoles, 10 de febrero de 2010

TOMÁS ELOY MARTÍNEZ DESDE EL BAR LA BIELA / Tulio Monsalve

Salimos al mediodía desde Palermo camino hacia el Centro de Buenos Aires. Pedí pasar, independiente adonde fuéramos, por el Bajo. Uno de los lugares de la ciudad en posesión de colores y olores símbolos notables de la identidad urbana de la zona del Puerto. Atributos de remembranza. Marco desde el cual se ennoblece la grama de la Plaza San Martín. Su languidez nos hace presentir sorpresas, de algún lado va saltar la bohemia. Viva, cantando. Es música haciendo un fondo a la melancolía propia de las esclusa del antiguo Buenos Aires y su Bar Unión.

Para mas hipocondría, la ruta nos plantó frente al gomero del Bar La Biela. Espacio dedicado hacer de escenario a la monumental Recoleta. Buscamos mesa en la calle y el animo estival nos animó un gratificante gin tonic. Esperamos la llegada de Rodolfo Terragno. Al ver el gin se acordó automáticamente de Tomas Eloy.

Su aparición animó el dialogo, comenzamos a hablar sobre Venezuela, él a preguntar por sus buenos amigos de Caracas y yo a responder con los debidos rescates de mi sufrible y restante memoria. Era el año 1996 y Terragno venía de ganar la Presidencia del Partido Radical. Como en muchos de sus retos, siempre lo animó lo actualizado. Proponía una política de remodernización. Buscaba acercamiento con otros grupos opositores de centro-izquierda, para arribar al FrePaSo. Era todo una figura nacional.

Lo había conocido en Caracas en la época del 1976 cuando mordido por la dictadura huyó de Argentina. Unido a su gran amigo Tomás Eloy Martínez iniciaron vida en Venezuela. Mucho discutíamos aquí su último libro de la época Los 400 días de Perón.

Tenía interés en conocer su versión sobre los antecedentes de la creación de El Diario de Caracas. Muy recién llegado a Caracas fue invitado junto con Tomás Eloy Martínez a una reunión con Diego Arría, en parte culpable de su presencia en Venezuela. Era Ministro de Información y Turismo del Gobierno CAP I. Les propuso tenerlos como asesores en el campo político. Pensaba en su posible futura candidatura presidencial. Contrapropusieron. Lo más eficaz para una empresa de tal peso debía ser manejar un periódico. La idea cayó sorpresivamente pero no fue posible oponerse. Así comenzaba el cuento de la vida del Diario.

¿Por qué salen de Argentina?, era inocultable hasta ese momento la dictadura Argentina había desaparecido cerca de 30.000 personas, mas otros tantos miles asesinados. La gente de izquierda y los periodistas, y ellos lo eran las dos cosas, constituían el principal objeto de las persecuciones de la tiranía. En sus oídos sonaban inaguantablemente los nombres tristemente famosos, como la ESMA, el Vesubio, El Garage Olimpo. Puro terror. Pura dictadura, Suficientemente poderosa razón para huir. ¿ Por qué Venezuela?. No olvidar que este era el momento brillante de la Venezuela saudita….. tierra de oportunidades.

Saltaron en cascada las dudas. ¿Como debía ser este periódico?. La primera objeción, muy fundamentada por demás, era como superar el miedo a enfrentar ese par de moles, El Nacional y el Universal. Capaces de triturar entre ambos a cuanto competidor se pusiera en el medio. Se concluye indicando la necesidad de un crear un formato deferente. Debía ser tabloide. Contar con un diseño suficientemente ingenioso y un concepto apto para unir novedad, seriedad y precisión. Además contar con un plantel de periodistas dignos de poder alternar con Tomas Eloy y Terragno, nada sencillo. Terragno reconoció y probó, material humano había y abundante, por cierto, y con el liderazgo de TEM nada era imposible. Los resultado obtenidos dieron la razón al equipo humano allí concentrado.

Para iniciar acordaron reunirse en Nueva York con un personaje, llamado el chino. Realmente, era japonés, experto en asuntos de diseño y diagramación. Se inició el trabajo asistidos además, si la memoria no me traiciona por José Ignacio López otro colega de ambos. El trabajo como era de esperarse no se termino al tiempo lo cual en parte demoró la salida del número cero. Al final, a mediados del 1979 el chino terminó su trabajo, trajeron el material y un gran maestro del patio, Juan Fresán, le dio la forma final. El periódico nos cautivó desde el primer número. Lo seguimos con tanto afecto y emoción como mirábamos El Nacional de esa época.

Nos enseñaron a digitar un tabloide y apreciar el nuevo enfoque en camino a imponerse en el periodismo venezolano. El cuidado al escribir de Tomas Eloy Martínez era seña de una calidad, antes poco común. Nuestro maestros del periodismo local mucho nos enseñaron, Héctor Mujica, Moradell, Guaramato, Jesús Sanoja Hernández, Federico Álvarez, Pedro Espinoza. Con el Diario todos aprendimos un nuevo modo de leer la prensa. Gustar la estética del diagramado con el componente del tratamiento serio de lo noticiosa e informativa. Magia aun sostenida.

Pero hasta cuándo dura el hechizo del Diario de Caracas. Al Perder las elecciones Acción Democrática el financista de Diego Árria, Hans Neuman, decide, mejor es, dejarse de eso y le vende el periódico a 1BC. Compran Peter Botomme y Marcel Granier.

Poco probable, la dignidad de Tomas Eloy no podría convivir con gente de esa catadura. Los puestos de Terragno y TEM los ocupan, Carlos Ball y Rodolfo Schmidt. Es la caída moral, estética, ética y política del periódico que TEM fundó. Mucho para un caballero como Tomas Eloy, sobre todo cuando las barbaridades de la dictadura de Lanusse, lo estaban todavía atormentando.

Con el Diario de Caracas en su control, Granier ataca a Lusinchi. Total para eso lo compró. Él era su dueño. “Se enfrentan y Lusinchi mandó a meter preso a Rodolfo Schmidt, por cosas que había escrito en torno a tema de la Barragana. Esto molestó mucho a Miraflores, por ser verdad”. Según Carlos Ball: “Rodolfo llevaba dos meses preso, me llegó un mensaje muy claro: su libertad a cambio de que El Diario de Caracas dejara de publicar las columnas de José Vicente Rangel y de Alfredo Tarre Murzi (Sanín)”. Y colorin, …. colorao

Tener dignidad es parte integrante de un periodista notable. Un maestro en el mejor sentido de la palabra como él lo era. Contar todo esto es otra manera de darle valor a los recuerdos y dar amplio reconocimiento a esa gran persona y mejor escritor: Tomás Eloy Martínez. Él siempre decía, “que la muerte le daba una gran curiosidad”…… ojala la experiencia no lo halla defraudado. Lo seguiremos leyendo. Es justicia. Es respeto.

1 comentario:

Recoleta dijo...

Sin un visitante ilustre se ha quedado la biela...


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