domingo, 6 de septiembre de 2009

BIG ITALY




En esta época del año, cuando la luz del verano comienza apenas a atenuarse y un viento naciente agita los manteles, los negocios de Mulberry multiplican sus mesas, cierran la calle dos fines de semana y ofrecen un festival de comida y vinos. Suelen venir el alcalde y los vecinos prominentes, no faltan discursos cortos y anécdotas, y la oferta de platos se multiplica. La calidad sigue siendo endemoniada (a pesar de los adjetivos de las revistas y las guías gastronómicas), y los vinos “by glass” son engañosos e intragable. Pero los turistas lo pasan bomba. Caminan de un lado para otro y se llenan de pasta, bisutería, gorras, banderines y recuerdos. Las calles se embanderan a la italiana y las mesas se cubren de manteles cuadriculados de rojo. Los vecinos más conspicuos portan un donaire a lo Mario Puzzo, a lo Godfather, como si tratara de un parque temático.

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