domingo, 30 de agosto de 2009

INGLORIOUS BASTERDS

El célebre desafiante de los ochenta, Bret Easton Ellis, declaró recientemente que la película de Tarantino -- Inglorious Basterds -- es una obra maestra. Son contemporáneos. Pero en Cannes no se la premiaron y el cineasta montó en cólera. Cuando uno la ve entiende el problema. El más grande de nuestra época: la moral de la democracia luce inconsistente para enfrentar la moral del fascismo. Vaya tema.

En sus obras anteriores, guiones o producciones, Tarantino llenó la pantalla de sangre, proveniente de cafeterías, estaciones de gasolina, bares y tiendas de chucherías y, en ocasiones, del Dojo cinéfilo de las artes marciales. Pero aquí en esta película el escenario no es “cualquier parte”. Es un escenario político, muy transitado y lleno de significaciones. Tremendo problema. ¿Cómo se combaten el fascismo y el nazismo? Es una pregunta demasiado grande para el cine de Tarantino. Se supone que no debería combatirse con más fascismo, bateándole la cabeza al malo, ni cortándole el cuero cabelludo... No sería extraño que los "correctos" críticos europeos no la hubiesen premiado por esta catártica y sangrienta insinuación, aunque seguramente les hubiese gustado, porque es una gran película. Seguramente no es lo que piensa Tarantino, no luce, como en el pasado, como una "tesis" ni una postura, sino como una estética y una provocación; pero los códigos de héroes y villanos en el cine funcionan con fiereza. Hay que pensarla y discutirla, me anoto.

VERSION DOBLADA ( jajajajaja ):


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