"La mayoría de los hombres me quieren en sus términos. El problema con los hombres es que todos quieren hacerte otra cosa. Eso me quema. Especialmente porque es a mí como soy por lo que vienen. Mientras más veo a los hombres, más me gustan los perros."
Clara Bow
Si bien F. Scott Fitzgerald retrató a los "Roaring Twenties" en la literatura, Clara Bow los encarnó en el cine, con 45 películas a la edad de 25. Salió de la oscuridad a los 19 para ser la diosa sexual reinante de Hollywood, recogiendo las obligatorias cicatrices emocionales en el camino. El padre vago sometió una foto de ella para un concurso de belleza y la madre, que hacía "truquitos" por ahí para renta y comida, la amenazó con un cuchillo jurando que una hija suya no viviría como una de esas putas que se emperifollaban ante las cámaras para el placer de los hombres. Esa noche, Clara corrió al baño, con su vida y su carrera. Ganó el concurso y Paramount la capturó.
Llegó a ganar $30,000 mensuales y recibía 40,000 cartas semanales. El insomnio legado por su madre la hizo perfectamente escandalosa en sus asuntos personales. Se paseaba por Sunset Boulevard en su convertible con dos perritos chow de su mismo color de pelo, alheñado. Enjuició a su secretaria privada por birlarle unos miles de dólares y ésta, culpable y encarcelada por un año, se desquitó exponiendo las escapadas sexuales de Clara.
En su cumbre, Clara le hizo el amor a Gilbert Roland, Victor Fleming, Gary Cooper, John Gilbert, Eddie Cantor, Bela Lugosi y al equipo de rugby entero de la Universidad del Sur de California. A Roland lo volvió loco de celos por sus otros hombres y rechazó casarse con él diciendo que ningún hombre sería dueño de ella. Fue el patrón en casi todas sus relaciones. Los amaba, pero nunca suficiente como para satisfacer sus egos. Fleming, 20 años mayor que ella, supo que después de tener sexo con él ella salía a otra sesión con alguien más joven.
El joven Gary Cooper trabajó con ella en "It" (eso) y ella, la "It girl", contaba deliciosas historias de cómo él la bañaba con sus perros después de hacer el amor hasta el amanecer. Clara también entretenía regularmente al equipo de rugby en su casa de Beverly Hills, donde se reunían tras los juegos. Amigos y vecinos contaban historias de juegos desnudos en el jardín y orgías de toda la noche. El concepto de trabajo en equipo lo llevó a la cama haciendo el amor con más de un jugador a la vez. Clara se interesó por el rugby de la costa este gracias al hijo de un millonario, de Yale, quien descubrió que no era el único y trató de suicidarse cortándose las venas, dejando que la sangre cayera sobre la foto autografiada de Clara. Ella dijo: "¡Jesucristo, debe estar bromeando! ¡Los hombres no se cortan las venas, usan una pistola!"
Clara pudo haber sido feliz con Harry Richman, estrella del canto en Broadway en los 1930s, quien decía que ella mantenía su mismo paso sexual; ella abortó un hijo, él la espiaba, y no fueron felices para siempre. Probó la monogamia con un doctor texano que le hizo una apendectomía, pero él regresó con su esposa. Hubo más actores, beisbolistas, dobles, aviadores, y tipos de la calle, y finalmente Rex Bell, vaquero actor y republicano, con quien se casó en 1931; él la ayudó en el juicio contra la secretaria y en el intento de Clara por volver al cine, así como en sus diversos colapsos nerviosos.
Debido a su inestabilidad emocional, vivió aparte de Bell y los dos hijos que tuvieron. Buscó ayuda en varios sanatorios. Bell murió de un ataque al corazón, y Clara sobrevivió 4 años más. La diosa infiel murió en 1965 a los 60 años, viendo televisión con una enfermera en su casa de Los Angeles.
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1 comentario:
Huh! You have a nice blog
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