sábado, 25 de octubre de 2008

LA BARRA DEL OLIVAR EN LA TARDE/Tulio Monsalve

Para algunos existen horas en que comienza a medrar el ánimo levantisco que les llegó con la mañana, tracción que los hizo apurarse a cumplir con las inclemencias del trabajo. Se cree que el cierre del programa del sol y su pérdida de vigor inicia una gestión que castiga con semipenumbras. Claman otros que la sonata del ángelus y sus cadencias le arrima el lomo al goteo de alguna catecolamina cuyo papel es disminuir nuestras defensas y ponernos en trance de languidez. Hasta aparentar travesías de poeta. Sin duda reflexionamos. Siguiendo el rumbo de Vallejo que hablaba: “Reanudo mi día de conejo /mí noche de elefante en/ descanso”, hacia allí vamos a un posible e inexacto recogimiento.

En esto pensaba mientras bajaba a esperar a una persona en el Bar del Hotel Sonesta en Lima, Perú. Estaba en este hospedaje e iba al bar. Desde su barra se siente lo que se mira. El lugar está ubicado y usurpa espacio a un extraño y bello lugar: el famoso Olivar del Barrio San Isidro.

La nota histórica dice que los terribles e imprevisibles hermanos Pizarro, animaron al Duque de San Isidro para que sembrara un olivar en la capital del virreinato; ya para 1567 el sitio era conocido en la ciudad. Dignidad de cuatrocientos años que hoy conserva. De su gloria y bondades aun existen con hermosas y extrañas formas, esculturas de fuerza vegetal como un atavismo de la colonia. Heredades de formas originales que hace fruncirse en emociones hasta al mas insensible. Su conjunto es un verdadero museo de hazañas arbóreas únicas. Ningún árbol asoma rastros o dolor de muerte. Algunos están, de puro increíbles, en trance de semejar mármol y piedra. Otros todavía en su gloriosa y digna senectud son capaces de regalarnos una que otra aceituna. Todos florecen a su manera. Dan tanta sombra como asombro. Sus ramas suaves que aun rinden homenaje al viento y cantan con él.

Esto miraba desde la barra en forma de barco, mientras fantaseaba en la pasmosa belleza del parque, de pronto me tope en el bolsillo de mi saco con un ticket, la sorpresa deparó fortalezas a mis desfallecidas dioptrías y pude leer, que me invitaba a recibir un trago de bienvenida al hotel. De la contemplación pasé a la tensión inmediata. La gula hizo estragos y solicite con la avidez de un beduino la especialidad del barman: un pisco sour (pisco, jugo de limón, azúcar blanca, clara de huevo y hielo picado). Para la hora y como apoyo a la contemplación nada mas estimable. Deleite, tiempo y buena barra, ahora a esperar que me vinieran a buscar.

Azar en la Barra. A mi espalda alguien pregunta: ¿Qué habéis pedido al barman?. Me volteo y sorprendo con el rostro de un joven. Un pisco. ¿Qué es eso?. Explico y el contertulio dice no conocer nada, pero que va a pedir uno. Lo prueba y aprueba con un: ¡ pero esto es cojonudo!. Mas español imposible. Impreca: Dadme otro. Agrego explicaciones sobre el pisco y me dice: Claro… es casi un orujo; creo que si. Montamos una cotorra y estando yo en el segundo trago, me sorprenden un par de personajes, uno de ellos con un arma en la mano, que grita, ¿Quien es usted?….. identifíquese … o como hubo una vez de decir un policía caraqueño que me aplico algo parecido pero con un culto criollismo: ¡ identifísique ¡.

El amigo de la barra, ya identificado como español, les pide que se vayan pues somos amigos. Surge otro personaje, menos pinta de policía, quien le pregunta a mi compañero de trago; ¡chaval, que susto no habéis dado!. Tenemos tiempo buscándote: Sabes que en Lima siempre hay peligros. Bueno, nada seguid, os espero en el lobby.

Pregunto ¿que pasa?, me dice que nada, solo lo protegen. Por dudas estimo que es hora de retiro. Se disculpa y me dice que si no tengo algún programa para el domingo, él tiene entradas para la corrida de toro y que me dejará dos en la portería. Le agradezco. Me pregunta que hago en Lima le explico y demando por la razón de su presencia en el Perú. ¿Pero no sabéis quien soy?. Respondo que no y me dice, presentándose que se llama David Galán y que es torero, este domingo estará con una contrafigura limeña llamado el Simpson. Me cuenta de su última actuación, fue, en Torre del Mar en Málaga y que le fue muy en esta temporada.

No se me ocurre otra cosa que decir: Bueno saludos, y que tenga suerte el domingo. ¡!Joder eso no se le debe decir a un torero en las vísperas!! pero que en mi caso es una ofensa venial, la ignorancia justifica los medios. Adiós, adiós. El barman me informa que es una gran figura del toreo español y que en Bogotá trataron de secuestrarlo. Vaya faena la mía. Todo por una ensoñación de olivos y un pisco sour.!! .. Suerte matador .. suerte ..

Salgo a la calle y me topo con el parque de los olivos y me acuerdo de una estrofa una canción de Duncan Dhu que dice: “ En el atardecer arde la hierba. En algún lugar de un gran país que olvidaron construir ...”

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