viernes, 12 de septiembre de 2008

EL HOTEL MALLORCA DE MATURÍN/ José Maria Aristimuño P


El Maturín de mediados del siglo 20 no puede ser visto sin los vestigios del noble, y viejo hotel Mallorca,1959, inspirado este nombre en la isla mas grande de las Baleares, isla histórica, ahora uno de los destinos turísticos mas apetecido de Europa. Su propietario es Juan Morione Goñy, de Navarra, casado con Catalina Martorelli de Palma de Mallorca.

El hotel aun existe, a pesar de haber sido golpeado por los vientos duros del progreso. Sereno, continúa siendo testigo de los tiempos. Sigue sembrado al final de la Avenida Las Palmeras, frente a la estructura de lo que fue el cine del pueblo: el Rialto, con el que comparte la evocación regional del Art déco, y muy cerca de la que es actualmente la residencia del gobernador, construida ésta por quien la ejercía tiempos de dictadura, Alirio Ugarte Pelayo.

Aun se ven rastros del neo plasticismo de mediados de los años 50, los colores puros (amarillo, rojo, azul) y los neutros, las tendencias abstractas de los disidentes, Pascual Navarro, Mateo Manaure, González Bogen, y muchos otros.

Desde que entras los cuerpos se impregnan del pasado reciente, una atmósfera bucólica que evoca los acontecimientos que allí se suscitaron. Entra por los poros la nostalgia.

La estructura fue levantada por inmigrantes europeos llenos de esperanza, que venían abatidos por la guerra reciente, “ los ingenieri constructore”, y se toparon con el constructivismo de Pérez Jiménez, cajas de concreto, cuadradas, fuertes.

Aun brilla el aviso fluorescente, con letras a la usanza de la época, los bloques trincote, dándole la ventilación necesaria a la recepción, mas el dejo decorativo que permanece.

Al penetrar al recinto se ven las sillas cargadas de memoria y acontecimientos, pisando el granito de la época, diplomas, placas de reconocimiento, adornando los casilleros de habitaciones vivientes, entras al bar, magia atendida por goyo, José Gregorio Sepúlveda, los cocidos y Darío, los comensales, el suscrito, y un viejo hermano de infancia, Humberto Darthenay, recordando los tiempos, llovía, Maturín “ la bacinilla del cielo “ .

.

1 comentario:

Ari dijo...

Una vez comi alli, la comida estuvo muy buena y econimica, lo malo es que de noche no es recomendable ya andar por esos lados... Saludos


Click aquí