jueves, 25 de septiembre de 2008

CON O SIN RAMADAN/ Eloy Torres Román

Durante mi permanencia en Jordania confirmé que es un país en el cual hay muchos códigos - por el idioma - y muy pocas barras por la rigurosidad que existe en el mundo musulmán en cuanto al consumo de bebidas alcohólicas .Entre otras cosas, tuve la ocasión de experimentar in situ la “realidad real” del RAMADAN. Ciertamente, es muy inflexible el comportamiento de los musulmanes durante ese mes. Aún cuando hay ciertos sectores de la sociedad jordana que consumen alcohol normalmente, durante el mencionado periodo no hay posibilidad alguna de consumir algo etílico. Los escasos bares con sus también escasas barras brillan por una considerable ausencia.

Para mi fue una simpática novedad saber que la gente durante casi o más de doce horas el individuo no pueden consumir alimento alguno ni beber nada, ni siquiera agua, ¡mucho menos alcohol!, Están excluidos los niños y ancianos, mujeres en estado de gravidez y enfermos sometidos a un tratamiento medico comprobable.

Un venezolano acostumbrado a degustar unas copas, de vez en cuando y de cuando en vez, como dice Serrat, le resultaría un verdadero proceso kafkiano. Mis amigos Miguel Gerardo Van der Dijs (El catire Yaty, hermano y compadre mío) y Sunny (su esposa) al parecer tuvieron un momento de premonición al regalarme, antes de yo viajar a ese bello país, una “Carterita” en silver plate, a fin de llenarla de whisky. Con ella pude eludir las exigentes costumbres islámicas. Gracias a ellos, en buena medida, cuando iba a un restaurant logré disfrutar mis momentos, satisfaciendo mis deseos de tomarme mis traguitos. Pedía un vaso con hielo y lo llenaba con el líquido que traía en mi “carterita”. Y todo salía a la perfección. Yo respetaba las leyes de ese país al no pedir bebidas alcohólicas y al mismo tiempo, repito, satisfacía mis deseos de tomar.

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