miércoles, 6 de agosto de 2008

TOULOUSE-LAUTREC, BARRA CON MUCHACHAS /Alberto Rodríguez Barrera



"Amor es cuando el deseo de ser deseado

te toma tanto, que sientes que podrías morir de eso."

Toulouse-Lautrec.

Son realmente pocos lo que se zambullen de cabeza para sacarle a la vida nocturna hasta el último trago que pueda ofrecer y dejar ahí -de paso- hasta la última gota del líquido perlino de la consorte del toro. Y Henri Toulouse-Lautrec fue uno, más allá de sus pinturas naturalistas que influenciaron el Post-Impresionismo francés en los Alegres Noventas del siglo XIX de París, la ciudad luz que se iluminó regiamente cuando Broadway aun llevaba pantalones cortos, y que el pequeño artista hizo grande iluminándola con la luz propia impregnada de prostitutas, bohemios, artistas y espectadores que pululaban en torno al Moulin Rouge.

Hijo de un conde, en la adolescencia sufrió dos caídas que le rompieron los huesos de las caderas y quedó tullido de por vida para no crecer más. Con su abundante carisma e ingenio, encontró sosiego en la contracultura y la vida alegre de las calles. Cómodo entre los desechados, vivió en burdeles y bares de lesbianas. Era chiquito, pero tenía órganos sexuales grandes, tan grandes eran sus genitales que él mismo se comparó con "una cafetera de gran pico." Fue un pico aristocrático que se inició temprano en los burdeles. Se mudó a Montmartre a los 19 años, dividiéndose entre la pintura y el derrape nocturnal, y su fama creció instantáneamente al divulgar sus modelos la buena nueva de la bravura sexual del chiquitín no tan chiquitín recién llegado al barrio.

Entre las fans pintor estuvo la mamá del artista Maurice Utrillo, quien amenazó con suicidarse si no obtenía la exclusiva de tan maravillosa cafetera, broma que él tomó en serio. La pelirroja de sus cuadros Rosa Larouge le pegó la sífilis. En 1894, su residencia fue una casa de putas clase alta en la Rue des Molines, donde arremolinaba la creatividad conjugándola completamente con su apetito sexual con mujeres desnudas y semidesnudas sin poses: "La modelo profesional es siempre como una lechuza embalsamada. Estas muchachas están vivas."

Vivía día y noche entre putas, jugaba cartas, comía y reía con ellas, celebraba los cumpleaños, las invitaba a su estudio, al circo, al teatro, y también las sorprendía en las camas con el líquido perlino de su cafetera. Cuando se cansó, se mudó a los bares de lesbianas. Sus gustos peculiares priorizaban a las pelirrojas, el ronroneo envuelto con las grandes tetas de una mujer, y oler ropa íntima.

En 1897 se enamoró de una pariente recien salida de un convento, y juró entrar en una clínica para alcohólicos, y beber solo vino de oporto. El padre de la niña prohibió la relación, y él penetró más profundamente en el submundo parisino, hasta ser enviado a un asilo mental con delirium tremens. Salió para volver a beber en grande. La parálisis lo atacó el 20 de agosto de 1901, y murió 3 semanas después, a los 37 años.

"El cuerpo de una mujer, el espléndido cuerpo de una mujer… no es para hacer el amor… Es demasiado bello, ¿eh? Para hacer el amor cualquier cosa vale… cualquier cosa… cualquiera de las cosas, ¿eh?" Henri Toulouse-Lautrec

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