lunes, 14 de enero de 2008

AQUÍ NO SE APAGA EL FUEGO SAGRADO/ Oscar Marcano


El jueves almorzamos en Bello Monte y nos fuimos a El Buscón, donde Últimas Noticias nos tomaría unas fotos para un trabajo sobre ambos. ¿Quién va a decir que son las últimas?

Hablamos de todo. De los talleres para escritores jóvenes que debemos arrancar este trimestre en Escribas. De cómo sus columnas son un peligro, pues entre mariposas, pesebres y corazones de lis, no pierde oportunidad para darle un coquito al gamonal y a su funcionariado ignorante. Comentamos del Shylock del Mercader de Venecia y de lo sorprendente que resulta el que Shakespeare no hubiese podido escribir una sola obra mala. (Adriano da crédito a los vándalos anti-Stratford-upon-Avon, los cuales refutan que la obra del bardo sea realmente suya). Recordamos a Pancho Massiani: comentamos la bella carta que le había escrito en el Código de Barra de Pablito, y nos juramos visitarlo el próximo jueves.

Ahora dicen que ya no está y a mí eso se me hace cuento. De ser cierto, ¿qué va a ser de Las Mercedes? ¿quién va a hacerle guiños y a darle ternezas al país? Lo siento, Adriano querido. Déjate de bolserías. Vístete que te recojo. Te paso buscando por el Hereford o por esa vaina donde te la pasas ahora que llaman el Amazonia. Apúrate. Coje tu marusa y tu bastón, que tienes que bailar otro tango con Josefina y Pancho nos espera el jueves.

(Tomado de Tal Cual 14/01/2008)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Camino de cascajales

Pablo Mora



Vivo todavía, bajo el granado trigal de la noche insomne, rumorosa de viento alto y de luceros, pensando que me faltan unos diez o veinte años para irme de bruces, como todos, como Adriano, a dormir en dos metros de cemento allá abajo.


A la lluvia, al aguacero.
A la laguna —eternidad de ausencia—.
A la luz, la azuleja, la luciérnaga.

A quienes de sombra padecen.
A la sombra que no bebe.
A darle de beber a las botellas.

A levantar la copa por Adriano
Compañero de viaje.
A la primavera que me dice:


Pablo, no hablan nunca de muerte las pomarrosas. Ni los aguaceros de abril cobijan ausencias. En primavera, los jueves tienen sabor a miércoles. Y los cafetales, los limoneros, los inventarios y los insomnios no son otra cosa que rituales en los que la vida borda sus más hermosos designios. Si algún día has de marcharte, se irá tu sombra, no el rayo solar que se posa en el corazón de las rosas. Y los paisajes, lejos de entristecerse, sonreirán para darte la bienvenida al solar de su reino florecido. Lo dice el abril que te pertenece.





1


Cuando la tarde se asome,
cuando la sombra lo estampe,
cuando la ausencia nos queme,
camino de cascajales.

Cuando el camino regrese,
cuando la brisa de tarde
nos devuelva a la vereda,
camino de cascajales.

Cuando los ángeles lleguen,
cuando castiguen los martes,
cuando en asombro suspires,
camino de cascajales.

Cuando se asome la pena,
cuando te inunden los mares,
cuando se inclinen los dioses,
camino de cascajales.

Cuando catorce mañanas
sean sólo sueños, panes,
cuando el vino sólo vaya
camino de cascajales.

Cuando ovejas y pastores
detrás de los olivares
apacienten nuestros sueños,
camino de cascajales.

Cuando amanezcan los gallos,
cuando los celos encanen,
cuando las lunas se vayan
camino de cascajales.

Cuando el lucero se acuerde,
cuando las cosas se callen,
cuando los árboles sueñen,
camino de cascajales.

Cuando las noches envuelvan,
cuando las dudas se aclaren,
cuando la espuma enloquezca,
camino de cascajales.

Cuando fuego, tierra y agua,
cuando el aire se desangre,
cuando venga alguien sudando,
camino de cascajales.

Cuando la noche se ponga,
cuando la pena se agrande,
cuando corran con el pueblo
camino de cascajales.

Cuando la huella se esconda,
cuando la estrella se bañe,
cuando el atajo se cierre
camino de cascajales.

Cuando el cartel se descubra,
cuando nos mientan la madre,
cuando muja la majada
camino de cascajales.

Cuando los lunes aguijan,
cuando las bocas son hambre
y llueve sobre el adobe,
camino de cascajales.

Cuando la lluvia se enterca,
cuando tapa el cielo al padre
y a los hijos moja el alma,
camino de cascajales.

Cuando los barman se quejen,
cuando las flores no canten,
cuando las barras se aturdan,
camino de cascajales.

Cuando se agolpe la noche,
cuando la higuera reclame
con los zapatos del barrio,
camino de cascajales.

Cuando se queden despiertas
las lágrimas de las piedras,
cuando las hienas desfilen
camino de cascajales.

Cuando el suburbio se acerque
con la balada del hambre,
—vanos esfuerzos inútiles,
camino de cascajales—.

Cuando surja la estampida
y se desnude el anafre,
sin nada entre su bolsillo,
camino de cascajales.

Cuando la furia se agriete,
cuando la herida no aguante,
sin permiso ni etiqueta,
camino de cascajales.



2


Parda el hambre se recuesta
en los caños de la sangre
mendiga entre su ladera,
camino de cascajales.

Con su perenne ternura
legados muy militares,
dancings, rocolas, aprestos,
camino de cascajales.

Nos esperan las mañanas,
las manos, las necedades,
las callejas, las escobas,
camino de cascajales.

Pujan sonrisa y sudor
Pedro, Lorenzo, los Juanes,
andaluces y gitanos,
Camino de cascajales.

Callejas, yerbas, linternas,
martillos y soledades
vasijas, desolaciones,
camino de cascajales.

Hembras vestidas de cielo,
niños sin nada, de balde,
los hombres sin alpargatas,
camino de cascajales.

Entre abril y abrilerías
encienden sus nuevos trajes
las linternitas de agua,
camino de cascajales.

En vuelo de mariposas
—andenes como solares—
se orillan las hojas tiernas,
camino de cascajales.

Escanden las pomarrosas
los jardines de los mares,
los luceritos de agua,
camino de cascajales.

Los peces del sol aprestan
el cáliz en sus altares,
muy cercanos a su cielo,
camino de cascajales.




3


Abril delante y atrás
abril en el almanaque
—simples jirones del alma
camino de cascajales—.

Amanecer frente al mar
con lunas entre lunares,
saber que siempre desvives
camino de cascajales.

Dos linajes en la vida:
los brillos frente a los panes.
¿Quién nos podrá convencer
camino de cascajales?

Cascajos salen al paso,
cáscara seca en azares,
vasija inútil de barro,
camino de cascajales.

Trasto, guijo, mueble viejo,
cascajo entre los zaguanes,
escombro, piltrafa, grava,
camino de cascajales.

Camino de los jereces,
de los vinos, de los mates,
de los vasos, de los cardos,
camino de cascajales.

Camino azul de las nieves
—azulejas azafranes,
trochas, solarajes, huellas—
camino de cascajales.

Camino de los recuerdos,
camino, saudades, viajes,
camino de las luciérnagas,
camino de cascajales.

Parral, uva, nuez, castaña,
algazárame, avelláname,
alborózame, conténtame,
camino de cascajales.

Gajito, sol, rama nueva,
gózame, bullaranguéame,
junco, estrella, corza mía,
camino de cascajales.

Insomne sombra de noche,
delirio insomne de arenas,
insomnes hacia la tumba,
camino de cascajales.

Vientos del pueblo me lleven,
vientos del pueblo me asalten,
me esparzan el corazón
camino de cascajales.

Cascajales en el río,
cascajales en los bares,
cascajales en los cielos,
camino de cascajales.

Cascajal entre las árbolas,
Cascajal en los samanes,
Cascajal entre los charcos,
Camino de cascajales.

Cascajal tras cascajal,
cascajal cuando se nace,
cascajal cuando morimos,
camino de cascajales


PABLO MORA
pablumbre@hotmail.com


http://codigodebarra-revista.blogspot.com/2008/01/la-deuda-de-la-barra-con-adrianopablo.html
http://poetas.com/poetas/poetas.shtml?category=14&id=1077427419&keyword=+
http://cid-1e9c5ca443137170.spaces.live.com/Lists/cns!1E9C5CA443137170!608/

Anónimo dijo...

Adriano Amigo:

Ciertamente, La poesía está en todas partes... las palabras ininteligibles, esas difusas imágenes, es decir, las de la poesía, son las que nos explican tanta oscuridad… Siempre se discutirá sobre la esencia, la existencia, la presencia y la joda, jodencia, la jodienda de la poesía.


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"La poesía está en todas partes, lo que ocurre es que desde los sumerios (5OOO a. C) se viene discutiendo sobre la esencia, la existencia, la presencia y la jodencia de la poesía… las palabras ininteligibles, esas difusas imágenes, es decir, las de la poesía, son las que nos explican tanta oscuridad.

Es ese dejarse ir a veces por un lejano esplendor de las nubes, por el sonar de las hojas, por las partes más inesperadas de las cornisas y los cerros, por los recuerdos persistentes o fugaces, por esa envolvente cosa de la infancia, entre agradable y brumosa, que nos aprieta el alma a la hora de levantarnos o ciertas noches implacables y cavilosas que vienen con nubes, pájaros y estrellas y no nos dejan dormir… un cierto toque de la piel, una cierta mirada sobre los objetos, un revolverse del alma, un no sé qué usado tantas veces, un qué sé yo para salir del paso, que puede planear sobre cualquiera".

Adriano González León





Esas difusas imágenes


Adriano González León



“Muchas de las presencias más entrañables” —escribía en estos días Eugenio Montejo— “se han ido para siempre de modo que la geografía sentimental, la única que cuenta en definitiva, con las mudanzas del tiempo, se va restringiendo a la memoria” .

Vale la pena detenerse en estas frases porque ellas resultan, en sonoridad más elegante, la negación de lo real y la afirmación de que cosas, pinturas, animales, carretas, aeronaves, misiles, uranio y discursos estúpidos sólo existen en nuestro recuerdo, mediato o inmediato, pero recuerdo al fin. La idea, por otra parte, no es nada nueva ni está propuesta como tal. Simplemente se trata de restringir a nuestro juego interior, a nuestra batalla sentimental, en fin, a eso que mueve a los psicólogos y a los cancioneros profesionales, a rasguñar nuestras dolencias interiores, sean sometidas a rigurosos exámenes o a un tarareo repetitivo y cadencioso que no causa, después de todo, un definitivo malestar.

En cambio ese disolver seres y vivencias en la pura memoria, causa malestares a veces irremediables.

Y lo peor es que mucha gente, casi la mayoría, ignora las causas de lo que lleva encima. Claro que me refiero a los vivientes sensibles. La mayoría, que atraviesa calles, aulas, estadios u oficinas apenas sebe que vive porque debe asistir a clases o al trabajo, comer dormir y hacer sus necesidades. No me estoy refiriendo aquí a un dasein in der welt, de la estirpe heideggeriana tampoco, ni a otros graves reclamos existenciales. Es ese dejarse ir a veces por un lejano esplendor de las nubes, por el sonar de las hojas, por las partes más inesperadas de las cornisas y los cerros, por los recuerdos persistentes o fugaces, por esa envolvente cosa de la infancia, entre agradable y brumosa, que nos aprieta el alma a la hora de levantarnos o ciertas noches implacables y cavilosas que vienen con nubes, pájaros y estrellas y no nos dejan dormir.

Antes de continuar, quiero consignar aquí que no me refiero a élites del espíritu, ni a exquisitos, ni a solitarios de profesión. No. Hay un cierto toque de la piel, una cierta mirada sobre los objetos, un revolverse del alma, un no sé qué usado tantas veces, un qué sé yo para salir del paso, que puede planear sobre cualquiera. Sobre cualquiera, sí, pero con una probada eficacia en el corazón. Y creo que estamos cayendo en los lugares comunes de siempre, si no hacemos una mirada de guardia y expectativa en todo esto. De cualquier manera, vamos a dar en la poesía. Y vamos a ponernos en guardia también.

La gente, por lo general, cree que poesía es hacer rima entre soñar y cantar, hablar bonito, no usar palabras frecuentes o evitar caer en esa detestable frase venezolana, usada como mecanismo de defensa: eso es muy profundo pa’ ti . No. La poesía está en todas partes, lo que ocurre es que desde los sumerios (5OOO a. C) se viene discutiendo sobre la esencia, la existencia, la presencia y la jodencia de la poesía. Hasta en los dos primeros poetas de vanguardia, Jorge Luis Borges y Oliverio Girondo (escribieron sus iniciales libros en el Buenos Aires de 1925) la polémica existe, el cuestionamiento se mueve, el patrimonio de la verdad lo quiere uno y otro (unos y otros) y después de todo resultan las coincidencias. El aparente elitismo de Borges, su exquisitez erudita, se da cuando en su obra las cuchilladas de los compadritos (delincuentes del tango) atraviesan los barrios y un ilustrado traductor de versos escandinavos termina admirando al poeta arrabalero Evaristo Carriego por la “costurerita que dio aquel mal paso” . Aún hablando de la desprolijidad de lo real , termina declarando que todo poema era al fin la “autobiografía de un simulacro” .

Y el Girondo de Calcomanías, Espantapájaros, En la Masmédula o Topatumba, ininteligibles para cierta crítica, habla también de las chicas de barrio que “aprietan las piernas, de miedo de que el sexo se les caiga en la vereda” . Y aún más, permítanme una anécdota: cuando ya viejo en su casa de Buenos Aires me vio bailando tango con una resobrina suya, me dijo: “Che, caribeño, no movás las caderas que eso es muy pederástico...” Ahora queda mejor explicado eso de la “geografía sentimental” de que hablaba Montejo. Probablemente ciertas perturbaciones melancólicas, cuando uno anda por las calles y los árboles no dan frutos sino tristezas. O confusiones. O qué sé yo. Eso que gusta a tantos lectores. Y disgusta a tantos lectores que dicen que no entienden. Lo importante, según ellos, es hablar mal del gobierno. No se dan cuenta que las palabras ininteligibles, esas difusas imágenes, es decir, las de la poesía, son las que nos explican tanta oscuridad.

El Nacional - Jueves 15 de Junio de 2006 A/9

Anónimo dijo...

Enero para Idana
Todo es un azar que cabalga

¿Quién es el mar, quién soy? Lo sabré el día
Ulterior que sucede a la agonía.
Jorge Luis Borges

Adriano González León
paisportatil@cantv.net

Enero juega su doble rostro entre los valles. No es que ensaye algún gesto engañoso. Enero aprendió a jugar limpio con tus ojos. Fíjate. Ninguna nube amenaza las distancias. Hay un resplandor sobre los bosques y las hojas están dispuestas para ti. Se prepara una fiesta de lujos increíbles. Algunos tintes han sido organizados. Vienen de lejos para iniciar el encantamiento. Prepárate, porque este mes te pertenece. Y está en los comienzos y el final. Antes lo llamaron Jano. Tenía dos caras deslumbrantes. Una miraba al pasado. Otra al porvenir. Es el gran juego. Prepárate, Idana. Se trata de la eternidad.
… Hay un camino que cruza hacia los sueños primeros. A lo lejos se oye una canción. Caen flores increíbles.
… Pero evidentemente, la puerta de lo que vendrá se abre para los dos.
¡Pronto, Idana... Esa gran llamarada es el amor!
El Nacional - Jueves 11 de Enero de 2007 A/9

Anota, engrifado, Pablo Mora
pablumbre@hotmail.com

Anónimo dijo...

En memoria del compañero de viaje

¿Quién anunció la libertad primero, quién escribió su sueño, su poema, quién su nombre borró de las praderas, quién la muerte cruzó con nuestra sombra, quién le fundió la luz al caminante, quién le robo su vida repentina, quién sabe dónde dormirán los cielos, quién hay que no esté en pie de muerte andando, quién al árbol le quita su mirada, quién del polvo podrá escapar riendo, quién de verdad ha añadido algo al mundo, quién nos cortará el hilo de la muerte, la noche rumorosa de luceros, el amigo que casi nunca vemos?

pablo mora
pablumbre@hotmail.com


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