miércoles, 1 de agosto de 2007

DE GATOS Y RATONES/ Crónicas Barsianas de Raúl Fuentes

Me entero por una nota publicad en El País que un centro de atención geriátrica de Rhode Island hay un gato con extraordinarias capacidades premonitorias. El felino, cuyas dotes paranormales han sido objeto de atención por un órgano tan prestigioso como The New England Journal of Medicine, es en realidad una suerte de mensajero de la muerte, pues se sabe que cuando Óscar, que así es nombrado el animal, dispensa una visita a un paciente, éste estira la pata exactamente dos horas después de tal muestra de cortesía.

El animalejo, de pelaje entre gris y blanco y edad desconocida, parece sentir predilección por el tercer piso de la clínica, el piso donde se ubica la unidad de cuidados psiquiátricos y que aloja a una veintena de dementes ochentones. Tal vez la mezcla de vejez y locura desencadene cierto tipo de reacción electroquímica que alertaría a Óscar sobre la inminencia de determinado deceso. Tal es la explicación que ofrece la Dra. Juan Teno quién, ni por asomo, cree en las facultades supranaturales que un colega suyo (tocayo del gato, por cierto), el Dr. Óscar Sosa, atribuye al minino.

Lo cierto es que el gatito infunde terror a su paso por los corredores del centro hospitalario, sobre el cual ya se han comenzado a tejer toda suerte de mitos y leyendas. Y no es para menos: hasta ahora, el siniestro emisario de la Parca se ha aproximado al lecho de 25 residentes de la casa de salud poco antes de fallecer éstos. Lo más notable es que acostumbra a realizar sus fúnebres incursiones en horas tempranas ya que parece saber que de noche todos los gatos son pardos.

En esa clínica hay gato encerrado” afirmó un profesor de la Universidad Brown que no cree en brujas auque sabe que de volar, vuelan, y ha prevenido a las autoridades locales sobre una eventual propagación de leyendas urbanas que podrían atraer hacia el lugar a toda clase de curiosos, psíquicos, quirománticos, adivinos, escuchas de Nuestro insólito universo y otros interesados en el fenómeno. A juicio del académico, Óscar podría ingresar a la galería de gatos ilustres para compartir fama y nombradía con el Gato de Cheshire, el Gato con Botas, Fritz the Cat, White Heather, la gata favorita de la reina Victoria; Socks, recordado gato de la Casa Blanca en tiempos de Clinton; Bismark, Gldstone, Disraeli y Houri - los cuatro gatos de Florence Nightingale a quien, al parecer le gustaba busca las tres patas al gato -, el Gato Barbieri, el Gato Galárraga y, naturalmente, Elizabeth Taylor por su inolvidable actuación en La gata sobre el tejado (¿de zinc?) caliente.

¿Pero… por qué este cuento viene a cuento en estas Crónicas Barsianas? Porque cuando se habla de gatos hay que recordar que estos persiguen a los ratones, y los ratones, ya se sabe, no abandonan a los borrachos. Prueba de ello es que Hemingway, tan celebrado por sus novelas como por sus borracheras, llegó a tener hasta 57 gatos en su casa de La Habana. Y se le endilga al Nóbel esta frase: “Los gatos tienen una absoluta honestidad emocional; los seres humanos, por una razón u otra, pueden ocultar sus sentimientos, pero el gato, no".


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