viernes, 20 de julio de 2007

TARDE DE GANSOS EN LA ALCABALA/ Pablo Antillano

En años pasados, a nuestro amigo Figueroa le dio por traer huevos chimbos para Caracas. El mismo los embotellaba en Maracaibo colocando un trozo de tela de minúsculos cuadros rojos entre la tapa y el frasco, y pegándole una etiqueta con goma escolar. No le fue bien, los restaurantes de Las Mercedes y los de la Castellana le compraron unos pocos pero no tuvieron salida entre los comensales. En Candelaria y Chacao no vendió ni uno.

Este año Figueroa vino con una idea y una receta exótica, que nos contó en la barra de la Cervecería Alcabala. Con su terno marrón que tiende al vino tinto y sus zapatos pulidos invitó a dos de sus sobrinos, de 7 y 9 años, al mercado de Quinta Crespo. Como siempre, compró hierbas que nadie usa en la casa: sábila, tau tau, malojillo, cadillo e´perro, toronjil, hierba luisa, y compró casabe y queso de mano. Todo lo hizo muy rápido porque le apremiaba la tarea que se había impuesto: comprar un ganso y preparar un foie-gras con uvas.

Cuando lo vieron llegar, los gansos comenzaron a ladrar como si fueran perros espantados, como si supieran las feroces intenciones de Figueroa. Les pidió a los niños que eligieran uno. ”Este, que es el más bonito”, dijo Alba. “Déme ese. ¿cuánto es. ?” . “Son ochenta mil”, dijo el vendedor, mientras le colocaba una identificación en el pescuezo.

De allí, y con la resistencia de Iván y Alba, caminaron hacia el matadero: “Se Matan Aves Vivas”, decía el cartel. ¿Cómo es eso?, preguntó Figueroa. ¿Cómo es qué…?, respondió el dependiente con un hacha en la mano. ¿Cómo que “vivas”?, preguntó Figueroa. ¡Yo soy Vivas, Pedro Vivas! ¿Cuál es el ave suya? … Esa, el ganso ese grandote…, respondió.

Ahí, parados en primera fila, los carricitos presenciaron el “beneficio”. Graznó el ganso. Cayó el hacha, varias veces. Le arrancaron el pescuezo, y las patas rojizas. Lo desplumaron. Lo abrieron. Lo limpiaron y le sacaron el hígado. Alba vomitó. Y desde entonces ni ella ni su hermano hablan con Figueroa.

Mientras echaba el cuento a los parroquianos de la Alcabala , Figueroa entreabrió los labios y dejo ver la ausencia de un diente delantero. Un conservacionista, rojo rojito, argumentó que el foie-gras era un plato ilegal en Francia porque implicaba una tortura para el ganso o la oca.

Este es un simple foie fresco –se defendió Figueroa – lo preparé con un poco de tocino y armagnac, pero era una simple ave silvestre. Y mientras Abreu colocaba unos platos y un poco de pan para que lo probáramos , silbó: “En todo caso, me tragué la corona del diente cuando mataron el ganso”.

Todos elogiaron el manjar que, con seguridad, no se repetirá.


SOBRE EL FOIE GRAS :

(copie y pegue estas direcciones en su navegador )

http://www.stopgavage.com/es/manifiesto.php

http://www.elplacerdecomer.com/webs/website7/temw16.htm



1 comentario:

Anónimo dijo...

Un placer disfrutar de las reflexiones de Pablo Antillano en una barra con códigos ( en vez de tapas)
Víctor José López


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