lunes, 16 de julio de 2007

En Mahhttan, the man / Oscar Hernández Bernalette

El Hombre de la Barra en Manhattan


Además de volar de noche sobre el atlántico no hay nada que me intimide más que estar solo, ser un desconocido en una barra. Los dueños de las barras son los “habitue”, los que esperan a sus amigos, amantes, hablan con el barman y de vez en cuando cruzan saludos de lado a lado con seres que solo entre las barras se reconocen.

Allí estaba, solo un viernes en la noche, sentado en la barra de Bull and Bear la barra más famosa de Manhattan en el corazón del Waldorf Astoria. Ejecutivos, asiduos visitantes, cómplices y reconocidos se dan cita generando un ruido espantoso de ansia, ganas de beber, de celebrar, de prepararse para un merecido descanso después de lidiar pulso a pulso el centro del mundo. La barra se me hacia grande, era exclusiva, me sentía el propio intruso. No quería ni mirar a los lados, era el clásico solitario, el coleado esperando que alguien se me acercara y me increpara….where are you from? No me lo preguntaron. Mi única conexión fue con un latinazo, el barman, el reconocido, el que se sabía de memoria lo que bebían la decenas de asiduos a los que saludaba con mirada de complicidad en el tiempo .Me descubrieron, era uno más de los tantos burócratas que llegaban como aves de paso a Naciones Unidas con los que no valía la pena perder el tiempo…al fin, justo cuando me preparaba para escaparme, el hombre de la barra me pregunto, otro Bourbon amigo? Regresó con ese amarillo Wild Turkey cargado de hielo y afirmo, usted no es de aquí ¿verdad? él se respondió, por supuesto que no…….es obvio por el acento, ¡así de Venezuela! A los pocos minutos los verdes sobre la barra y una buena propina a mi único “interlocutor” de la noche. Cuando vuelva, me dijo el elegantizo, aquí en esta barra y del otro lado tiene un amigo, me llamo Oscar Hernández, ¿y usted?

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