Llegué a Nueva York en 1981 con la idea de quedarme por un tiempo largo, estudiar ingles y participar del acontecer artístico de esa fabulosa ciudad.
En realidad estaba invitado a participar con mi performance “Welcome Ms. Nation” en el “XV Avant Gard Festival” organizado por Charlotte Moorman en esa ciudad y yo había decidido felizmente irme a la ciudad que nunca duerme.
Al llegar fui hospedado por un querido amigo de mi juventud… Más que un amigo un hermano… MARKO.
Llegué a su loft en Tribeca, al lado del “Go Go Girls” en Manhattan, con una botella de ron “Caballito Frenao” como obsequio y de inmediato él me asignó mi cuarto. Al caminar me di cuenta que todo el piso de madera estaba cruzado de gruesos cables anaranjados y negros que salían de los enchufes múltiples cual cabelleras.
Los cables atravesaban y se entrecruzaban trepaban por los muros y llegaban a todos los rincones para alimentar a las lámparas y reflectores de alta potencia… Todas encendidas a la vez, parecía un estudio fotográfico o una instalación de Boltanski.
Todas las luces encendidas hacían que uno se sintiera en un set cinematográfico o en el desierto del Sahara.
Estaba extrañado de esta costumbre de mi amigo de tener día y noche todas las luces encendidas y de saber que en ese lugar se dormía con las luces encendidas; me quedé inmóvil con mi equipaje en la mano sin atreverme a dar un paso más.
Mi amigo al verme atónito me dijo: “Es por las CUCARACHAS… Para que no salgan”.
Dejé la maleta en el piso, le di la botella de ron y a causa del calor, del viaje del verano en la ciudad y las luces, que me dirigí a la nevera a buscar un vaso de agua fría; al abrirla me encontré que la nevera estaba llena de libros, él la había convertido en una biblioteca que enfriaba libros… “Es por las CUCARACHAS… Para que no se metan dentro de los libros”… me dijo.
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