«Yo he pasado en los bares horas deliciosas. El bar es para mí un lugar de meditación y recogimiento, sin el cual la vida es inconcebible. Costumbre antigua, robustecida con los años...
Luis Buñuel: Mi último suspiro; Barcelona, Plaza y Janes Editores; 1982; Pp. 53-54
Si me preguntan cuál de todos los descubridores de talento admiro más – que son muchos – tendría que referirme a uno que no sé ni su nombre; cuenta con mi respeto por su intuición y perspicacia en esto tan competido de la canción popular, más aún en un país con el nivel musical de Brasil. Si a eso añadimos que desde que llegó la televisión, el talento debe acompañarse con un buen “look”, el mérito aún es mayor. No hay duda: había que ser un agudo visionario para apostar por un cantante que no alcanzaba el metro de estatura y creer que podía ser un éxito.
Es el caso de Nelson Ned, que desde 1960 cuando publicó su primer disco con un par de canciones, su carrera no cesó de ascender en su país y en medio mundo usando dos armas: sus composiciones y su extraordinaria voz; de las demás cosas necesarias para triunfar según el manual, evidentemente carecía, pero los manuales pueden ser engañosos.
Algo más debía tener aquel niño llamado Nelson NedD’avila que vio la luz en Ubá, Brasil, el 2 de Marzo de 1947; nació del tamaño de un bebé normal sin ninguna anomalía aparente, pero al poco tiempo se le descubrió una limitación física llamada “displasia espoôndilo epifisárea”, comúnmente conocida como “enanismo”; actualmente mide 1 metro y 12 centímetros. Bien parecido de cara, pero con el terrible handicap de su escasa estatura, en efecto el muchacho tenía otras cualidades que le ayudaron a superar con creces sus carencias. En primer lugar su tesón, pues apenas con 14 años debutó cantando en un canal de TV local llamado “Tele Itacolomi” en Belo Horizonte y desde ese instante no dejó de crecer su popularidad. Cómo sería su talento y simpatía que el mismo canal le ofreció nada menos que ser el presentador de un programa que se llamó: “Gente, el tamaño no importa”. No dejó de componer y cantar y ganó el concurso “Un cantante por un millón”. Inmediatamente lo contrató en Sao Paolo la famosa discoteca “La Chacrinha”.
La multinacional Polydor pronto lo fichó y su primer Lp se llamó “Un show de 90 centímetros”, su estatura de adolescente. A partir de 1960 sus discos empezaron a venderse por millones saltando las fronteras de su país invadiendo América Latina enperfecto español. Ganó el Festival de la Canción de BuenosAires con su “Todo Pasará”, que fue su aval de triunfador en el mercado latino, incluyendo EEUU, España y Portugal. Su repertorio es romántico, de baladas y boleros. Sus ventas se estiman hoy en más de cincuenta millones de unidades y ha recibido docenas de discos de oro y platino. Pero no se quedó ahí: a finales de los sesenta hizo un maravilloso trabajo con sus obras para la “Orquesta Electrónica Moog”; la orquesta de Mantovani le grabó varios temas, igual que Matt Monroe en inglés; el gran José José e innumerables figuras más incorporaron canciones de Ned en sus repertorios. Ha llenado los más grandes escenarios como el Carnegie Hall, Madison SquareGarden de NY., el Megaeventos de México y ‘stadiums’ de todos los países que ha visitado durante décadas, hasta Ismael Miranda anuncia para este año un disco homenaje a Ned.
Chico Buarque preguntó a García Márquez: ¿Si sus libros fueran canciones cómo serían? Y respondió: “compuestas por usted, pero cantadas por Nelson Ned”. ¡qué grande el pequeño!.
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