pero nos hizo conocer el bien y el mal.
Ni ángeles, ni demonios, ni dioses,
nos volvimos humanos… Y comenzamos a comernos la tierra con amor".
Afirmo que no existe —no puede existir— en el universo físico por el que transitamos, una más ancha y esplendorosa sonrisa como la que desplegó ADRIANO esa larga tarde, cuando el periodista que lo entrevistaba, le recordó las cervezas y las canciones que compartió en alguna ocasión con ‘el profesor’ —así lo llamaba—.
Varias veces recomenzada, hasta encontrar el tono y las palabras apropiadas, periodista y entrevistado vocalizaron una canción de cantina, un “HIMNO A LOS BORRACHOS” cuya autoría los habitantes de las barras gustamos atribuir a ADRIANO y a EDGARD ALEXANDER, inventada en algún lugar de su Sabana Grande de hace 25 años. Dice algo así:
Salgamos por las noches, bebedores
Vamos a celebrar nuestra canción
Esta sed de payasos soñadores
Vamos a festejar
Vamos a festejar
El corazón
Usemos nuestras máscaras mejores
Brindemos por el sueño y el amor
Los poetas inventan sus amores
Copas para buscar
Copas para buscar
Nuevo fulgor
Tomaremos la mar los bebedores
Tomaremos el cielo y es mejor
Un rincón que apacigüe los dolores
Vamos a festejar
Vamos a festejar
El corazón
En esos momentos finales de su vida terrenal, su palabra, el lenguaje, seguían siendo los verdaderos protagonistas de sus narraciones … y de su existencia. ‘La anécdota no cuenta mucho, cuenta fundamentalmente el pálpito del idioma’, solía decir. Para rematar: ‘el lenguaje es por sí sólo un contenido, es una anécdota y una verdad’. ‘La luz y la palabra son el personaje’. En sus relatos, en su poesía, en las enseñanzas universitarias, en la ‘literatura oral’ que se inventó, practicaba el hábito. Como los pintores abstractos y (muchos) de los surrealistas —según decía— que eran ‘excesivamente imaginativos y distorsionadores de la realidad’, ADRIANO se inventaba una que estaba más allá de la de todos los días.
En otra ocasión, en el RISTER, para explicarnos la enorme dificultad de ‘cómo hacer sonoros los olores y visibles las esencias’, la ‘sinestesia’ en la literatura, como figura retórica que une 2 imágenes o estímulos procedentes de diferentes dominios sensoriales, puso por ejemplo —como uno de los mayores elogios recibidos, por lo demás—, el de una hermana que al leer ‘PAÍS PORTÁTIL’ le dijo que hacia la mitad de la novela «por fin había encontrado una mujer que oliera bien, Delia, porque yo digo allí que está enmandarinada». La tinta de los textos escritos se porta así … cuando un mago lo requiere.
Esa tarde sabatina, escoltado de sirenas y manatíes, resolviste encontrarte con ‘un porvenir de espejos que se repiten, a buscar a esas amigas y princesas que se mueven por las nubes y que compiten con los pájaros del más allá’. Hasta allí, a las “lejanas tierras trujillanas donde comenzó todo” te has movido, pero sin marcharte de este “valle hondo” al que viniste a hacernos felices, porque, por supuesto, como decías que escribía el Gran Almirante en su diario de viaje, ‘habrá una gran virazón’ y cantaremos de nuevo canciones cantineras.
QUIERO CREER, ME DA
1 comentario:
Un hermoso homenaje el que hace Gustavo Méndez a la vigencia de Adriano por todo este siglo, pues ya la tenía desde antes. ¡Cuántos, en vida, permanecen en silencio, y cuando mueren y continúan olvidados! Adriano nos redime de ese silencio. Alejo Urdaneta
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