viernes, 18 de enero de 2008

EL PENÚLTIMO BARAZARTE/ Gustavo Méndez


“Ese cambio de cortesías quebrantó las ordenanzas,

pero nos hizo conocer el bien y el mal.

Ni ángeles, ni demonios, ni dioses,

nos volvimos humanos… Y comenzamos a comernos la tierra con amor".


Me fue dado presenciar, como único testigo, la conversación portátil que ADRIANO GONZÁLEZ LEÓN sostuvo con GUSTAVO OLIVEROS, mientras nos embriagábamos con vino, con lenguaje y con recuerdos. Comenzada en el BAR RISTER, continuada en el HEREFORD GRILL, terminó la entrevista en ese otro sitio contiguo a su casa y a su vida, donde al día siguiente, por esta vez —sólo por esta vez—, suave y dulcemente, decidiría inclinar la cabeza sobre el hombro de la compañera de barra. Con la cámara fotográfica de GUSTAVO quise capturar la incandescente sonrisa de ADRIANO … a la hora que escribo no se si mi torpeza lo permitió, para el amoroso regocijo de sus amigos. Pero para el mío, para mi espíritu, el retozo quedará por siempre en mi memoria.

Afirmo que no existe —no puede existir— en el universo físico por el que transitamos, una más ancha y esplendorosa sonrisa como la que desplegó ADRIANO esa larga tarde, cuando el periodista que lo entrevistaba, le recordó las cervezas y las canciones que compartió en alguna ocasión con ‘el profesor’ —así lo llamaba—.

Varias veces recomenzada, hasta encontrar el tono y las palabras apropiadas, periodista y entrevistado vocalizaron una canción de cantina, un “HIMNO A LOS BORRACHOS” cuya autoría los habitantes de las barras gustamos atribuir a ADRIANO y a EDGARD ALEXANDER, inventada en algún lugar de su Sabana Grande de hace 25 años. Dice algo así:

Salgamos por las noches, bebedores

Vamos a celebrar nuestra canción

Esta sed de payasos soñadores

Vamos a festejar

Vamos a festejar

El corazón

Usemos nuestras máscaras mejores

Brindemos por el sueño y el amor

Los poetas inventan sus amores

Copas para buscar

Copas para buscar

Nuevo fulgor

Tomaremos la mar los bebedores

Tomaremos el cielo y es mejor

Un rincón que apacigüe los dolores

Vamos a festejar

Vamos a festejar

El corazón

En esos momentos finales de su vida terrenal, su palabra, el lenguaje, seguían siendo los verdaderos protagonistas de sus narraciones … y de su existencia. ‘La anécdota no cuenta mucho, cuenta fundamentalmente el pálpito del idioma’, solía decir. Para rematar: ‘el lenguaje es por sí sólo un contenido, es una anécdota y una verdad’. ‘La luz y la palabra son el personaje. En sus relatos, en su poesía, en las enseñanzas universitarias, en la ‘literatura oral’ que se inventó, practicaba el hábito. Como los pintores abstractos y (muchos) de los surrealistas —según decía— que eran ‘excesivamente imaginativos y distorsionadores de la realidad’, ADRIANO se inventaba una que estaba más allá de la de todos los días.

En otra ocasión, en el RISTER, para explicarnos la enorme dificultad de ‘cómo hacer sonoros los olores y visibles las esencias’, la ‘sinestesia’ en la literatura, como figura retórica que une 2 imágenes o estímulos procedentes de diferentes dominios sensoriales, puso por ejemplo —como uno de los mayores elogios recibidos, por lo demás—, el de una hermana que al leer ‘PAÍS PORTÁTIL’ le dijo que hacia la mitad de la novela «por fin había encontrado una mujer que oliera bien, Delia, porque yo digo allí que está enmandarinada». La tinta de los textos escritos se porta así … cuando un mago lo requiere.

Esa tarde sabatina, escoltado de sirenas y manatíes, resolviste encontrarte con ‘un porvenir de espejos que se repiten, a buscar a esas amigas y princesas que se mueven por las nubes y que compiten con los pájaros del más allá’. Hasta allí, a las “lejanas tierras trujillanas donde comenzó todo” te has movido, pero sin marcharte de este “valle hondo” al que viniste a hacernos felices, porque, por supuesto, como decías que escribía el Gran Almirante en su diario de viaje, ‘habrá una gran virazón’ y cantaremos de nuevo canciones cantineras.

QUIERO CREER, ME DA LA GANA DE ESTAR SEGURO, QUE LA ATMÓSFERA DEL AMAZONIA ESTABA ‘ENMANDARINADA’ ESA TARDE DEL SÁBADO.



1 comentario:

Alejo Urdaneta dijo...

Un hermoso homenaje el que hace Gustavo Méndez a la vigencia de Adriano por todo este siglo, pues ya la tenía desde antes. ¡Cuántos, en vida, permanecen en silencio, y cuando mueren y continúan olvidados! Adriano nos redime de ese silencio. Alejo Urdaneta


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